Un asesinato en el concurso de peluquería más decadente

Se echa de menos en Medusa Deluxe, el debut del británico Thomas Hardiman, el tono festivo y petardo de su secuencia postcréditos, una coreografía filmada en un solo plano que los actores del filme ejecutan al unísono siguiendo el ritmo de una efervescente canción de música disco. La película, filmada en un aparente plano secuencia de unos 90 minutos es, ante todo, un ejercicio de estilo virtuoso y, sólo en segundo lugar, un whodunit ambientado en un concurso de peluquería decadente. Hardiman recicla los elementos básicos de este subgénero criminal –un asesinato y un numeroso grupo de sospechosos que deben convivir en un espacio cerrado hasta que se resuelva el crimen–, subvirtiendo algunos de sus estilemas.

Una de las mejores ideas del film, aunque lamentablemente poco desarrollada, es la disolución de la figura del investigador, tradicionalmente masculino, en el grupo de mujeres (modelos, peluqueras) que, colectivamente, lideran la trama detectivesca. En Medusa Deluxe hay peluqueras con problemas para controlar la ira, triángulos sentimentales queer, vigilantes de seguridad solitarios en busca del amor y modelos con dotes de investigador privado; también hay una trama de contrabando de pastillas contra la alopecia y un bebé que va de mano en mano. Sin embargo, el film parece sofocar el explosivo potencial cómico que subyace en su interior (y, de paso, el tono juguetón y algo absurdo de todo whodunit) en nombre de un rigor formal que, aunque brillando en muchos niveles (el sofisticado diseño sonoro), deja una inevitable sensación de vacío.