El análisis de Antoni Bassas: 'Detrás de las sonrisas entre el rey y el presidente'

Una cosa es que el rey y el presidente de Cataluña se saluden con cordialidad y otra vez que la relación política y económica entre el Estado y Cataluña sea ya no digo cordial, sino simplemente normal. La amnistía no se aplica, hay un presidente y dos consejeros en el exilio y unos pocos políticos todavía inhabilitados

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Las autoridades presentes en el acto de inauguración de la Copa América

Cuando hace tres semanas de la toma de posesión de Salvador Illa como presidente de la Generalitat, ya ha recibido el rey Felipe de Borbón en Barcelona.

El rey Felipe y Salvador Isla

La Copa América ha sido el escenario ideal para escenificar, con estudiada naturalidad, la vuelta a la normalidad institucional. La ocasión estaba desprovista de solemnidad: todo el mundo descorbatado en pleno agosto, convocados para una regata, especialidad a la que tan aficionada es la corona española. Todo se hace al modo de Isla, sin estridencias pero con determinación. Ayer, los socialistas hicieron el pleno: el presidente, el ministro, el delegado del gobierno y el alcalde estaban a recibir su majestad.

Durante estos años de protestas y desacuerdos Corona-Generalitat, la prensa española no ha sido de subrayar, con malestar tirando a indignación, que el trato que recibía el rey cuando venía a Cataluña por parte de la Generalitat o de algunos ayuntamientos no era aceptable. El desaire en la Corona era un agravio inadmisible. La foto de ayer termina con el agravio.

Hay prisa por convertir una presidencia socialista en Catalunya por los pelos, con el voto imprescindible de Esquerra y de los Comunes, en la evidencia de que la tormenta ha pasado y ya vuelve a salir el sol. Ciertamente, ni Felipe de Borbón ni Pedro Sánchez tienen la contestación en las calles que habían tenido en las calles de Catalunya haces tanto, porque el independentismo, hoy, se ha autodesarticulado. Pero todo el mundo es lo suficientemente inteligente para darse cuenta de que una cosa es que el rey y el presidente de Cataluña se saluden con cordialidad y otra que la relación política y económica entre el Estado y Cataluña sea ya no digo cordial, sino simplemente normal. La amnistía no se aplica, hay un presidente y dos consejeros en el exilio y unos pocos políticos todavía inhabilitados. La financiación vuelve a ser la piedra de escándalo y en el referéndum no se le espera.

Con todo, la suma de altavoces de Madrid y Barcelona que se apresurarán a multiplicar imágenes como las de ayer en el puerto de Cap i Casal y la misma evidencia que los socialistas catalanes controlan las principales instituciones del país ayudarán a crear la sensación de que Catalunya ha pasado página. Y no perdamos de vista que de la sensación se pasa a la realidad y de la realidad a la inercia. Por eso, aunque todo el mundo es consciente de lo que hay detrás de las sonrisas de anoche en la marina barcelonesa, esta imagen es, sin duda, la de una nueva etapa.

Buenos días.

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