Homenotes y danzas

El desconocido monopolio español de las cerillas que dio el salto a los mecheros

Ildefonso González-Fierro Ordóñez es el empresario que puso las bases de Fosforera Española

3 min
El empresario Ildefonso González-Fierro Ordóñez.

En 1984, un equipo español de ciclismo intentó tomar de las manos al mítico Reynolds el liderazgo estatal en este deporte. El equipo tenía el curioso nombre de Zor y contaba con grandes estrellas como Eduardo Chozas, Alberto Fernández, José Luis López Cerrón, Alvaro Pino o Faustino Rupérez. Sus rivales, los del papel de aluminio, tenían a Ángel Arroyo, a Perico Delgado, a Julián Gorospe, a Josep Lluís Laguia oa un jovencísimo y desconocido Miguel Induráin. Con los años, el equipo Reynolds mutó en Banesto y en la actualidad su herencia deportiva recae en el Movistar Team. Sin embargo, el Zor se fue diluyendo poco a poco, cambiando de propietario y perdiendo el potencial que había tenido. ¿Pero qué era Zor y por qué gastaban tanto dinero en el deporte de la bicicleta?

La respuesta la encontramos en un movimiento estratégico de un histórico fabricante de cerillas, Fosforera Española, que hizo lo que hoy en día en el mundo de las start-ups se conoce como pivotar. Se pusieron a fabricar un producto completamente diferente al suyo, pero que a la vez era el que más daño les podía hacer desde el punto de vista de mercado: los mecheros. Que la empresa se dedicara a las cerillas tenía su origen en los años 20 del siglo pasado, cuando el producto –aunque parezca sorprendente– formaba parte de un monopolio público en régimen de concesión: la Compañía Arrendataria de Fósforos, SA.

Detrás de aquellos orígenes lejanos había un hombre llamado Ildefonso González-Fierro Ordóñez (y más tarde, Ildefonso Fierro Ordóñez), nacido en la cuenca minera de León en una familia que hizo bastante dinero gracias al comercio de carbón local y que después dio un salto cualitativo durante la Primera Guerra Mundial, gracias a fundar una naviera y dar el servicio que los países aliados no podían llevar a cabo (un caso parecido es el de los Tayà en Cataluña). Ya durante el conflicto bélico eran titulares de una participación de peso en la firma Azucarera.

Con el patrimonio y los contactos acumulados, Fierro logró –como hemos avanzado– que le concedieran la explotación de un monopolio tan rentable como el de las cerillas (1922), un éxito que sentó las bases de lo que sería uno de los principales imperios de la Península durante décadas bajo el nombre de Fosforera Española. Hoy en día puede parecer sorprendente, ya que el gran público ha olvidado por completo la familia Fierro, pero sus dominios abarcaban todos los sectores imaginables, como veremos a continuación.

En la década de los 30, nuestro protagonista entró en el sector financiero a través del Banco Internacional de Industria y Comercio (que acabó en manos del Banco Central en 1946), pero también en el de los combustibles con su participación en otro monopolio, el del petróleo, que explotaba Campsa. Al final de la Guerra Civil poseía un holding muy potente, con los negocios tradicionales (minería, cerillas, navieras, banca), pero también con algunos nuevos, como la construcción, los seguros, los perfumes y una empresa auxiliar de la navegación aérea .

Familia de financieros

Cuando vendió el citado Banco Internacional, aprovechó para crear otro, el Banco Ibérico, que tendría una vida más larga y que le permitió canalizar las inversiones y sentarse en infinidad de consejos de administración. Este banco llegó a estar situado entre los doce más importantes del Estado. Durante el franquismo, el conglomerado familiar alcanzó su cenit, con participaciones muy destacadas, como la de FASA (Fábrica de Automóviles, SA) Renault, que era la empresa que fabricaba coches bajo licencia Renault en una planta de Valladolid.

Fierro murió en pleno desarrollismo, y la prueba de su poder es que a su funeral asistieron seis ministros, junto al todopoderoso almirante Luis Carrero Blanco. Treinta años después de su desaparición, los herederos se desprendieron del negocio primigenio, el de las cerillas, que traspasaron a la multinacional sueca Procordia. Antes también habían abandonado la aventura de los mecheros con los que abríamos este relato. Hoy en día, los Fierro siguen gozando de una gran fortuna, pero sin la gran visibilidad pública de generaciones anteriores.

stats