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Cómo construir 1.000 viviendas nuevas en el centro de una capital europea

La serie noruega ofrece una mirada crítica a las derivas del urbanismo y la arquitectura contemporáneas

Eili Harboe en 'The architect'
3 min
  • Escrita por Nora Landsrød y Kristian Kilde, y dirigida por Kerren Lumer-Klabbers
  • En VOSC y VOSE en Filmin.

Durante la última campaña electoral, el nombre de la Bauhaus se convirtió en tendencia en las redes durante un par de días por la polémica a propósito del punto dedicado a la vivienda en el programa de Vox. El partido de extrema derecha mostraba su rechazo a la Nueva Bauhaus Europea, el proyecto de la Comisión Europea para afrontar desde la arquitectura, el diseño y el urbanismo los retos frente al escenario económico, social y medioambiental contemporáneo. Un movimiento ideado por Ursula von der Leyen para, al parecer, reflotar los cimientos de la escuela creada por Walter Gropius en Weimar en 1919. La Bauhaus originaria revolucionó los conceptos de la arquitectura y el diseño industrial cuando puso el talento de sus creadores al servicio de encontrar soluciones de vivienda adecuadas para la Europa de la posguerra, además de hacer accesibles para todo el pueblo, y no sólo para las élites, unos diseños industriales innovadores y prácticos.

En el imaginario popular, quien mejor ha transmitido –e incluso rentabilizado– la idea originaria de la Bauhaus ha sido el diseño y la arquitectura nórdicos. Así que tiene sentido que sea una serie noruega, The architect, dirigida por una creadora danesa, Kerren Lumer-Klabbers, la que cuestione el urbanismo actual y la deriva de los grandes despachos de arquitectura. Esta producción nos sitúa en un futuro distópico cercano, muy cercano, en el que es casi imposible vivir en el centro de una capital europea. Incluso para la protagonista, Julie (Eili Harboe, la protagonista de Thelma de Joachim Trier, vista también a Sucesión), una arquitecta licenciada a la que todavía explotan como becaria en la prestigiosa empresa de Oslo en la que trabaja. Cuando le suben el alquiler y le niegan la concesión de una hipoteca, Julie busca una solución desesperada. La encuentra en un aparcamiento subterráneo. En las ciudades del futuro próximo, tan concienciadas con el medio ambiente, ya no hay coches, así que cientos de ciudadanos sin hogar se han reapropiado del espacio vacío de los párquings, donde malviven en compartimentos precarios. Aquí Julie se hace amiga de Kaja (Ingrid Unnur Giæver), una joven que de día trabaja de maniquí en el escaparate de una tienda de lujo y por la noche boicotea las muestras de arquitectura hostil de la ciudad. Cuando se abre un concurso para proyectos que encuentren soluciones para construir mil viviendas nuevas en el centro de Oslo, Julie ve abierta su ventana de oportunidad para convertirse, por fin, en una arquitecta de prestigio. ¿Por qué no adecuar los aparcamientos para estos habitáculos? Pero, ¿hasta qué punto esta solución se contradice con sus principios?

The architect ofrece una mirada crítica al mundo de la arquitectura que honra los preceptos estéticos de la Bauhaus pero que ha olvidado sus principios políticos. Y lo hace coherentemente desde unas soluciones estilísticas funcionales y sobrias. Se trata de una serie de sólo cuatro episodios que no rebasa los 75 minutos de duración total, con los personajes mínimos para explotar a fondo una buena idea. La directora dibuja un Oslo futurista sin necesidad de desplegar grandes ambientaciones ostentosas ni recurrir a los efectos especiales. A base de pocos escenarios bien escogidos y un buen aprovechamiento de la sinécdoque del plano medio, construye esta ciudad distópica fácilmente reconocible. El tono satírico deriva en parte de una realización que recuerda bastante, a veces demasiado, a la de The office, sobre todo a la hora de retratar las dinámicas en el lugar de trabajo de Julie y el papel que jugará su ex, también arquitecto. Pero la serie sabe mantener hasta el final la tensión respecto al dilema ético al que se enfrenta la protagonista.

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