HOMENOTES Y MUJERES

El estudiante suizo que fundó algo más que un club

Joan Gamper (1877-1930) acercó al Fútbol Club Barcelona a la sociedad civil

David Valero Carreras
3 min
El estudiante suizo que fundó algo más que un club

Lo que había de ser una visita temporal para aprender español se convirtió en una estancia vitalicia y fecunda. El joven Hans-Max Gamper puso sus pies en Barcelona en octubre de 1898 procedente de su Suiza natal con la intención de aprender una lengua, el castellano, que le resultara útil en varios proyectos profesionales en las colonias españolas. Su primera residencia estuvo en casa de su tío Émil Gaissert, representante de la compañía aseguradora Zurich en España y miembro de la masonería a través de las logias La Verdad y Avant. Esta última tenía como colores propios el azul y el grana, los mismos que el club que Gamper acabaría fundando, pero probablemente sólo sea una casualidad.

La fecha que ha pasado a la historia es el 29 de noviembre de 1899, que es cuando un grupo formado a partes iguales por extranjeros y catalanes se pusieron de acuerdo para crear una entidad recreativa llamada Foot-ball Club Barcelona. El aglutinador fue Gamper, cuyo único propósito inicial era practicar su deporte favorito.

Con todo, el verdadero papel determinante de Gamper en la construcción del club llega bastante tiempo después, durante la crisis de 1908 que aniquiló buena parte de los clubes de la ciudad. Con un Barça muy cerca de bajar la persiana, Gamper aceptó el reto de presidir el club y empezar a picar piedra para salvarle de la desaparición. Tuvo una brillante idea: acercarse a la sociedad civil, y concretamente al catalanismo político que entraba en ebullición. A partir de esta decisión estratégica, podemos ver cómo nombres vinculados estrechamente a la Liga Regionalista son frecuentes en las listas de socios azulgranas. Desde el punto de vista deportivo, el otro gran acierto fue la contratación continua de clubes extranjeros que venían a Barcelona a mostrar sus capacidades y, de paso, a hacer crecer a la afición al fútbol. Como si de una empresa se tratara, Gamper apostó por ampliar las instalaciones productivas e inaugurar un nuevo terreno de juego el 14 de marzo de 1909 que permitió albergar a 6.000 espectadores por partido, todos pasando por caja. Además, el nuevo campo estaba edificado sobre unas parcelas propiedad del propio Gamper, lo que le proporcionó unos rendimientos financieros en paralelo al crecimiento del club.

En el período 1913-1917 Gamper no ocupó ningún cargo relevante sino que se le encuentra realizando tareas de carácter operativo, como contratando equipos extranjeros para jugar contra el Barça o gestionando las diversas comisiones que había en torno al club, especialmente la todopoderosa comisión deportiva . Seguía manteniendo un gran ascendiente sobre el club, y la prueba de ello fue su nombramiento como presidente de honor en 1913 y la creación de la Copa Gamper ese mismo año.

En 1917 volvió a la presidencia justo antes del estallido del club como fenómeno de masas, un proceso que se iniciará en 1919 y permitirá al Barça vivir una década dorada. En medio, la construcción del nuevo templo barcelonista en 1922, el estadio de Les Corts, que con su gran capacidad empujará al club a dar un salto cualitativo ya dejar atrás a la mayoría de sus rivales.

Pero a veces la vida da giros de guión que nadie esperaba, como el del 30 de junio de 1925, que ha pasado a la historia como día de los Hechos de la Marcha Real. En un partido intrascendente de final de temporada, los socios silbaron masivamente al himno español, algo poco aconsejable en una dictadura especialmente beligerante con Catalunya. Las consecuencias no se hicieron esperar y el club fue suspendido de toda actividad, mientras Gamper era destituido y desterrado. El golpe afectó profundamente al fundador del Barça, que, aunque volvió a colaborar con la entidad, entró en un período de crisis personal. El Crac del 29, con la evaporación de buena parte de sus inversiones, lo derribó en un pozo y, finalmente, en el verano de 1930 puso punto final, voluntariamente, a su vida.

Los ciudadanos de hoy en día debemos estar inmensamente agradecidos a este suizo afincado en Cataluña, que supo crear el producto catalán de más fama a nivel mundial.

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