Pobreza

El infierno en Campclar: "Si no se llega a entregar, lo matamos"

La Junta de Seguridad se reúne hoy en Tarragona para tratar de abordar los problemas que vive el barrio

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Una plaza en el centro de Campclar entre los bloques de pisos de protección oficial

TarragonaFueron solo ocho días, pero fueron tan intensos que en el barrio de Campclar, en Tarragona, todavía dura el miedo. El pasado 3 de marzo, un joven de sólo 19 años mató en medio de la calle a un hombre magrebí clavándole varias cuchilladas. El enfrentamiento había comenzado la tarde antes, el sábado, cuando ambos tuvieron un rifirrafe. Según explican los vecinos del barrio, la discusión empezó porque el joven se estaba fumando un puerro frente a un portal y un hombre magrebí le riñó. La escena terminó a puñetazos. Más tarde, el magrebí, acompañado por un amigo, se encontró al chico y le pegó una paliza. Fue al día siguiente por la mañana cuando el joven, armado con un cuchillo, se vengó y apuñaló hasta la muerte al hombre con el que se había peleado. La víctima tenía 35 años.

Como suele ocurrir en los barrios pobres y olvidados, la noticia voló. Todo el mundo sabía quién era el culpable y la comunidad magrebí empezó a manifestarse cada día para exigir a los Mossos d'Esquadra que detuvieran al chico, que se había escondido. La pesadilla duró ocho días. La rabia por el asesinato no tenía suficiente con las protestas y casi todas las noches quemaban contenedores. "En un solo día se oyeron disparos por la tarde y por la noche... Fue como si el diablo hubiera venido al barrio", explica una vecina aún asustada. "Este barrio es peor que la vida", dice. Según ha podido saber el ARA, el entorno de la víctima llegó a entrar en el domicilio del presunto asesino, que vivía con su madre, pero en ese momento no había nadie en casa. También entraron en casa del hermano, pero tampoco estaba allí. En el barrio, ni en la comisaría de los Mossos que hay a pocos metros, no quieren ni pensar lo que hubiera ocurrido si llegan a encontrarse. Fue la familia del presunto asesino quien se puso en contacto con la policía, que les convenció para que el chico se entregara voluntariamente. "Si no se llega a entregar, le matamos", aseguraba este lunes un chico del barrio, de 17 años y de origen magrebí. Toda la familia del chico desapareció del barrio y todavía no han vuelto.

La escalada de violencia hizo temer un enfrentamiento entre las comunidades magrebí y gitana, pero incluso el alcalde de Tarragona, Rubén Viñuales, mantuvo conversaciones con representantes de ambos colectivos para intentar evitar que fuera a más . Un detalle ayudó a calmar los ánimos: el padre del presunto homicida es gitano, pero la madre es tía, algo que en jerga se conoce como baratijas. "Cuando ocurren estas cosas hay que pedir justicia contra quien lo ha hecho, pero no contra toda la familia o toda la etnia gitana, cuando encima el chico ni es gitano", explica Emilio González, representante de la Federación Gitana de Tarragona y Tierras del Ebro. González, vecino y comerciante del barrio, cree incluso que la familia debería poder volver, aunque es una opción que el barrio ni plantea.

Este miércoles, un mes después del homicidio que ha tensado todo el barrio, se reúne en Tarragona la Junta de Seguridad Local, a petición del alcalde Viñuales. En el encuentro, donde se analizará todo lo que está ocurriendo en Campclar, estará también el conseller de Interior, Joan Ignasi Elena, así como los representantes de todos los cuerpos policiales, de los bomberos y de los agentes rurales. Lo que todo el mundo tiene muy claro es que "el problema de Campclar sobrepasa lo policial", según explican fuentes de los Mossos d'Esquadra.

Un sexto sin ascensor

Campclar es uno de los núcleos de población de la zona de Poniente de Tarragona y tiene 11.331 habitantes. Este pequeño barrio se creó en los años 60 a partir de la industrialización de Tarragona y se nutrió sobre todo de emigrantes españoles. A partir de los años 80, se aceleró la construcción de pisos promovidos por la empresa Adigsa (actual Agencia de la Vivienda de Catalunya), que depende de la Generalitat. A lo largo de todos estos años, la Generalitat construyó distintas promociones y levantó 1.222 viviendas públicas. Los inquilinos tenían derecho a compra, y el 58% de todo este parque de viviendas ya ha pasado a manos privadas. El otro 42% es todavía propiedad de la Generalitat. El mantenimiento de estas fincas es correcto en algunos casos, pero en otros es absolutamente precario. "Vivo en un sexto y no tenemos ascensor desde hace más de dos años. Hay una vecina de 95 años que ya no puede salir de casa, ya mí también me cuesta mucho porque me han operado del corazón y he sufrido un ictus ", lamenta Montse Domingo. Según explica, ha denunciado en muchas ocasiones esta situación en la Agencia de la Vivienda, pero todavía no han resuelto. También hay pisos que ni siquiera tienen balcón. "Es muy difícil intervenir porque es necesario llegar a acuerdos con una mayoría que ya es de propiedad privada", explica Marina Berasategui, secretaria de Vivienda de la Generalitat. Todo ello hace que el barrio tenga fincas muy degradadas, algunas de las cuales no tienen ni puerta.

"Hay que realizar un abordaje más integral, teniendo en cuenta la gestión de las personas y también la intervención física en el parque de viviendas", defiende Berasategui, que recuerda que se está licitando un servicio de mantenimiento para adecuar hasta 23 edificios (338 viviendas) del barrio. Según destaca, un 67% de las labores de rehabilitación que subvencionará la Generalitat están en Tarragona. "Entre todos debemos poner de nuestra parte para hacer un barrio seguro y habitable", dice Berasategui.

Detrás de toda la problemática del barrio está, evidentemente, el drama de la pobreza. Según los datos del Instituto Nacional de Estadística del año 2020, la media anual de ingresos por vivienda en Campclar es de 14.983 euros, lo que sitúa a este barrio entre el 1% más pobre de todo el Estado. El Ayuntamiento de Tarragona destina más trabajadores y educadores sociales de lo que determina la ley de servicios sociales, y pese a las carencias hacen un trabajo titánico: "La contención que hacen es mucha", asegura la consejera municipal de Servicios Sociales, Cecilia Mangini , que pide más financiación a la Generalitat para poder ofrecer más servicios.

Campclar se benefició en 2007 de la ley de barrios, y entre el Ayuntamiento y la Generalitat invirtieron 15 millones de euros para mejorar el urbanismo del barrio y realizar plazas y equipamientos públicos. También se celebró la comisaría de los Mossos d'Esquadra más grande de toda Tarragona. La proximidad de la comisaría hace que la reacción policial sea más rápida y las operaciones son constantes, pero el tráfico de droga está a la orden del día. "En esta misma plaza venden droga a niños de 12 años", asegura Morad, quien dice que nunca había visto el barrio tan degradado. La venta y consumo de heroína también golpean el barrio desde hace años.

"Este barrio está muy bien. En realidad, si haces la tuya, todo va bien. Pero si buscas problemas, los encuentras seguro", asegura un vecino, mientras su cadenera, dentro de una pequeña jaula, empieza en cantar.

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