Xesco Reverter, en primera línea de fuego

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El periodista Xesco Reverter informando desde el frente de la guerra en Ucrania.

El martes por la noche, en el reportaje del Telediario, coincidiendo con los dos años de la invasión rusa nos ofrecían una crónica desde Ucrania. Un equipo de TV3 integrado por Xesco Reverter, Carlos Díaz e Iñaki Garrido se había desplazado hasta el frente de Kreminnà, en primera línea de fuego. Se incorporaban a la madriguera de un grupo de soldados de artillería del ejército ucraniano. Reverter hablaba de su “vida de topo”. Malviven en un refugio construido en el subsuelo de un bosque. Espían con drones a los soldados rusos del otro lado del río y localizan posibles objetivos. Y cuando identifican a alguno para abatir, salen a la superficie para disparar proyectiles con un cañón. Vemos cómo actúan. Lo primero que envían no explota y repiten la operación. El segundo sí lo hace. "Algunos jóvenes como ellos pero del país vecino se acaban de sumar a la larga lista de medio millón de bajas de la guerra", explica Reverter.

La crónica de Reverter, de sólo tres minutos de duración, decía mucho más de lo que parecía. Contaba cómo se habían desplazado con un Humvee norteamericano, de la primera Guerra del Golfo, tuneado para adaptarlo al Donbás, y que el cañón que utilizaban para disparar estaba hecho en Italia en los años 60 y lo había cedido l ejército español. Una forma de hacer evidente las implicaciones globales de la guerra. También que el soldado encargado de disparar, Costa es un enamorado de Barcelona que tiene una mujer y una hija que le esperan en Kiiv. Detalles que añaden un poso emocional a ese espacio inhóspito y remoto y refuerzan la parte humana de la historia.

Mirado fríamente, explicar la falta de munición del ejército ucraniano o informar del estancamiento en la evolución de esta guerra de desgaste podría hacerse desde el plató o desde las puertas de un hotel en Kiiv. Pero el equipo de TV3 lo que hace es ponerse en la crónica y mostrárnoslo con un plan subjetivo. Y jugarse la piel en primera línea de fuego, en la que a pocos metros tienen el cráter de un proyectil de los rusos. Y esto es mucho más que información sobre el estado de la cuestión. Es convertir la información genérica e impersonal de una guerra en la mirada que nos da a entender las implicaciones políticas, sociales y humanas. Y todo, condensado en tres fugaces minutos.

Como espectador intuyes que hay mucho más de lo que hemos visto, que para hacer aquella crónica seguro que los periodistas tenían mucho más que contar y enseñar. Arriesgarse a trabajar en una zona de peligro debería ser mucho más que tres minutos a la cola del Telediario. Ojalá, en esta época de contenidos televisivos tan sumamente insustanciales y superficiales, hubiese espacio para el periodismo, para poner en valor el trabajo de unos corresponsales de primer nivel, convertidos en fugaz anécdota incluso en los informativos. Vivimos una actualidad convulsa en todo el mundo, TV3 tiene periodistas diseminados trabajando en lugares críticos y profesionales formados en diferentes terrenos gracias a la misma televisión. ¿De verdad que todo ese talento, ese compromiso con el espectador y con el oficio, esa energía e inquietud por explicar el mundo podemos relegarlos a un papel tan secundario? Tenemos una sección de Internacional en una televisión sin programas de análisis donde puedan profundizar sobre lo que viven y ven, en una parrilla que se olvida del periodismo y con una plataforma que prioriza la tontería al servicio público. La duda es qué será necesario que pase al mundo para que nos demos cuenta de la importancia que tiene explicarlo como es debido.

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