El análisis de Antoni Bassas: 'Sánchez convierte a las catalanas en un plebiscito a su persona'

Sánchez acaba de convocar a dos plebiscitos consecutivos, sobre él y sobre la amnistía. En Cataluña el día 12 de mayo y en España el 9 de junio, en las europeas. Acaba de dar a su partido ya su gobierno una razón para ser votado: la defensa de la democracia

El lunes, 29 de abril de 2024. Pedro Sánchez, después de haberse detenido a reflexionar durante cinco días, ha salido a anunciar una decisión que antes ya había ido a comunicar al rey. Lo ha hecho largo. Se ha hecho esperar, casi desear. Ha afirmado que "esta degradación de la vida pública acabará condenando a España" y que "exigir resistencia incondicional a las víctimas es una perversión". Y se ha preguntado, con grandilocuencia si "queremos esto para España". Y entonces ha comunicado la su decisión: “He decidido continuar, continuar con más fuerza, si cabe, al frente de la presidencia del gobierno español. Esta decisión no supone un punto y seguido, es un punto y aparte, se lo garantizo. mi compromiso de trabajar sin descanso, con firmeza y serenidad, por la regeneración pendiente de nuestra democracia y por el avance y la consolidación de derechos y libertades”.

Sánchez se queda. Se siente fuerte. Él y su esposa creen que los malos no pueden ganar, por así decirlo. Ahora, no perdamos de vista que por más tocado que haya estado en lo personal, cualquier decisión sobre su continuidad era política. Y que Sánchez acaba de convocar a dos plebiscitos consecutivos, sobre él y sobre la amnistía. En Cataluña el día 12 de mayo y en España el 9 de junio, en las europeas. Acaba de darle a su partido ya su gobierno una razón para ser votado: la defensa de la democracia. Con emocionalidad, personalismo y evocando la convivencia entre españoles.

Sánchez ha secuestrado durante unos días el sentido de las elecciones catalanas y las marca profundamente. Hay muy posible votante socialista capaz de votar a PSC como muestra de apoyo a Sánchez, bajo la idea de que es un apoyo a la democracia. Él mismo lo ha dicho: "Mostramos al mundo cómo se defiende la democracia".

La narrativa es redonda: un presidente progresista, un hombre enamorado, se enfrenta a la destrucción del adversario ya la ultraderecha mediática. Y agradece a su partido la movilización.

Sánchez ha actuado como si el barro sólo hubiera caído sobre él y su esposa. Y todos sabemos que no es verdad. El problema es que ahora le ha tocado a él. El barro hace tiempo que cubre todo. ¿Hablamos de Trias, de Rosell, de los jóvenes de Altasu, de los presos políticos, de los exiliados?

Supongo que están al caso de que esta madrugada ha fallecido la madre del presidente Carles Puigdemont, y que como ya ocurrió con su padre, el hijo en el exilio no se ha podido despedir de ella. El presidente ha explicado en un tuit que la mano de una de sus hijas le ha representado en este momento tan doloroso: "Y de alguna manera yo también estaba presente". Con gente que ha ido al exilio ya la cárcel, ya juicio, por delitos que no han cometido, ¿qué quiere explicarnos Pedro Sánchez, aparte de cuál es su punto débil o el factor humano, díganlo como quieran?

El problema con el que Sánchez ha tropezado ahora es estructural y sistémico. De cómo se ataca un poder en la sombra con el que el PSOE ha colaborado decididamente, eso no ha dicho nada.

Sánchez quiere una gran victoria en Catalunya, apropiarse de toda la emocionalidad del voto que parecía que iba a ser para Puigdemont. Sánchez ha convertido a las catalanas en un plebiscito.

Buenos días.

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