La1 ha estrenado Bake off: Famosos en el horno, la versión española de uno de los formatos televisivos de mayor éxito internacional. El programa triunfa en todo el mundo adaptándose a la tradición pastelera de cada país. La versión original es la británica, con The great British bake off, y establece las pautas formales de ese talent show.
En España ha habido ediciones anteriores de Bake off, tanto en Cuatro como en Amazon Prime Video, que no han tenido continuidad. La1 insiste en la idea de incluir a los famosos como concursantes. En esta edición participan el actor Marc Clotet, los hermanos futbolistas Julio y Patxi Salinas, los hijos de Isabel Preysler Ana y Julio, la actriz Yolanda Ramos y el dúo musical Azúcar Moreno, entre otros. El primer programa fue suficiente para intuir qué personajes sobrevivirán para garantizar el espectáculo y cuáles serán los finalistas.
Bake off: Famosos en el horno, que parece un título para enviar celebridades al crematorio, se parece demasiado a Master Chef Celebrity. La pastelería es un elemento secundario, mientras que se prioriza el show estresante y la payasada. La dinámica visual es la misma. Da igual si deben amasar, cocinar o coser. El despliegue de musiquetas y planes de reacción siempre es el mismo. La diferencia es aún más evidente si comparamos el espíritu con el del programa original. En The great British bake off está basado en la excelencia de sus participantes amateurs. Son concursantes (no famosos) con un dominio indudable de la pastelería, de modo que el nivel de competición es más elevado. Los resultados suelen ser fascinantes y el programa suele despertar admiración entre la audiencia. Los postres y pasteles que preparan son tan espectaculares que cualquier nominación y expulsión se convierte en trágica, porque queda sensación de injusticia. La extrema precisión que pide la pastelería sólo provoca algún sonado fracaso teniendo en cuenta la gran dificultad de los retos. También se pone mayor énfasis en los procesos de trabajo, porque los participantes dominan las diferentes técnicas. Además, la prueba inicial de las tres que tiene cada emisión siempre da libertad creativa a los concursantes.
La versión española de Bake off, en cambio, potencia la chapuza. Y, encima, en el primer programa nos enseñaban el resultado de cómo les va a quedar antes de hacerlo. Aunque se valoran las virtudes de los más hábiles, la gracia radica en la ineptitud gastronómica. A medida que avanza el concurso adquieren mayores conocimientos porque los famosos reciben, fuera del programa, asesoramiento de expertos. El día del estreno, los concursantes debían hacer magdalenas y un bizcocho enrollado y relleno. Sin embargo, el resultado fueron múltiples buñuelos. Y esa ridiculización de las habilidades del famoso y el fracaso de la pastelería es la que funciona como espectáculo.
Seguramente, de esta diferencia de planteamientos, entre el virtuosismo británico y la chapucera ibérica, se pueden hacer algunas interpretaciones culturales.