HOMENOTES Y MUJERES

El constructor que impulsó el RCD Espanyol

Josep Maria Miró, menos conocido que su hermano Laureà, tuvo una trayectoria apasionante

David Valero Carreras
3 min
El constructor que impulsó el RCD Espanyol

La carretera nacional 340 realiza las últimas curvas agónicas en medio del Baix Llobregat, después de más de 1.200 kilómetros agotadores que han comenzado en la localidad gaditana de Puerto Real. La muerte definitiva se produce en Sant Feliu de Llobregat, cuando pasa a reencarnarse en una larga recta bautizada como calle Laureà Miró. La denominación de la avenida hace referencia a Laureà Miró Trepat, un político catalán que desapareció en plena juventud, a los 32 años. Mientras él es conocido a pesar de su corta vida, su hermano Josep Maria, que tuvo una trayectoria apasionante, no lo es nada entre el gran público.

Los negocios familiares -contratistas de obra pública y civil- propiciaron que viniera al mundo en Uruguay, pero al poco tiempo la familia regresó a Barcelona. La cómoda situación económica permitió a Josep Maria Miró Trepat dedicar mucho tiempo a las aficiones, hasta el punto de convertirse en lo que hoy se llamaría emprendedor en serie. Pero no sólo eran negocios, lo que le ocupaba el tiempo: en 1900 fue uno de los creadores del RCD Español -club que poco después presidiría- y en 1905 contribuyó a fundar el Sevilla FC, aunque el revisionismo histórico sevillista ahora n ha alterado el relato. Su fortuna personal le permitió financiar el primer campo con cara y ojos de ambas entidades.

Unos años después, residiendo en Madrid, presidió el Racing Club de Madrid, un club que había fundado su hermano Alejandro y que tenía un enfoque hacia el profesionalismo muy innovador pero que no tuvo éxito. Todavía presidió un cuarto club, Real Sociedad Gimnástica Española, también en Madrid. La afición por el deporte no sólo la canalizaba gestionando clubs: también era practicante asiduo. Prueba de ello es que en 1920 fue designado para competir en los Juegos de Amberes en la modalidad de tiro olímpico.

Aunque el negocio familiar (Miró, Trepat y Compañía) lo dirigía su hermano Joan, Josep Maria también estaba implicado de forma decisiva y era accionista de peso. A lo largo de un buen puñado de años participaron en obras muy significativas, como el cremallera Monistrol-Montserrat (1905) y la urbanización de la Gran Vía de Madrid (1905), donde coincidieron con Samuel James Morris, representante de la compañía británica Hugues & Sterling, también presente en el consorcio constructor. La importancia de Morris es que fue el padre de los hermanos Samuel, Henry y Miguel, tres pioneros del fútbol en Catalunya, amigos de Joan Gamper y Carles Montañès.

También participaron en la electrificación de Sant Martí de Provençals (1906), la construcción del Depósito de Aguas de Barcelona en Esplugues (1910) y la edificación de las torres de la central térmica propiedad de la compañía Energía Eléctrica de Cataluña, en Sant Adrià de Besòs (1912). Esta última obra fue capital, porque fue la primera construcción en la que utilizaron hormigón armado, una técnica innovadora importada de Francia que les dio prestigio. La térmica estuvo en funcionamiento hasta 1954. Años más tarde, su función la heredaron las torres que hoy todavía marcan el perfil de la localidad metropolitana.

Pero en paralelo al crecimiento de la empresa, también hubo conflictos laborales. Se les denunció varias veces por haber abusado de los trabajadores. Los hechos trascendieron a la prensa y algún diario llegó a titular "Como en la Edad Media", haciendo referencia al trato a los obreros.

En 1911 cambiaron el nombre de la sociedad, que se pasó a llamar Construcciones y Pavimentos, SA. También dejan las oficinas de la calle Pelai 1 para mudarse al paseo de Gràcia 80, chaflán con la calle Mallorca. El negocio iba tan bien que se permitían tener como fotógrafo oficial de la compañía a Josep Brangulí, uno de los grandes mitos del fotoperiodismo del país. En 1918 decidieron dar un paso más y transformar un problema -la falta de acero por causa de la Gran Guerra- en una oportunidad y se centraron en construir barcos de hormigón. El prototipo fue llamado Mirotres, pero no tuvo una vida demasiado larga. La aventura resultó de corto vuelo porque el fin de la guerra normalizó la producción de acero.

A Josep Maria Miró la muerte le llegó a los 74 años, viviendo en Madrid y tras ver cómo dos de sus hijos morían en la Guerra Civil, en un episodio trágico conocido como los hechos del túnel de la muerte , en Usera, un barrio de la capital española.

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