Literatura

El día que Josep Pla conoció a Adolf Hitler

'La inflació alemanya' recoge, por primera vez en un volumen, unos ochenta artículos escritos por Josep Pla entre 1923 y 1924, durante la temporada que fue corresponsal para 'La Publicitat'

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Berlín en 1924.

Barcelona"La característica de Hitler es el impermeable. Es un impermeable vulgar, con cinturón y solapas grandes, pero parece el patrón del que han salido los impermeables vulgares, con solapas grandes y cinturón", publica Josep Pla el 28 de noviembre de 1923 a La Publicidad, semanas después del golpe de estado fallido del líder nacionalsocialista en una cervecería de Múnich. La capacidad de observación del autor de El quadern gris no se detiene aquí. "En la manga del impermeable –añade al artículo–, Hitler lleva una gran cruz teutónica. Esta cruz, hoy en Alemania, es el signo antijudío".

Ha sido necesario que pasaran cien años de este encuentro a tres bandas entre Pla, Hitler y Eugeni Xammar –entonces corresponsal de La veu de Catalunya– para poder leerla acompañada de una extensa antología de los artículos que el periodista y escritor escribió para La Publicitat entre el 1 de agosto de 1923 y el 30 de marzo de 1924. La inflació alemanya (Destino) completa la mirada planiana sobre escenarios europeos tan diversos como Francia, Rusia soviética e Italia, reunidas en volúmenes como Notes sobre Paris i França, Viatge a Rússia ei 1925 y Cartes meridionals. "No se sabe por qué Pla no se propone publicar nunca estos artículos en un volumen suelto –dice Xavier Pla, editor del volumen y director de la Cátedra Josep Pla de Literatura y Periodismo de la Universidad de Girona–. Lo que se puede leer en La inflació alemanya es un ejemplo espléndido del mejor periodismo literario del autor, que entonces tiene 26 años: es sintético, interpretativo, a ratos lírico o irónico, siempre con un fondo que podríamos calificar de humanístico".

"Pla había dicho en numerosas ocasiones que opinar es más fácil que describir, pero él mismo traiciona a menudo esta afirmación porque en los artículos, aunque utilice detalles significativos, suelen estar al servicio de la idea que se hace de Alemania", comenta el historiador Josep Maria Fradera, que firma un extenso y revelador prólogo al volumen.

Josep Pla, en una imagen de juventud

Inflación, nacionalismo y cerveza

Pla publica su primer artículo desde tierras alemanas el 10 de agosto de 1923. En Més prussificats que mai ya comenta lo que será una constante de su estancia en el país, la inflación: "El sábado, antes de ajustar cuentas con el propietario de mi hotel, para tener doscientos mil marcos, será suficiente con una peseta. De así que yo habré dormido toda la semana a mitad de precio". Asociada al ahogo de la población derivado de las estrecheces económicas está la irrupción de un nuevo nacionalismo populista. "Este mundo está lleno de contrasentidos: Mussolini tiene a Italia llena de fascistas y va buscando a los hombres con una linterna. En Alemania, los hombres buscan un Mussolini", escribe en el segundo de los textos, A la recerca d'un home fort.

Lo encontrarán Adolf Hitler, que hace un primer intento –poco antes de cumplir 34 años– de acabar con la República de Weimar con el putsch de la cervecería Bürgerbräukeller de Múnich. Pla y Xammar estaban allí, o eso asegura el autor en uno de los artículos. Fue en esa cervecería donde Hitler proclamó: "Alemania tendrá un gobierno nacional o se pasará por encima de nuestros cadáveres". Así la describió Pla: "Las paredes están llenas de animales recortados, de antigüedades falsificadas, según el gusto germánico [...]. Hay obispos barbudos con un báculo, guerreros que tiran la flecha y vírgenes del cuello torcido, que siguen con una mirada mística y perdida la carrera de los rebecos de las paredes". Antes de que Hitler y Ludendorff calentaran el ambiente, la sala era "llena de lo mejor de Munich", con "señores vestidos y señoritas tímidamente escotadas".

¿Una entrevista inventada?

Dos días después del golpe de estado fracasado, Hitler era detenido. Fue condenado a cinco años de cárcel, aunque se le liberó cuando sólo había cumplido nueve meses de condena. "Durante su reclusión, Hitler dictó el Mein Kampf a su colega Rudolf Hess", recuerda Josep Maria Fradera. Unos días antes del putsch, Pla y Xammar visitaron la redacción de El Observador Popular, el diario del partido nacionalsocialista, y lograron entrevistar a Hitler.

Ambos publicaron artículos. El de Xammar apareció en La veu de Catalunya el 24 de noviembre de 1923 y el periodista lo definía como "el tonto más sustancioso que desde que estamos en el mundo hemos tenido la oportunidad de conocer". Pla, que publicó su texto cuatro días más tarde, el 28 de noviembre, sólo describía el impermeable y la vida "irregular" de revolucionario que llevaba antes de dar paso a un largo monólogo del futuro dictador y genocida, donde hablaba de expulsar a los judíos, cargaba contra "el empobrecimiento moral y físico" del país y de la necesidad de tener una Alemania "gobernada por alemanes y por métodos germánicos". "Es lícito preguntarse si la famosa entrevista se produjo o no –dice Fradera–. Me extrañaría que hubieran podido hacer una entrevista pregunta-respuesta a Hitler, aunque él pudiera mirarse a Pla y Xammar con simpatía porque venían de un país como España, donde mandaba Primo de Rivera desde hacía poco. El hecho de que Pla recoja la entrevista en forma de monólogo es indicativo de las particularidades del encuentro entre los tres".

Una imagen de Berlín en mayo de 1924, poco después de que Josep Pla se marchara de la ciudad

Caos político y económico

"La inflació alemanya habla de la situación de caos político y económico de un país todavía endeudado a causa de la derrota de la Primera Guerra Mundial –dice Jordi Cornudella, editor de Destino–. Es un libro sobre un episodio de la historia europea muy importante. Cuesta encontrar ejemplos de periodismo tan bien hecho como el de Pla. Los meses que pasa en Alemania le marcan muchísimo y tienen repercusiones en su obra posterior". El volumen fue idea del traductor Peter Bush. "Escribió en la Fundació Josep Pla para decirnos que este proyecto podía interesar fuera de Cataluña –explica Francesc Montero, su director–. Aunque existía un editor en lengua inglesa que quería publicar el libro, la idea no prosperó. Ojalá consiga traducciones ahora que se puede leer en catalán".

Josep Maria Fradera repasa algunos de los escenarios del volumen. "Hay por supuesto Berlín, capital de una recién nacida república: aparece como un lugar donde abundan las insurrecciones de la izquierda obrera –comenta–. Ruhr también es importante. Era el lugar donde estaban las industrias de carbón y hierro que servían para asegurar los pagos de la deuda alemana de la Primera Guerra Mundial a los aliados". El tercer espacio significativo es Baviera, no sólo por el putsch de Hitler, sino también porque es donde Pla "constata de primera mano el antisemitismo". En Un cop d'Estat en una cerveseria podemos leer: "A media tarde, toda la ciudad era una olla de canciones y de griterío. Las pandillas más mansas cantaban rodeando una bandera, en las esquinas más céntricas, las canciones de la guerra. Otras pandillas pasaban formadas y marcando el paso y gritando contra los judíos: Juden, Juden, Juden..." El empobrecimiento de la población y el antisemitismo avanzaron a la vez en una sociedad desorientada que Pla capta a partir de anécdotas reveladoras, como la de aquel camarero que va a buscar un cliente para que le pague lo que cuestan los tres palillos que ha utilizado: El precio se ha multiplicado desde que ha entrado en el restaurante y le pide un millón y medio de marcos.

En el prólogo del libro, Fradera menciona que en Berlín Josep Pla convivió con "Aly Herscovitz, judía de origen ruso o ucraniano y en familia en Leipzig, una víctima más entre los muchos judíos alemanes y polacos que acabarían en los crematorios de Auschwitz". Y recuerda también que, "aparte de una breve nota a su hermano Pere, Herscovitz –que de momento sólo ha estudiado Arcadi Espada– no aparece en ninguna parte más de su obra". No es ninguna excepción: la vida sentimental de Pla quedó fuera de sus libros de memorias y de viajes, y también de los dietarios.

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