Poco a poco vamos teniendo más información sobre cuál está siendo el impacto real de la pandemia en nuestra sociedad y en las de todo el mundo. Un informe de Intermón Oxfam pone números a una realidad que es francamente preocupante: en Catalunya el número de personas en situación de pobreza relativa, es decir, que viven con menos de 24 euros al día, ha crecido en 120.000 desde el inicio de la pandemia, un 11,7% más. En España esta cifra llega al millón de personas, y en todo el mundo, a los 200 millones. El estudio certifica lo que ya se sospechaba: que la pandemia se está ensañando con aquellos sectores que ya eran vulnerables antes del estallido de la crisis, porque son los que hacen los trabajos que se han visto más afectados y tienen menos posibilidades de teletrabajar.
Así pues, a diferencia de la crisis 2008-2012, cuando la crisis del crédito afectó prácticamente a todo el tejido productivo porque se cortaba la financiación de las empresas, el choque provocado por la pandemia está siendo mucho más desigual, y castiga especialmente el sector servicios y los pequeños negocios. Además, a diferencia de entonces, esta vez la herramienta de los ERTE está evitando que más de 700.000 personas en el conjunto del estado español caigan también por la pendiente de la pobreza. Evidentemente, en los países que no pueden contar con este apoyo público la situación es mucho peor. En cambio, la ONG señala que el millar de principales fortunas del planeta ya se han recuperado del choque de la pandemia.
El informe es interesante porque apunta que las políticas de recuperación también tienen que tener como objetivo luchar contra la desigualdad porque, en la línea de lo que defienden economistas como Thomas Piketty, un país muy desigual acaba siendo también económicamente más frágil e ineficiente. En el caso catalán, el porcentaje de población que vive en pobreza relativa ha subido del 13,5% al 15% (en España esta cifra se eleva hasta el 22,9%), es decir, 1.146.000 personas. La subida todavía ha sido más pronunciada en territorios completamente dependientes del turismo, como por ejemplo las Islas Baleares, donde el porcentaje de población pobre ha crecido un 20%, cuando hace poco disfrutaban de una situación económica envidiable.
El impacto, pues, es desigual tanto por territorios como en función de la estructura económica, y dentro de cada sociedad en función del sector donde se trabaje. Por eso, las políticas de reconstrucción tienen que tener en cuenta también esta variable para no profundizar todavía más la herida. Esto quiere decir, que, como afirma el profesor Mas-Colell, en un país como Catalunya no se puede ningunear la industria de visitantes (concepto que prefiere al de turistas porque va más allá e incluye congresos, acontecimientos culturales, etc.), por su capacidad de crear puestos de trabajo, a la vez que se potencia la digitalización y la energía verde.
El objetivo es conseguir salir de la crisis más fuertes, con una economía más sana, moderna y diversificada, pero también con una sociedad menos desigual, y esto se consigue, por ejemplo, con puestos de trabajo de calidad, menos precarios y mejor pagados. Los fondos europeos tienen que servir para avanzar en esta dirección.