La vacuna contra el covid la tiene Ayuso y se sirve en jarra

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Entre las paradojas fascinantes de los diarios que se enorgullecen de defender la Constitución, una de las más flagrantes es la de la tozudez con la que intentan recentralizar el Estado, en contra de la ordenación territorial cafeparatodista que dicta el Texto Sagrado Que Nos Dimos Entre Todos. (Entre todos los que hace 43 años tenían ya como mínimo 18, pero da igual).

El último ejemplo lo tenemos en las portadas de este sábado. Constatan que el fin del estado de alarma puede suponer normativas diferentes en las comunidades, dependiendo de cuales sean las respectivas actuaciones de los tribunales superiores. Lo venden como una cosa muy problemática, cuando en realidad no queda claro cuál es el prejuicio: diferentes autonomías pueden tener diferentes situaciones y diferentes sensibilidades. Y, aun así, los titulares son tremendistas como es habitual. "El caos que se abate: toque de queda en las Baleares y sin aval judicial en el País Vasco", dice el Abc. "Hacia el caos: ante la inacción del gobierno, cada comunidad y cada tribunal regula su propio escenario", remacha La Razón. ¿Y? ¿De qué sirve, exactamente, la división en comunidades autónomas, si no tienen capacidad de ejercer poder aprovechando la proximidad con el administrado?

Y después está, claro, la proximidad de algunas cabeceras con las políticas que ponen el inalienable derecho a tomar cañas por encima la estupidez molesta de la salud pública. En uno de los subtítulos, el Abc explica que las autonomías están divididas entre "el cerrojazo y la libertad". El binomio es claramente desequilibrado. También habrían podido decir, por ejemplo, que estaban divididas entre la responsabilidad y el desprecio por la vida. Hay un punto de negacionismo en esta defensa del no-pasa-nada. Algunos deben creer que el remedio contra el covid no era el dióxido de cloro, sino una Mahou bien fresquita, tomada preferentemente en el interior de un bar apretado.

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