EL APUNTE

Hasta que se congele el infierno

Esther Vera
2 min

El Parlament volvió a vivir una sesión indigna de una democracia consolidada con trucos y filibusterismo para intentar aprobar o bloquear la discutible ley de transitoriedad jurídica. Es obvio que el Parlament ha dejado de ser un salón de té y también que ningún estado se hace el harakiri sin levantar la voz. La expectativa creada de una transición suave y un voto "como siempre" se ha desmentido a gritos. Si se ponen las urnas se hará con todas las complicaciones y por la determinación del Gobierno. Mientras el Parlament tenía que oír lecciones de democracia y una "defensa de la libertad hasta que se congele el infierno" de boca de un portavoz del PP, en la Moncloa Rajoy se reunía con Pedro Sánchez y Albert Rivera para crear la gran coalición que sólo Cataluña propicia en la política española. Escribía Gaziel en el artículo "El desconhort" (El desconsuelo) recogido en Quina mena de gent som (Qué clase de gente somos): "Ganará la España «blanca» o la España «roja»; pero a una y otra, por irreductibles que parezcan, las une, ya desde ahora, un sentimiento común: la aversión que ambas tienen al «hecho diferencial» de Cataluña, y la voluntad fanática de aniquilarlo". Rajoy fue formalmente duro, pero el mensaje que se da desde la tramoya es que evitará cualquier gesto más allá de asegurar una convocatoria de elecciones el 1-O. También decía Gaziel que la política catalana "no es la de un jugador desgraciado, sino la de un mal jugador [...]. No tardará en descubrir que lanza espadas cuando debería lanzar oros, y envida cuando hay que pasar". Es el momento de demostrar si se ha aprendido.

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