El análisis de Antoni Bassas: '«Los jueces italianos leen los diarios y no se quieren meter en líos» (Casado)'

Escuchen a Pablo Casado, ayer por la noche en TVE, después de su regreso triunfal de la convención de la semana pasada: "Los jueces italianos leen los diarios y no se quieren meter en líos". Este es el nivel

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El presidente Puigdemont llega hoy a Bruselas después de que ayer la juez de Cerdeña lo soltara. La resolución de la juez fue muy sencilla. Miren si fue sencilla que Puigdemont no tuvo ni que declarar y que el fiscal italiano, que representaba los intereses del Tribunal Supremo español, estuvo de acuerdo con la decisión de la juez.

¿Y qué es esto tan sencillo que decidió la juez italiana? Pues que no podía enviar a Puigdemont a España hasta que la justicia europea no decidiera dos cosas: una, que decida sobre si el eurodiputado de Amer tiene inmunidad o no, y dos, que conteste al juez Llarena cuáles son los límites de las euroórdenes. ¿Y cuánto falta para que la justicia europea se pronuncie? Yendo bien, hasta la primavera del año que viene. Y noten que una de las decisiones que se está esperando es sobre una consulta que hizo el juez Llarena. O sea pregunta y antes de que le contesten ya pide la extradición en Italia, y lo hace, según todos los indicios, basado en la idea que como España colabora mucho con Italia porque siempre le está enviando mafiosos italianos detenidos en España, ahora, en correspondencia, Italia tiene que enviar a Puigdemont a Madrid. Pues no. Y hoy leo en El País que una persona del Supremo ha dicho: “Si Italia no lo entrega ahora, no lo entregará nunca”.

Miren, es posible que algún día el president Puigdemont sea extraditado a España, pero no ahora. Mientras estemos esperando a ver qué dice sobre su inmunidad la justicia europea, no será extraditado. Y aquí es donde hay que preguntarse por qué el juez Llarena insiste tanto, si sabe que difícilmente ganará. Es que ayer incluso envió un papel a la juez italiana avisando de que la euroorden también afectaba a Comín y Ponsatí.

Todavía más, Llarena no es un ”electrón libre”, para decirlo como lo ha dicho hoy en Tv3 la ex consellera Clara Ponsatí. Llarena es magistrado de la Sala Segunda del Tribunal Supremo y, por lo tanto, no hace nada que no lo sepa Manuel Marchena, presidente de la Sala Segunda del Tribunal Supremo. De aquí se deduce que lo que puede estar haciendo el Supremo es querer poner en evidencia al gobierno de Pedro Sánchez ante los votantes españoles. Leo de La Razón de hoy en este artículo titulado “Puigdemont tiene demasiados aliados”: "Los ímprobos esfuerzos del magistrado Llarena han vuelto a topar con una realidad inconcebible, como es que ni el gobierno español ni la Abogacía del Estado ni la justicia comunitaria muevan un dedo para que Puigdemont pueda responder de sus actos ante un tribunal español”.

O sea, si la juez italiana toma una decisión tan sencilla es culpa de Pedro Sánchez, de la Abogacía del Estado (o sea, de Pedro Sánchez) y de la justicia europea; toda. Es lo más pareciendo al chiste de aquel que conducía a contramano y decía que eran todos los demás los que iban en dirección contraria.

Pero por si un comentario en una página de un diario no les parece suficiente argumento de autoridad, escuchen a Pablo Casado, ayer por la noche en TVE, después de su regreso triunfal de la convención de la semana pasada. Casado: "Si los países de nuestro entorno ven que Sánchez pacta con los socios de Puigdemont, ¿qué harán? No meterse en líos. Si llego al gobierno haremos una gran campaña diplomática internacional para explicar que lo que está pasando no lo admitiría ningún país. El gobierno quiere que Puigdemont no sea extraditado, porque esto reventaría la operación diálogo y la legislatura”.

Atención a la explicación: los jueces italianos leen los diarios y no se quieren meter en líos. Este es el nivel. Es tan bajo que, hoy, en La Vanguardia, el abogado Xavier Melero, con su ironía habitual, sugiere que “se indulte a Puigdemont con la máxima urgencia y las más honrosas condiciones para volver”. Y así que vuelva a Catalunya, “donde lo recibiremos con alivio incluso los que posiblemente no lo votaríamos ni en plena intoxicación etílica”. Melero no es independentista, sufre por el prestigio de la justicia española y no le tiene ninguna simpatía al presidente, pero dice que cuando Puigdemont dijo que la justicia española no perdía ninguna ocasión para hacer el ridículo, “por mucho que pueda irritar tenerlo que reconocer, esta vez tenía toda la razón”.

Y así se acaba este nuevo combate de yudo, nuevamente con victoria de Puigdemont, y ya van cinco. España pone la fuerza y el presidente en el exilio la usa para hacerla caer. Pero todos estos combates, ¿de qué sirven? Contesta Puigdemont: "Es el momento de decirle a España «basta». Basta de seguir un camino que no le da ningún resultado positivo, que dificulta la resolución política de un conflicto político. El conflicto entre Catalunya y España, el conflicto que consiste en negar a los catalanes el derecho a decidir libremente su futuro, a ejercer la autodeterminación”.

Este es el capital político del presidente al exilio. Influir decisivamente en la marcha de la política española y catalana cuatro años después de haberse exiliado.

Un recuerdo para los exiliados y para los represaliados. Y que tengamos un buen día.

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