Guerra en Ucrania

Quimioterapia entre bombas: el bunker de un matemático español que salva vidas en Járkov

La start-up humanitaria que ha repartido 15 millones de euros en unidades de tratamiento oncológico resiste la nueva ofensiva rusa en la región

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Rostislav Filippenko, fundador de la ONG Mission Járkov

BarcelonaIncluso bajo las bombas hay quien necesita quimioterapia. Personas que intentan sobrevivir a una guerra mientras luchan a la vez contra un cáncer. En la ciudad de Járkov, capital de la región del noreste de Ucrania que en los últimos días está bajo el fuego intenso de una nueva ofensiva rusa, hay un búnker de la era soviética que ha sido reconvertido en sala frigorífica para almacenar los tratamientos de quimioterapia que necesitan los pacientes de la región. La ha construido la ONG Mission Kharkiv, fundada y liderada por Rostislav Skowronski, un matemático español de origen ucraniano. Su proyecto de atención oncológica humanitaria en contexto de conflicto es único en el mundo y ha repartido ya 31.000 unidades de medicación para el cáncer -por valor de 15 millones de euros- desde su puesta en marcha en 2022, poco después de la invasión rusa.

"Acaban de bombardear la ciudad hace media hora, se han intensificado los ataques, sobre todo hoy, que han caído cuatro o cinco bombas teledirigidas y algunas han impactado bastante cerca de nuestra sede en el centro de Járkov", explica por teléfono desde allí Rostislav Skowronski.

Las tropas rusas han lanzado una incursión terrestre desde la frontera y han abierto un nuevo frente hacia Járkiv. Ya han logrado ocupar ocho pueblos, pero están todavía relativamente lejos de la capital, a unos 50 kilómetros. "Están sitiando el pueblo de Lipsi, y si logran entrar entonces sus lanzacohetes múltiples ya estarán a suficiente distancia para llegar al centro de Járkov y volveremos a la pesadilla de los primeros meses de guerra", apunta Skowronski.

En aquellos primeros meses posteriores a febrero del 2022, en los que el ejército ruso sometió esta ciudad a un asedio intenso, Skowronski estaba apenas poniendo en marcha Mission Kharkiv. La guerra le había pillado en esta ciudad, donde vive buena parte de su familia. Skowronski, nacido en Ucrania pero criado desde los 6 años en Valencia y que ha pasado toda la vida a caballo entre los dos países, se había instalado temporalmente en Járkov para centrarse en realizar el trabajo de fin de máster de la Universidad Autónoma de Madrid. "Estalló la guerra y no tenía nada que hacer, pero yo siempre necesito problemas a resolver, si no me vuelvo loco. Así que me levanté, crucé la calle y fui al hospital más cercano a pedir el listado de sus necesidades", explica.

Al ser el único español atrapado en la ciudad sitiada, la segunda más grande de Ucrania, su llamamiento internacional para conseguir los medicamentos que necesitaba el centro salió a los medios y obtuvo una respuesta abrumadora. "Esperaba cinco cajas de medicamentos y me llegaron 180 toneladas", explica. Con ello pudieron abastecer a 31 hospitales, pero entonces el hospital oncológico de Járkov fue bombardeado. Sólo dos centros atendían a los enfermos de cáncer, uno estaba destruido y el otro asumía toda la carga, pero también mucha gente optaba por huir. Fue entonces cuando nació Mission Kharkiv con el objetivo de conseguir fármacos oncológicos y repartirlos.

En aquellos meses de asedio también ayudaron a muchos enfermos de cáncer a huir a otros países de Europa. Skowronski apunta que, si la ofensiva rusa de estos días se endurece, tendrán que volver a hacerlo. Desde la retirada de las tropas rusas a mediados del 2022, el frente se había alejado de Járkov y la labor de la ONG se había ido expandiendo. En el búnker soviético se construyó una cámara frigorífica, que en diciembre del 2023 ya estaba lista, porque los tratamientos de quimioterapia necesitan una temperatura constante de entre 2 y 8 grados.

Imagen del bunker frigorífico de Misión Járkov en la ciudad de Járkov, donde se almacenan los medicamentos oncológicos.

Un software contra la corrupción

Otra de las peculiaridades de esta start-up humanitaria es que ha creado un software para poder realizar el seguimiento online de todos los tratamientos. "Los donantes (farmacéuticas y otras ONG principalmente) pueden seguir el trayecto de cada medicamento hasta el paciente final", explica. Es un rasgo distintivo respecto al trabajo de otras ONG que reparten ayuda humanitaria, y que es especialmente importante en contextos como el de Ucrania, donde la corrupción es un problema muy real. "Hemos visto fármacos donados que se estaban vendiendo en la farmacia, y por eso hemos establecido este sistema tan transparente, tenemos tolerancia cero con la corrupción", explica Skowronski.

La ONG creada por este matemático ya ha entregado medicamentos de todo tipo a más de 61.000 personas. Ahora tiene neveras para medicamentos oncológicos en Lviv, Kiev y Dnipró, y quiere instalar una también en Odesa. Además de los dos ámbitos de acción iniciales –repartir medicamentos y evacuar enfermos–, ha abierto otras ocho ramas de acción, entre ellas la formación de personal, la atención a la salud mental de los enfermos de cáncer o la medicina de precisión que analiza el tipo de quimioterapia que se adecua mejor a cada paciente.

Justo antes de que se iniciara la nueva ofensiva, culminaron un proyecto con otra ONG para repartir material de asistencia, como sillas de ruedas, en los pueblos de la frontera que ahora vuelven a estar invadidos por tropas rusas. Los medicamentos guardados en el búnker de Járkov están seguros, dice: a tres metros de profundidad y bajo un edificio de cinco plantas, un misil no podría destruirlos.

Pero la ONG se está preparando por si la cosa empeora. "Siempre hay que tener un plan para el peor escenario y nosotros ya hablamos hace dos semanas. Nos quedaremos aquí hasta que intenten entrar en Járkov, pero si consiguen entrar no tendrá sentido quedarse porque no se podrán hacer sesiones de quimioterapia, así que tenemos un plan para evacuar primero los medicamentos y después el personal, con todo aquel que quiera venir con nosotros, y probablemente nos trasladaríamos a Kiev", explica. La ONG tiene ya 24 trabajadores, todos médicos menos Skowronski, que es matemático. Pero su liderazgo ha sido clave: "En matemáticas te enseñan a no rendirte ante problemas muy serios".

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