Las claves de la fusión entre Honda y Nissan, una operación asimétrica a tres bandas

Desde hace unas semanas Honda y Nissan han iniciado un proceso de negociación para estudiar una posible fusión entre las dos compañías que, si llega a buen puerto, se materializará en un acuerdo definitivo en junio. Ambas marcas automovilísticas dieron una rueda de prensa conjunta en la que señalaban que la fusión responde al "objetivo de mantener su competitividad" en un mercado cada vez más complicado en el que los grandes fabricantes mundiales tienden a buscar alianzas y fusiones para competir en igualdad de condiciones con los nuevos actores emergentes, especialmente los grandes fabricantes chinos.

Si se cierra un acuerdo definitivo la entidad resultante tendría previsto empezar a cotizar en la bolsa de Tokio en agosto de 2026 y se convertiría en un gigante con una facturación de más de 191.000 millones de dólares y una ganancia operativa o beneficio neto superior a los 20.000 millones de euros. Se posicionaría como el tercer fabricante mundial en volumen de producto, sólo superado por Toyota y Grupo Volkswagen. Sin embargo, este proceso de fusión es una negociación asimétrica en la que Honda tendría un papel preponderante, con la mayor parte de sus directivos y altos cargos manteniendo el control de la nueva entidad.

Ambas partes implicadas han manifestado que la entidad resultante, en cualquier caso, mantendría las marcas comerciales actuales tal y como las conocemos, y se limitará a generar nuevas sinergias (uso de plataformas compartidas, motores y otros elementos tecnológicos) y los consiguientes ahorros operativos a la hora de unificar procesos productivos entre Honda y Nissan.

Mitsubishi y Renault, dos incógnitas

Durante este mes de enero un tercer fabricante automovilístico japonés, Mitsubishi, se ha sumado a las negociaciones para el proceso de fusión entre Honda y Nissan. Llegados a este punto, conviene recordar que Mitsubishi se ha convertido hace unos años en una marca satélite que orbita alrededor de Nissan, adecuando su gama y compartiendo diferentes elementos tecnológicos y mecánicos con Nissan.

Pero Nissan y Mitsubishi no son marcas del todo independientes, y éste es el principal obstáculo en estas negociaciones por el proceso de fusión con Honda. Actualmente, Nissan y Mitsubishi forman parte de una alianza comercial e industrial con Renault que vivió sus momentos álgidos durante la presidencia de Carlos Ghosn y que se ha enfriado mucho desde la caída en desgracia del antiguo consejero delegado de Renault . El actual director ejecutivo de Renault, el italiano Luca de Meo, ha iniciado un proceso de transición profundo de la marca del rombo, y es una incógnita saber qué quiere hacer con el importante paquete accionarial (que alcanza el 36% de las acciones) que actualmente tiene de Nissan.

Renault ya ha rechazado algunas ofertas tempranas para concretar la venta de las acciones de Nissan bajo su control, ya estas alturas es una incógnita saber qué exigencias querría fijar en este proceso de fusión, sobre todo porque el nuevo grupo resultante sería mayor que el grupo Renault, que quedaría en una posición más complicada que la actual en el nuevo escenario industrial a nivel mundial. Sin embargo, los accionistas de Renault saben que la alianza con Nissan y Mitsubishi pasa por sus momentos más bajos y verían con buenos ojos la venta del paquete accionarial, lo que generaría unos ingresos extraordinarios y resolvería también un panorama tenso y enrarecido por las diferencias entre el fabricante francés y sus socios actuales.

Una partida de póquer

Sin embargo, a nadie se le escapa que el proceso de fusión entre Honda y Nissan, al que con toda seguridad se añadirá Mitsubishi, es un proyecto que cuenta con el apoyo del gobierno de Japón. El secretario del gabinete de ministros de Japón, Yoshimasa Hayashi, ya anunció: "Esperamos que con el entorno actual de la industria automovilística se tomen las medidas necesarias para sobrevivir en el nuevo escenario internacional". Sin decirlo abiertamente, este proceso de fusión cuenta con el visto bueno del gobierno nipón.

Por último, conviene recordar que el estado francés posee un 15% del paquete accionarial de Renault, y que fuentes ministeriales francesas ya han anunciado que "seguirán atentamente" el proceso de fusión entre las marcas japonesas. En última instancia, esta realidad es uno de los motivos por los que Nissan cuenta con el apoyo explícito del gobierno japonés, ya que nunca ha visto con buenos ojos que el gobierno de Francia pueda incidir de forma indirecta en las decisiones industriales y comerciales de una de las principales empresas del país, y apuesta por tejer un nuevo entramado industrial con el epicentro del poder de decisión en el país del sol naciente.

Sin ir más lejos conviene recordar que detrás de la decisión de cerrar la planta de Nissan en la Zona Franca estaba la voluntad de derivar la producción de los modelos que se fabricaban en Francia para garantizar los puestos de trabajo dentro del país galo, en un movimiento en el que se dejó entrever el grado de poder del gobierno de Francia en la alianza con Nissan.