La poca credibilidad del PP cuando habla de corrupción
El PP ha decidido poner una querella contra el PSOE por corrupción, una iniciativa insólita en un partido político, ya que parece que delegue en los juzgados el trabajo de oposición que le tocaría realizar en otros ámbitos, por ejemplo en el Congreso de los Diputados. Pero aún es más lamentable que esta querella no se base en hechos mínimamente comprobados, por ejemplo en relación al caso Koldo, sino en una acusación anónima de la que se hizo eco un medio con tan poca credibilidad como The Objective, en la que se afirma que un empresario entró en la sede de Ferraz con sacos llenos de dinero. Un dinero que, según el denunciante, serviría para financiar ilegalmente al partido a cambio de favores políticos. La jurisprudencia del Tribunal Supremo fija que no se pueden presentar querellas basadas sólo en recortes de prensa, que es lo que hacen habitualmente organizaciones ultras como Manos Limpias, y por tanto la Fiscalía ya augura que esta iniciativa legal tendrá poco recorrido.
Por tanto, es lícito preguntarse: ¿por qué lo hace, el PP? Hay un motivo coyuntural y uno más de fondo. Lo coyuntural es que la sobreactuación en esta cuestión le permite desviar la atención sobre el error que cometieron sus diputados cuando votaron a favor de una transposición legislativa europea que hará que algunos etarras salgan antes de la cárcel porque se les recuentará el tiempo que pasaron encerrados en Francia. Este lunes han maniobrado en el Senado para intentar forzar otra votación en el Congreso de los Diputados, pero no está claro que salgan adelante.
Pero la razón más de fondo es que Alberto Núñez Feijóo no quiere asumir el desgaste de una moción de censura, que es lo que tocaría hacer en el ámbito político si de verdad el PP considera que la corrupción que afecta al PSOE es tan grave. Una vez más, Feijóo duda y opta por un camino de en medio que no acaba de convencer a nadie dentro del partido. Si realmente quisiera ir a por todas, Feijóo debería asumir el riesgo de una derrota parlamentaria y presentar una moción de censura como la que presentó en su día Pedro Sánchez ante Mariano Rajoy. Pero, claro, no es solo que Feijóo perdería con toda probabilidad la votación (en todo caso dependería de Junts), sino que en un debate en el Congreso sobre corrupción el PP no tiene credibilidad alguna. Nada más hacer la lista de condenas o de casos pendientes de juicio que afectan al PP ya agotaría bastantes minutos de discurso en la tribuna. Y recordemos, además, cómo llega Feijóo a la presidencia del PP: después de que les varones del partido defenestraran a su presidente por haber insinuado un caso de corrupción que afectaba a Isabel Díaz Ayuso.
El PP confía en que con el caso Koldo, o quizás ya el caso Ábalos, le bastará para desgastar a Pedro Sánchez de cara a las próximas elecciones. Y quizá tenga razón, porque las informaciones que afectan a la ex mano derecha de Sánchez no son optimistas para sus intereses. Pero lo que no pueden aceptarse son lecciones de honestidad de un partido que, para empezar, actúa desde una sede que fue pagada con dinero negro.