Neurociencia

El estrés durante el embarazo afecta al comportamiento de los hijos hasta la adultez

Las situaciones sociales adversas y conflictivas vividas por las madres repercuten negativamente sobre diversos aspectos fisiológicos de sus descendientes

Una macaco del Assam hembra con su cría en el santuario Phu Khieo (Tailandia)
15/03/2025
3 min
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El estrés es una respuesta fisiológica y psicológica frente a situaciones que se perciben como una amenaza. Se origina en el cerebro y provoca la liberación de hormonas como la adrenalina y el cortisol, que preparan el cuerpo para reaccionar: hacen que aumente la frecuencia cardíaca, la presión arterial y la cantidad de energía disponible. Esta reacción es esencial para la supervivencia en situaciones de peligro real, pero cuando se mantiene de forma prolongada sin posibilidad de recuperación puede tener efectos negativos sobre la salud física y mental. La adrenalina provoca la respuesta de estrés inmediata, mientras que el cortisol es el encargado de mantener un prolongado estado de alerta.

Hace tiempo que se sabe que los glucocorticoides, una familia de hormonas entre las que se encuentra el cortisol, afectan a la plasticidad del cerebro, lo que, a su vez, condiciona los comportamientos presentes y futuros que manifestamos. Un equipo de investigación de la Universidad de Göttingen y del Centro de Primatología en Alemania, encabezado por el biólogo Oliver Schülke especializado en la evolución de las relaciones sociales, ha analizado cómo el estrés vivido durante la gestación afecta a la construcción del cerebro de los descendientes y qué repercusiones tiene a medio y largo plazo. Lo han analizado en macacos de Assam, unos primates que se encuentran principalmente en el Sudeste Asiático.

Según describen en el artículo que han publicado en Proceedings of the Royal Society B, el nivel de glucocorticoides de las madres durante la gestación altera la construcción del cerebro de los descendientes fetos, lo que afecta a su comportamiento hasta la edad adulta. Dadas las enormes similitudes en el desarrollo entre estos primates y la especie humana, los resultados que han obtenido son en gran medida extrapolables a las personas y enfatizan la importancia de generar un ambiente estable y acogedor durante el embarazo en beneficio no sólo de las madres, sino también de los hijos e hijas.

Efectos perjudiciales del cortisol

El estrés crónico tiene un impacto profundo en el llamado eje hipotalámico-hipofisario-adrenal, que es el sistema neuroendocrino encargado de regular la respuesta del organismo frente a las situaciones estresantes. Cuando una persona experimenta estrés de forma prolongada, el hipotálamo activa de forma constante la hipófisis, que a su vez estimula las glándulas suprarrenales para liberar cortisol. Este mecanismo, que en condiciones normales es adaptativo y temporal, cuando se mantiene en el tiempo causa una sobrecarga del sistema y altera la regulación de diversas funciones corporales, como el metabolismo, la respuesta inmune y la neuroplasticidad cerebral.

Para ver cómo el estrés experimentado durante la gestación afecta a los descendientes, Schülke y sus colaboradores estuvieron nueve años haciendo un seguimiento de un grupo de macacos de Assam, recogiendo periódicamente sus heces para cuantificar la presencia de glucocorticoides, como el cortisol, y valorar el grado de estrés. También recogieron datos sobre distintos factores ambientales que se sabe que pueden favorecer el estrés crónico, como la escasez de alimento y las fluctuaciones térmicas, y sobre las interacciones sociales, que, cuando son adversas o conflictivas, también pueden generar estrés prolongado. Por último, correlacionaron todos estos datos con diferentes parámetros fisiológicos y de comportamiento de los descendientes.

Los resultados que han obtenido indican claramente que el estrés prolongado vivido por las madres gestantes, especialmente, pero no únicamente, debido a situaciones sociales adversas y conflictivas, afecta negativamente a diversos aspectos fisiológicos de sus descendientes, entre los que destacan el crecimiento durante la infancia y el funcionamiento del sistema inmunitario y la composición del microbioma intestinal también durante. También afecta a la plasticidad de su cerebro y la funcionalidad del eje hipotalámico-hipofisario-adrenal, lo que se traduce en alteraciones de su conducta habitual y ante las situaciones estresantes. Una conducta alterada que, a su vez, favorece situaciones sociales adversas y conflictivas, lo que hace que se tiendan a perpetuar estos efectos.

En las personas esta situación puede generar hiperactivación emocional e irritabilidad, dificultades de concentración y problemas en la toma de decisiones. También puede afectar a la memoria y la capacidad de aprendizaje e incrementa la probabilidad de sufrir trastornos del estado de ánimo, como la depresión y la ansiedad. Y hace que aumente el riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares, trastornos metabólicos como la diabetes tipo 2 y otros problemas de salud mental. Como dicen los autores al final del trabajo, estos resultados sugieren que incluso una variación moderada en los glucocorticoides maternos puede estar asociada con variaciones de la descendencia. [...] Factores de estrés moderados como la escasez temporal de alimentos, temperaturas ambientales fuera de la zona de confort adulta y que puedan dar lugar a efectos transgeneracionales".

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