El análisis de Antoni Bassas: ‘A Barcelona y Catalunya, en un momento muy bajo’

Seamos honestos con nosotros mismos: ¿cómo nos conjuramos para acabar con la corrupción o la ufanía? ¿Qué visión de excelencia, autoexigencia y responsabilidad seremos capaces de darnos a nosotros mismos?

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Bassas

La detención del presidente del Barça Josep Maria Bartomeu y tres ejecutivos del club es, por su impacto popular y su alcance internacional, una de esas noticias que hunde la imagen del país. No hay que ser del Barça –incluso siendo contrarios al Barça y a la hipertrofia del fútbol en la sociedad– para admitir que tanto lo bueno como lo malo que pasa en el FC Barcelona afecta a la imagen exterior del país y a la mirada que la sociedad catalana proyecta hacia sí misma.

La noticia llega justo en el momento en el que la ciudad también vive horas bajas debido a la pandemia y la violencia en las calles. El país está tocado políticamente, económicamente, socialmente, debido a los efectos sanitarios y económicos de la pandemia, y por el conflicto político que mantiene a parte del antiguo de gobierno de la Generalitat entre la prisión y el exilio. Con este panorama no sería extraño diagnosticar un cuadro depresivo en la salud del cuerpo social catalán.

Y, precisamente por eso, hoy este análisis quiere ser una invitación a hacer salir lo mejor de nosotros mismos. No nos podemos dejar vencer por las dificultades reales, y mucho menos por aquellas amplificadas por altavoces políticos, mediáticos o económicos que han trabajado toda la vida para destruir nuestra autoestima. Ciertamente, si ahora ponemos un espejo ante la realidad catalana, el panorama es durísimo, pero cuidado porque no vale cualquier espejo. En Catalunya oímos y leemos lo que se dice sobre nuestro país pero se escribe fuera de nuestro país con la voluntad de reducirnos a una provincia. A estos todo les parece mal, no dejan espacio para buenas noticias, todo es catastrofismo interesado.

Y, mientras hacemos este ejercicio de soberanía del pensamiento, seamos honestos con nosotros mismos: ¿qué hemos hecho mal? ¿Qué comportamientos personales y colectivos tenemos que erradicar para siempre jamás? Y, sobre todo, de cara al futuro, ¿cuánta ambición profesional, empresarial y social nos falta para salir del pozo? ¿Cómo nos conjuramos para acabar con la corrupción o la ufanía? ¿Qué visión de excelencia, autoexigencia y responsabilidad seremos capaces de darnos a nosotros mismos? 

Somos un gran país. Lo hemos demostrado renaciendo cada vez y habiendo sido capaces de dar al mundo catalanes universales y expresiones culturales colectivas que resuenan por todas partes. Tenemos motivos para creer en nosotros mismos. Si no lo hacemos nosotros, ¿quién lo hará?

Nuestro reconocimiento para los que trabajan en primera línea, un recuerdo para los que sufren, para los presos políticos, para los exiliados, y que tengamos un buen día.

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