Elisenda Solà-Solé: "Para mí es natural tener una biblioteca en catalán en Washington"

Librera y propietaria de la biblioteca en catalán en Kensington Row Bookshop

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Elisenda Solà-Solé en la biblioteca en catalán

WashingtonEn el pueblo de Kensington, en las afueras de Washington, en una misma calle y casi cerca de una de otra, hay tres librerías especializadas en lenguas extranjeras: una por si quieres libros en alemán y lenguas de la Europa de la 'Este, otra en francés, y la tercera, en catalán. Ahora bien, los libros en catalán no están a la venta, ya que forman parte de una pequeña biblioteca que Elisenda Solà-Solé (Igualada, 1960) montó junto a su madre en el segundo piso de la librería Kensington Row Bookshop cuando abrió en 2002. "Decidí ponerla en marcha con los libros del padre Paulí Ballet, que era monje de Montserrat y un buen amigo de mi padre", explica Solé, rodeada de decenas de libros. De hecho, en una de las paredes está colgada una efigie de la Moreneta.

Su padre era medievalista y en los años 60, cuando Solé sólo tenía dos años, emigró con la esposa, que era maestra, y la hija para trabajar en la Universidad Católica de América, ubicada en Washington. "Cuando mis padres vinieron aquí la comunidad catalana era pequeña, la mayoría eran académicos", expone Solé, que siempre creció rodeada de los libros de su padre y habla catalán. Su padre murió en el 2003, sólo un año después de que abriera la librería y que empezara a crear la biblioteca. Ahora buena parte de los libros de su padre también llenan las estanterías de la sala, que también se han ido llenando de los libros de otros catalanes que los han ido dejando una vez se marchaban de Estados Unidos. Se puede encontrar tanto La calle de las Camelias de Mercè Rodoreda como Crepúsculo de Stephenie Meyer. "Al principio sí que dejábamos que la gente se los llevara, pero muchos no devolvían los libros. Por eso decidimos que sólo se podían leer aquí".

Al principio, en este pueblo de Maryland de poco más de 2.000 habitantes, la gente no sabía que había una biblioteca en catalán. "Muchos estadounidenses se sorprenden de ver la biblioteca. Algunos vienen porque han ido de viaje a Barcelona y ya saben catalán. Algunos todavía se confunden con el catalán, pero mucha gente ya sabe que es una lengua", dice Solé, que añade : "Para mí es natural tener una biblioteca en catalán en Washington".

Solé explica cómo hay personas que también acuden a la librería buscando libros de gramática en catalán. "La mayoría son padres catalanes que han tenido sus hijos aquí y quieren que aprendan la lengua, aunque también hay algún estadounidense que se interesa". Incluso hay vecinos del pueblo que se acercan a la pequeña biblioteca sólo para poder trabajar en el espacio, donde hay una réplica de la Sagrada Família, así como otras referencias a la cultura catalana, como dibujos de castellers.

Montserrat Duran de Grau, la madre de Solé, fallecida el pasado marzo, también tuvo un papel clave en la creación de la biblioteca. "Mis padres eran defensores de la lengua, y se marcharon de Cataluña cuando todavía estaba la dictadura. En aquella época muchas cosas relacionadas con la lengua se tenían que hacer a escondidas. Hacer una biblioteca en catalán aquí también era una especie de revancha contra toda la persecución". Otra de las iniciativas que pusieron en marcha juntas fue llevar la fiesta de Sant Jordi a Kensington. "El tema de los libros ha encajado bien, aunque los estadounidenses siguen sin entender por qué se regalan rosas".

Uno de los objetivos en los que Solé está trabajando ahora es conseguir libros en catalán para poder venderlos en la librería. La comunidad catalana ha crecido y cada vez hay mayor demanda. "Estoy buscando librerías en Catalunya para intentar hacer un acuerdo y que me envíen libros hacia aquí".

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