La Fundación Lucha contra el Sida obtiene la beca Carles Capdevila para el cuidado de las personas

El proyecto propone la rehabilitación cognitiva para mejorar la vida de los pacientes con covid persistente

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La secretaria general de Salud , Meritxell Masó, haciendo lo entrega del cheque de la beca al psicólogo clínico y doctor en neurociencia  la Fundación  Lucha contra el Sida Jose Antonio Muñoz.

Barcelona“Los guantes están muy bien, pero para coger la mano de un paciente es mejor sacártelos”. Lo tiene claro Desirée Ruiz, enfermera y supervisora de la UCI del Hospital del Mar desde junio de 2019. Notar el tacto de la piel, el calor de quien te está cuidando, es fundamental para el paciente. La lástima es que en era de pandemia esto no siempre es posible, en especial durante los meses más duros, cuando las UCI de los hospitales estaban llenas a rebosar. Ruiz lo explica durante la conversación que tiene con Antoni Bassas en el auditorio del Caixaforum durante el acto de anuncio y entrega de la beca Carles Capdevila al cuidado de las personas, dotada con 20.000 euros, y con la colaboración de la Fundació Bancària La Caixa. Al acto de entrega asistió el conseller de Salud, Josep Maria Argimon. El reconocimiento recae finalmente en la Fundación Lucha contra el Sida, con sede en el Hospital Germans Trias i Pujol de Badalona, que propone un programa de atención a distancia para investigar los beneficios del uso de la rehabilitación cognitiva en la mejora de los pacientes de covid persistente.

Rehabilitación para recuperar la vida limitada por el covid: "Solo quiero volver a ser la de antes"

Recoge el galardón uno de sus responsables, el psicólogo clínico y doctor en neurociencia Jose Antonio Muñoz. Destaca por encima de todo el imprescindible trabajo del equipo humano con quien trabaja y recalca la importancia de “compartir, ayudar y cuidar”. La esencia fundamental de la beca –dotada con 20.000 euros– es ser fiel a lo que Bassas denomina “las dos obsesiones de Carles durante los últimos años de su vida”: la educación y, justamente, el cuidado de las personas. Así pues, la beca se concede cada año y alternativamente premia realidades vinculadas a la educación o la ciencia y la medicina. Este año toca medicina, singularmente apropiada en tiempo de covid-19.

En este sentido, las palabras de Desirée Ruiz cobran todo el sentido: la tarea de las enfermeras durante el último año y medio ha sido decisiva y todo reconocimiento es poco para un colectivo –el sanitario en general– que Ruiz reconoce “cansado” con cuadros recurrentes de necesidad de apoyo psicológico, ansiedad, insomnio y tentaciones de dejar la profesión. Iniciativas como la beca que nos ocupa pueden poner un grano de arena para hacer menguar el dolor acumulado.

El 'conseller' Argimon, con el equipo ganador y Antoni Bassas

El proyecto ganador se impone a los otros dos candidatos a conseguir la beca: la Federació Salut Mental de Catalunya y el Hospital de Terrassa - Consorci Sanitari de Terrassa. Las tres candidaturas (la galardonada y las otras dos) destacan por su tarea de investigar e intentar paliar los efectos que el covid-19 ha dejado sobre las personas.

El acompañamiento de las personas

Con el mismo punto de vista se expresa el doctor Bonaventura Clotet, miembro del jurado de la beca, que pone de relieve también el papel capital y troncal de enfermería en muchos escalones de intervención médica y clínica en los hospitales y las UCI, en especial el cuidado y acompañamiento de las personas infectadas y que tenían que estar solas, aisladas, para poder garantizar las máximas condiciones de cara a su larga y costosa recuperación. Así mismo, Clotet enfatiza la necesidad vital de continuar atentos y precavidos, no bajar la guardia porque realidades como la variante ómicron –ahora de total actualidad– revelan que la lucha continúa. “Yo diría que no debemos estar preocupadísimos por esta nueva variante siempre y cuando la vacunación se mantenga como prioridad en todo el mundo”.

Clotet ha vivido en primera línea dos pandemias: el sida y el coronavirus. De la primera –de la cual es un profundo conocedor–, a pesar de la devastación mortífera que comportó, se pueden extraer también cosas positivas: generó mucho conocimiento, concienció mucho a la sociedad e hizo surgir movimientos muy proactivos en todo el mundo. Por lo tanto, mascarilla, distancia física y tests rápidos. ¿Habrá un antes y un después del covid-19? Opina que sin duda sí, pero no tiene del todo claro que en el ámbito político haya, todavía hoy en día, suficiente concienciación para dedicar muchos más recursos económicos a la investigación: “Se ha demostrado que es básica la anticipación, el hecho de poder ir por adelantado”.

Vale la pena volver al testimonio de la enfermera Ruiz, que se convirtió en coordinadora de la UCI del Hospital del Mar nueve meses antes del estallido de la pandemia. “Ningún máster te enseña a enfrentarte a algo así. Nos faltaba espacio, enfermeras y ventiladores. La impotencia era muy grande”. Todavía más cuando sabían que se estaba dejando de lado el abordaje y tratamiento de otras patologías muy importantes para hacer frente a las urgencias del momento. “¿Qué es lo más duro?”, le pregunta Bassas. Lo tiene claro: “Que un enfermo te coja la mano y que te pida que te despidas de su hija porque están a punto de intubarlo y no sabe si sobrevivirá”. No solo el tacto de una mano sin guante puede ser reconfortante, muchos testimonios de personas que han sufrido el virus destacan la importancia de la voz de los médicos y las enfermeras y de los ojos que se ven sobre la imprescindible mascarilla.

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