'EPIC FAILS'

El extraño látigo delgado de La Piara que nadie quiso comerse

Marc Amat
3 min
El extraño látigo delgado de La Piara Que nadie quiso comerse “Si se quiere atacar la competencia como hizo La Piara con el chasquido de Casa Tarradellas, se debe hacer ofreciendo un producto mejor”, explica Neus Soler , experta en marketing de la UOC. "El látigo de La Piara ni tenía más calidad ni era mucho más delgado que el chasquido de Casa Tarradellas, que en 1998 ya llevaba 10 años reinando", recuerda.

A mediados de 1998 empezó a emitirse en TV3 lo que seguramente fue uno de los espots más pegajosos de finales de la década. Si eres capaz de leer “Prim, delgado, delgado, Fuet Prim La Piara” cantando, es que no has podido olvidar la música. En tan sólo 25 segundos, los creativos habían conseguido albergar pequeñas escenas protagonizadas por una madre en el supermercado con sus dos hijos, un par de hombres de mediana edad sentados en el sofá mirando un televisor, un grupo de niños y niñas en el patio de la escuela y una pareja joven de fiesta. ¿Qué tenían en común? Todos aparecían devorando con gran deseo y alegría el nuevo invento de La Piara. Se llamaba Fuet Prim La Piara y detrás suyo se escondía la ambición de la empresa catalana de patés y foie-gras para entrar con fuerza en el mundo de los snacks.

El Fuet Prim La Piara no era más que un látigo delgado como el tamaño de un dedo índice y alargado como un chasquido que la compañía comercializó en 1998 en los supermercados de toda España y Andorra. La voluntad de La Piara era clarísima: quería ofrecer una versión más cómoda del látigo de toda la vida para poder consumirlo como un snack a la hora del recreo, en la oficina o con los amigos. Sin embargo, hoy en día del Fuet Prim La Piara ya se sabe poco. "En la empresa ya queda poca gente de aquellos años que lo recuerde", explica la compañía al ARA. De hecho, más allá del pegadizo anuncio, el producto no logró atraer a la clientela y desapareció en poco tiempo. "Era muy difícil que funcionara", explica Neus Soler, profesora especializada en marketing de la UOC.

En los 90, La Piara atravesaba buenos momentos. Si bien la compañía de Osona había levantado la persiana en 1923 especializándose en la venta de látigos, en aquella época ya había virado completamente hacia la fabricación y comercialización de paté y foie-gras. De hecho, en los 80 ya se habían convertido en los reyes absolutos del mercado, con una cuota del 75% en patés y del 30% en foie-gras. Pero en 1988 la muerte de Jaime Castell, director ejecutivo de la empresa, había sacudido el negocio. El grupo alimentario Nutrexpa, con marcas como Cola Cao, Phoskitos o Artiach en la cartera, había comprado el 99% de sus acciones. Bajo la nueva batuta, La Piara cerró la compra de Jamón Aneto, una empresa de Artés dedicada al mundo de los embutidos, y puso sus pies en México.

Fue en ese momento de expansión cuando La Piara se envalentonó y decidió probar suerte en el mundo de los snacks. “Casa Tarradellas ya había conseguido en 1988 posicionar el chasquido como un producto ideal para los pica-pica”, recuerda Neus Soler. "Y lo había hecho con gran éxito", puntualiza. Una década más tarde, La Piara quiso repetir la jugada convirtiendo el látigo en un pica-pica cómodo y fácil de consumir por todas partes. Para hacerlo adelgazó para que se pudiera comer a mordeduras. No les funcionó. “El Fuet Prim se comercializaba de dos en dos, cuando apenas podías terminarte uno -apunta Soler-. Era delgado, pero mayor. Había que compartir con alguien sí o sí”. Para Soler, este hecho iba en contra del concepto de snack y desató la desaparición discreta, pero total, del producto.

La lección

"Si se quiere atacar la competencia como hizo La Piara con el chasquido de Casa Tarradellas, debe hacerse ofreciendo un producto mejor", explica Neus Soler, experta en marketing de la UOC. "El látigo de La Piara ni tenía más calidad ni era mucho más delgado que el chasquido de Casa Tarradellas, que en 1998 ya llevaba 10 años reinando", recuerda.

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