Feijóo enfanga el debate europeo para tapar el desastre de Mazón
El PP español ha decidido convertir a la ministra Teresa Ribera en su pieza de caza mayor por la crisis de la DANA en un intento desesperado de repartir las responsabilidades de la catastrófica gestión del día 29 entre el gobierno valenciano y el español. El problema es que Ribera está al borde de convertirse en vicepresidenta de la nueva Comisión Europea de Ursula von der Leyen, y el PP español está presionando a sus correligionarios europeos para que no la voten. Este hecho está poniendo en peligro la elección de toda la Comisión en bloque, fruto de un delicado pacto entre los estados y los principales partidos europeos (populares, socialistas y liberales), y que depende de los votos cruzados. Los socialistas europeos ya han advertido de que si el PPE no vota a Ribera ellos no votarán a los candidatos populares.
O sea, que el PP ha trasladado a Bruselas su política habitual de enfangarlo todo y de tener un nulo respeto por las instituciones (recordemos que durante cinco años se negaron a renovar el CGPJ) ante la incredulidad de eurodiputados, funcionarios, corresponsales y figuras importantes de la política europea como Enrico Letta o Pierre Moscovici. En Bruselas siempre ha funcionado una regla no escrita que dice que la política interna de los estados no debe interferir en los asuntos europeos, pero esto es cada vez más un deseo que una realidad.
En condiciones normales, el Partido Popular Europeo habría dejado claro de inicio que el pacto por la nueva Comisión no peligraba, pero Alberto Núñez Feijóo ha encontrado en su líder, el alemán Manfred Weber, un aliado para su estrategia de filibusterismo político. Weber está enfrentado con Von der Leyen, a la que considera demasiado moderada y ecologista, y tiene interés en desgastarla para afianzarse a él como líder del PPE. El próximo año el PPE celebra un congreso en el que el apoyo del PP español es primordial para Weber, que además es partidario de llegar a acuerdos con la extrema derecha, en contra de la política tradicional de los conservadores alemanes. Este mismo jueves, el PPE se ha aliado con la extrema derecha para descafeinar la ley de deforestación.
Es posible que toda esta maniobra Feijóo-Weber sólo busque desgastar la figura de Ribera, que es en realidad una política muy bien valorada en Europa y que Von der Leyen ha situado en un lugar clave de su Comisión como encargada de Competencia y Transición Neta. Pero el precio que se está pagando es altísimo en términos de erosión de las instituciones europeas por el interés partidista de Feijóo en tapar el desastre de gestión de Carlos Mazón y de Weber por perpetuarse al frente del PPE.
Ribera intentó ponerse en contacto con Mazón en varias ocasiones el día 29 y no lo logró porque el presidente estaba en una comida e ignoró las llamadas. Y la Confederación Hidrográfica del Júcar envió casi dos centenares de correos ese día alertando del curso de las aguas. En todo caso, la competencia en Protección Civil, y por tanto de alertar a la población, era exclusiva de la Generalitat Valenciana. Y esto lo saben en Valencia y también en Bruselas.