Alimentación

Estanterías vacías y precio de oro: la fiebre por el aceite de oliva

Las cooperativas de Les Garrigues se quedan casi sin existencias de un producto que se ha encarecido un 38% en el último año

Albert Gonález Farran
4 min
Las últimas botellas de aceite en la tienda cooperativa de Cervià de les Garrigues.

LleidaEl aceite de oliva se ha convertido en las últimas semanas en el papel higiénico en tiempos de pandemia. La compra de garrafas de aceite durante el mes de agosto se ha triplicado en relación con años anteriores y ha dejado a muchos productores, que vienen directamente a través de las cooperativas agrarias, sin existencias. Y esto ocurre casi dos meses antes de que llegue el aceite nuevo de la próxima campaña.

“Es una auténtica psicosis”, lamenta Enric Dalmau, el presidente de la Denominación de Origen Protegida (DOP) Garrigues, una de las áreas con mayor producción catalana de aceite de oliva virgen extra. Sus productores alcanzaron una cosecha conjunta de unos 2,4 millones de kilos de aceite a principios de campaña (menos de la mitad de lo normal por culpa de la sequía) y dudan de que quede antes de obtener el aceite nuevo.

Algunas de las cooperativas de la DOP, como las de Cervià de les Garrigues, Albi y Albagés, entre otras, ya hace tiempo que no venden. Podrían tener la opción de comprar a granel otras entidades miembros, sobre todo la de Maials (la principal productora, con más de un millón de kilos anuales), pero muchas lo declinan. "Nuestra política es vender solo nuestro propio aceite y preferimos esperar unos meses en la próxima cosecha", explica Ivet Sendra, gerente de la cooperativa de Cervià. Otras entidades, como las de Arbeca, limitaron las ventas a un máximo de cuatro cajas, rechazaron proveedores nuevos y limitaron las promociones y la publicidad para estirar al máximo sus reservas. “Debemos poner freno a las ventas para abastecer a nuestros clientes”, advierte su gerente, Sergi Millán.

El sector cree que hay dos causas de este desenfreno consumista de aceite de oliva: por un lado, el miedo a quedarse sin existencias en los hogares, y por otro, adelantarse a una escalada de precios que parece no tener freno. "Los consumidores acostumbramos a ponernos nerviosos ante este tipo de factores, que nos impulsan a llenar la despensa", argumenta Ivan Zabal, técnico en consumo de la Unión de Consumidores de Catalunya. Por eso, tanto esta organización como la práctica totalidad de productores de aceite hacen un llamamiento a la calma. "Debemos evitar las compras impulsivas, hacer un consumo más responsable y atender nuestra propia economía", aconseja Zabal.

"Nosotros insistimos a nuestros clientes que no tiene sentido acumular aceite en casa, porque es un producto vivo que pierde propiedades con el paso del tiempo", reivindica Antoni Galceran, presidente de la DOP Siurana, que este año ha producido tres millones de kilos de aceite (también la mitad que en ediciones anteriores). Algunas de sus cooperativas han dejado de vender desde febrero.

Fuera de las zonas protegidas, la situación es idéntica. La cooperativa de La Granadella (en Les Garrigues), que no está adscrita a la DOP, es una de las principales productoras de la zona (unos 600.000 kilos), pero hace todo lo posible para poder llegar a final de campaña con reservas. "La alarma ha provocado una compra compulsiva innecesaria", lamenta su presidente, Ramon Barrull, que reivindica una mejor gestión del aceite por parte de las cooperativas para garantizar el abastecimiento a todo el mundo. Barrull añade también un llamamiento a la sensatez: “Dentro de dos meses tendremos un aceite nuevo y no hace falta entrar en ninguna psicosis”.

“Es una locura colectiva –denuncia otro importante productor de Les Garrigues, que ha preferido permanecer en el anonimato– y muchos tendrán que comerse el aceite viejo durante un largo tiempo por su paranoia”.

Encarecimiento y especulación

Una razón evidente de este aumento de ventas es el encarecimiento continuado del producto. En pocos meses, muchas cooperativas han tenido que actualizar sus precios varias veces. Algo insólito. Garrafas de cinco litros que la pasada campaña costaban 25 euros ahora ya superan los 40 con creces y muchos temen que alcanzarán los 50 euros a finales de año. Los datos oficiales del IPC de agosto indican un encarecimiento del aceite del 38% en el último año en los supermercados catalanes.

A los costes de producción (electricidad, combustible, fitosanitarios) y de materiales para los envases se añade una carrera especulativa. El precio de referencia del aceite a granel (lo que se utiliza para exportar o vender entre productores locales) está alcanzando los 9 euros el kilo, una cifra que triplica la cotización de hace poco más de un año, lo que tenta algunos a acumular stock.

La escalada de precios había hecho que en los hogares catalanes el consumo de aceite de oliva descendiera durante los primeros meses de este año. El panel de consumo del ministerio de Agricultura indica que de enero a mayo se registraron en Catalunya unos consumos muy bajos, que superaron por poco la cifra de 4.000 kilos de aceite mensuales. Diez años atrás era de 7.000 kilos. Y es que hace una década, con un gasto medio de 2,5 euros mensuales, cada catalán consumía hasta 80 centilitros de aceite de oliva. Ahora, gastando más (2,7 euros), solo puede consumir medio litro.

La fiebre compradora de este agosto responde, según los expertos, al miedo a que el encarecimiento continúe. "Pero ningún productor se está enriqueciendo con estos precios", asegura Antoni Galceran, que es también responsable del sector del aceite de la Federación de Cooperativas Agrarias. "De hecho, años atrás sufríamos una dinámica de precios demasiado bajos", añade.

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