Diversificar la economía y potenciar la industria

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Trabajadores de Seat en la fábrica de Martorell

Durante los primeros seis meses del año, las exportaciones catalanas han caído, respecto al primer medio año del 2023, cómo no habían caído desde la pandemia. Catalunya exportó entre enero y junio bienes por valor de 50.400 millones de euros, un 5,3% menos que en el primer semestre del año pasado. Las importaciones también han descendido, pero menos, con lo que el déficit comercial –la diferencia entre el valor de lo que exportamos y el de lo que importamos– ha aumentado un 19,5% y ha superado los 5.300 millones. No es el primer bajón de las exportaciones desde el estallido de la covid –el semestre anterior ya hubo cifras negativas–, pero se ha acelerado claramente. Las exportaciones, de hecho, han caído en toda España, pero a nivel estatal han caído un 2,4%. Catalunya se ha resentido más, pero es que el bajón se ha hecho notar sobre todo en tres de los sectores que lideran el comercio exterior catalán: el químico, el automovilístico y el agroalimentario.

La caída de la exportación está vinculada con la salud de la economía mundial y, sobre todo, la de Europa y la de los países con los que tenemos más intercambios. Alemania, Francia e Italia son los principales socios comerciales de Cataluña. El frenazo de la economía de Alemania, la primera economía de Europa y enfocada al sector industrial, ya se hizo notar al cierre del año pasado con una caída del 0,3% del PIB. En el segundo trimestre de este año volvió a descender un 0,1%. También ha frenado la economía de Estados Unidos, y en China la recuperación pospandémica se está alargando más que en Occidente. Además, las tensiones comerciales entre EEUU, la UE y China, que han llevado a imponer nuevos aranceles, también han afectado a los intercambios comerciales.

Es de esperar que un aumento de la tensión comercial internacional y el enfriamiento de las economías más importantes, sobre todo si están entre los principales socios comerciales de Cataluña, se hagan notar en las exportaciones. Pero esto no quiere decir que haya que dejar de lado el sector industrial: por el contrario, hay que potenciarlo, y especialmente todos aquellos negocios que puedan aportar mayor valor añadido, como el tecnológico y el farmacéutico. Así como los servicios –sí, incluido el turismo– son claves para la economía catalana, la diversificación es la única forma de hacerla resiliente, capaz de resistir las crisis sectoriales o generales que tarde o temprano pasarán .

Cualquier monocultivo económico se convierte en una trampa cuando ese sector sufre o se derrumba por razones endógenas o el contexto global. La excesiva dependencia de un solo tipo de negocio puede ser nefasta. Ahora bajan las exportaciones industriales, pero en otro contexto puede hacerlo el turismo. Por tanto, es imprescindible que el sector privado y las administraciones se alíen para seguir impulsando la industria y, especialmente, la más productiva, la de mayor valor añadido. Cataluña es mucho más que un país de sol, playa, paisajes y gastronomía. También es cultura y un país con una larga tradición industrial y comercial que no sólo no puede dejarse perder, sino que debe hacerse crecer.

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