Balance positivo para unos Juegos que han dado tregua interna a Francia
París entregó el testigo a Los Ángeles en una ceremonia de clausura espectacular y se cerraron unos Juegos que habían creado muchas incógnitas, preocupaciones y expectativas. Se han celebrado con un gobierno provisional –las elecciones legislativas fueron a principios de julio y todavía no está claro quién podrá formar gobierno– y un país fuertemente dividido y enfrentado, en máxima alerta antiterrorista, con una fuerte preocupación por la seguridad y con dudas, como siempre, sobre la organización deportiva y ciudadana.
La apuesta por trasladar parte de la competición a escenarios de la ciudad y hacer que todo París viviera los Juegos era arriesgada. Se vio en la inauguración, cuando la lluvia deslució la ceremonia, y también se ha comprobado en las pruebas que debían realizarse en un Sena que no cumplía las condiciones adecuadas de salubridad. Sin embargo, para lo demás ha sido un acierto, porque toda la ciudad se ha hecho suyos los Juegos, los ha vivido, los ha oído. Según explican todos los que estaban allí, los Juegos han hecho crecer la autoestima y el sentimiento de pertenencia común de parisinos de todo tipo de origen y clase social. En este sentido, a nivel interno la alcaldesa socialista de París, Anne Hidalgo, y también el omnipresente Emmanuel Macron han marcado un punto monopolizante el éxito. La tregua olímpica interna, que ha creado el espejismo de una Francia unida y comúnmente orgullosa de su diversidad y capacidad organizativa, podría ser un estímulo para evitar el crudo rifirrafe político anterior.
Sin embargo, aunque es evidente que los Juegos marcan siempre un antes y un después en todas las ciudades donde se celebran, como bien pudo comprobar Barcelona, también son un evento mundial que tiene un impacto que supera mucho las implicaciones locales .
En estos Juegos hemos visto de nuevo batir récords, hemos vuelto a disfrutar de las grandes figuras y hemos descubierto nuevas. También se ha repetido la competición de las grandes potencias para conseguir medallas, que, expulsada Rusia, ha tenido como principales rivales a Estados Unidos y China. Por poco, han ganado la carrera los estadounidenses.
Sin embargo, como dijo Pierre de Coubertin, el fundador de las olimpiadas modernas, en unos Juegos Olímpicos “lo importante no es ganar sino participar”, y por eso nos hemos emocionado con historias de superación y hemos estado pendientes también de los perdedores y de quienes lo han intentado infructuosamente. Ayer nos pedíamos por qué hay tanta gente que nunca sigue los deportes y que, en cambio, nada se pierde de los Juegos. Hay muchos factores, pero ese espíritu de superación, el ejemplo del esfuerzo de los atletas y la espectacularidad de muchos de estos deportes, que durante el año para nosotros quedan escondidos por la omnipresencia del fútbol o del baloncesto , tienen mucho que ver.
En cuanto al deporte catalán, ha mantenido su presencia en los triunfos de los equipos españoles –como los oros en fútbol masculino y en waterpolo femenino– e individualmente mantiene el buen nivel en la vela, con la medalla de Florian Trittel. Pero tanto a nivel catalán como español no se han cumplido las expectativas y eso ha provocado una sensación de decepción. Está claro que hay camino por recorrer para mejorar de cara a Los Ángeles.