'EPIC FAILS'

El error fatal que hundió a una 'fintech' pionera

Marc Amat
2 min
El error fatal que hundió a una 'fintech' pionera

“Fue el peor momento de mi vida profesional -confiesa Pablo Ruiz-. No se lo deseo a nadie”. Ruiz es uno de los dos socios fundadores de The PayPro, una start-up catalana nacida en 2015 con el objetivo de hacer más eficiente el mundo de la banca. El 9 de octubre de 2016, él y su socio, Gabriel Llambias, atendían al ARA para explicar su flamante proyecto. “En el 2014, cuando estaba al frente de una microempresa, me fijé en que la contabilidad no cuadraba -explicaba Ruiz-. En el cambio de divisas, el banco decía que me cobraba una comisión del 0,5%, pero las cifras revelaban que se llevaba un 3,5%”, decía entonces. Gabriel Llambias, su socio, lo completaba: "Eran las comisiones ocultas", explicaba. Por eso habían decidido crear The PayPro, una herramienta online que permitía ahorrárselas. “Somos casi diez veces más baratos que los bancos”, explicaban, satisfechos. Pero tras el nombre de The PayPro no se esconde ninguna historia con final feliz.

“Teníamos un centenar de clientes y todo iba bien, pero cuando hacía dos años que andábamos nos dimos cuenta de que si no cambiábamos de rumbo moriríamos”, rememora hoy Ruiz. Cuando The PayPro nació ya había empresas que ofrecían servicios muy similares y poco a poco les habían ido cogiendo ventaja. "Empezó una guerra de precios en el sector y no quisimos entrar", explica. En lugar de enfrentarse a ellos, pivotaron. A principios de 2018 la tecnología blockchain estaba en boca de todo el mundo. Ellos quisieron probarla.

“Con la tecnología blockchain podíamos diseñar una propuesta para hacer más eficiente el sistema bancario sin limitación alguna”, explica Ruiz. Pero para ello necesitaba dinero. Por eso pusieron en marcha una initial coin offering (ICO), una forma de encontrar financiación a partir de criptomonedas. Fue una de las primeras ICO impulsadas por catalanes. Ruiz y Llambias subcontrataron a una empresa que les diseñara el código necesario para poder llevarla a cabo y una auditoría externa que controlara el proceso. "Todo el mundo hablaba de nosotros y yo daba un montón de conferencias", recuerda. Consiguieron que 400 participantes les aportaran 1.000 ethers, entonces equivalentes a unos 450.000 euros. Y ahí empezó la pesadilla.

Un pequeño error de programación hizo que todo el dinero fuera a parar a una cuenta a la que nadie tenía acceso. "Cuando nos lo dijeron nos quedamos en choque", dice. Buscaron soluciones pero no hubo modo. “Cuando ocurre esto, es como si los 450.000 euros se hubieran quemado: se pierden para siempre -explica Miquel Oliver, catedrático en tecnologías de internet de la UPF-. Son operaciones muy arriesgadas”, añade. Ante esto, ambos socios trabajaron para dar a los inversores lo que les habían prometido. "Haciendo malabarismos logramos desarrollar el código de la primera fase del producto", explica Ruiz. Próximamente lo colgarán en abierto para que toda la comunidad pueda utilizarlo. "Si esto hubiera sido una carrera, nosotros no habríamos conseguido terminarla, pero ahora podremos decir que hemos tocado la meta con la punta de los dedos", concluye, metafórico, Ruiz.

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