Crítica de serie

'Venga Juan': la serie que retrata como ninguna otra la corrupción española

Acertado cambio de registro de esta sátira política sobre un arribista típico, interpretado por Javier Cámara

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Javier Cámara es Juan Carrasco a 'Venga Juan'

"Los políticos de ahora no la cagan como tú, Juan. Porque tú no delegas la mierda", le comenta a manera de extraño reconocimiento un colega del partido al protagonista de Venga Juan. Esta semana se cierra la tercera temporada de esta sátira política creada en un inicio por Diego San José y Juan Cabestany que ha ido escalando posiciones desde que se estrenó en TNT en 2019.

La primera entrega, Vota Juan, cubría un vacío en la ficción española, carecida de una buena serie de comedia que funcionara como espejo deformador de la política en el Estado. Juan Carrasco (Javier Cámara), un gris ministro de Agricultura que decidía presentarse a las primarias de su partido y así aspiraba a convertirse en presidente del gobierno, cuajó como espléndida encarnación de las miserias y el oportunismo de un tipo de político perfectamente reconocible bajo la mayoría de siglas. La segunda temporada, Vamos Juan, retrataba los esfuerzos de Carrasco para seguir con su carrera pero ahora de forma independiente, y la falta de escrúpulos con los que emprendía este propósito. Esta tercera edición, Venga Juan, representa un salto cualitativo en cuanto a su difusión, puesto que la serie se ha trasladado de TNT a HBO Max.

Esta vez encontramos a Juan Carrasco fuera de la política, enchufado a un gran sueldo en el despacho de una empresa energética, una prueba irrefutable del funcionamiento de las puertas giratorias. Se agradece que la serie no se pare a explicar la cadena de acontecimientos que lo han conducido hasta aquí, y confíe en la capacidad de deducción de la audiencia. Pero a Carrasco la vida se le complica cuando estalla un escándalo de corrupción ligado a su etapa como alcalde de Logroño. Y esto hace que el rol del protagonista cambie, y por consiguiente también el vínculo que ha mantenido con él hasta ahora la audiencia. En las dos primeras temporadas, Carrasco es un personaje bastante repugnante pero que no deja de hacernos cierta gracia. En la tercera, el protagonista se da cuenta de que el entorno del partido lo deja solo ante la justicia. Ahora no solo es cómplice menor de la corrupción política, también es una víctima. Su posición respecto al poder ha cambiado y, en consecuencia, Venga Juan adopta un tono más dramático.

Inspirado en hechos reales

El cambio de registro encaja en una serie que daba ciertas muestras de agotamiento en algunos recursos cómicos. Cabestany ya no forma parte del equipo creativo y esto posiblemente también explica que se aparcara el humor más incómodo y absurdo a partir de la segunda temporada. Por otro lado, Venga Juan se hace más eco que nunca de los trapicheos de la corrupción en el Estado. Casos como la Gürtel o la operación Puerto inspiran la trama, mientras que Cristóbal Suárez encarna a un presidente del gobierno que se parece peligrosamente en la planta y en el tono de voz de "poli bueno" a Pedro Sánchez. La serie incluso recoge la moda de implantarse pelo como principal signo de triunfo para los hombres de mediana edad. De hecho, el mejor episodio de la segunda temporada era el de la escapada a Estambul de Juan Carrasco con este propósito. En esta tercera, destaca el capítulo Patagonia, uno de esos episodios botella que funciona como paréntesis del arco narrativo general y que permite centrarse en el duelo interpretativo entre dos grandes actores, Cámara y Eduardo Blanco.

La trilogía de Juan Carrasco se confirma como una de las producciones más potentes de la ficción española en todos sus aspectos, de la dirección a los intérpretes. La guinda la pone la cuenta de Twitter de la serie, @soyjuancarrasco, que ha entendido muy bien el papel de las redes como canal de promoción, pero también de narrativa transmedia.

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