Cuando la Ametlla de Mar era un desierto
El castillo de Sant Jordi (Ametlla de Mar) fue ocupado por la orden religioso-militar de Sant Jordi de Alfama, reconocido por el Papa. Ahora se celebran bodas civiles
En cuestión de calas, el sur catalán también existe. En el litoral de la Ametlla de Mar hay calas de primera división para disfrutar del dolce far niente. Tiempo atrás eran refugios naturales utilizados por navegantes y pescadores. También por contrabandistas, especialmente entre mediados del siglo XIX y primer tercio del XX. Si viene hasta aquí le será fácil imaginarse una barca entrando de noche con un cargamento de armas y munición, ropa, licores y sobre todo tabaco. En más de una ocasión hubo tiroteos entre los carabineros y los matuteros (contrabandistas). Más de una vez también se produjeron detenciones en el puerto natural del Estany.
En un pequeño cabo que hay entre la cala Sant Jordi y la cala Vidre se alza el castillo de Sant Jordi de Alfama. He quedado con el historiador Xavier Figueres. El actual castillo, del siglo XVIII, no es el original, construido en el XIII y derruido por los castellanos durante la Guerra de los Segadores para combatir a las tropas francesas. Encima del roquedal, cerca del mar, hay restos de aquel primer castillo, pero si no te lo dicen ni los ves. Otra ruina, algo menos destrozada, es una antigua torre de telegrafía óptica de 1850, que funcionó poco tiempo; enseguida llegó la telegrafía con hilos. Ahora hay un pino pequeño dentro, torcido por el viento, y al lado abundante palmito.
Paseando por los alrededores del castillo disfruto de una buena vista de la cala Sant Jordi. Hay una laguna de agua salobre, formada por una mezcla de agua dulce del acuífero que se acumula en el barranco que desemboca en la cala y agua marina que llega por infiltración o durante los temporales de otoño e invierno. El agua dulce debió motivar que se hiciera el castillo, que desgraciadamente está cerrado al público. Pero aunque sea por las vistas del emplazamiento, vale la pena ir.
Como Xavier Figueres ha pedido las llaves, podemos entrar. Es de dimensiones bastante reducidas, pero con todo lo necesario. Sigue el modelo que diseñó el francés Vauban, con un patio poligonal interior. "¿Por qué se hizo este castillo?", pregunto a Xavier mientras vamos entrando en las diferentes estancias. "Para proteger esta zona, conocida como el desierto de Alfama, que había sido conquistada a los árabes, y para fomentar la repoblación. Pero los primeros intentos fracasaron. Habrá que esperar hasta la segunda mitad del siglo XVIII para que Sant Jordi se convierta en vecindario".
"Fue el rey Pere el Catòlic quien, a principios del siglo XIII, observando los perjuicios que se producían por la falta de vigilancia y protección militar, otorgó esta zona a los nobles catalanes Joan d'Almenara y Martí Vidal para que construyesen una fortaleza para repeler los ataques de los piratas y que a la vez se convirtiera en casa de oración dedicada al caballero Sant Jordi y en hospital de transeúntes para quienes hacían noche en la ruta entre Barcelona y Valencia", comenta Xavier. "Es el primer hospital de transeúntes de la zona. Más adelante se hará uno en L'Hospitalet de l'Infant y otro en El Perelló".
Fue ocupado por la orden religiosomilitar de San Jorge de Alfama, reconocida por el Papa. Los santjordianos participaron en diversas expediciones y conquistas en Mallorca, Valencia, Cerdeña (asedio de Alguer)... Los piratas aquí también hicieron de las suyas. El comendador de la orden y su hermana fueron raptados y estuvieron en cautiverio hasta que se pagó el rescate. Más acá, el prior de Alfama y el séquito de trece personas que le acompañaban también fueron capturados, trasladados a Argel y comprados como esclavos", me explica Xavier.
Ha tenido un montón de huéspedes este castillo y el área que le rodea. De hecho, ya en época romana existía un campamento militar. Se sabe que el rey catalán Jaume I estuvo aquí, y también numerosos nobles. Durante la primera guerra carlista fue ocupado por los carlistas. Hoy en día había el proyecto de convertir-lo en casa de colonias, pero se desestimó. La actividad más habitual son bodas civiles. La religión –y las guerras– ha dejado de estar presente.
TORRES QUE YA NO ESTÁN. Se sabe que en el primer castillo de Sant Jordi había una alta torre del homenaje, que fue derruida, como toda la fortificación, durante la Guerra dels Segadors. De otra torre, la de la telegrafía óptica, de 1850, quedan algunos escombros.
NUMEROSAS POSESIONES. Los santjordianos llegaron a tener numerosas posesiones en las tierras de habla catalana, e incluso en tierras aragonesas, como Bujaraloz, por su participación en guerras. La orden tenía hospitales de enfermos y pobres en Reus.