El invento fallido de Microsoft para luchar contra el iPod

23 de octubre de 2001, California. Steve Jobs está en el escenario. Vestido con sus inconfundibles jersey negro, vaqueros y gafas minimalistas, el cofundador de Apple está a punto de enseñar al mundo un invento llamado a revolucionar la forma en que se había escuchado música hasta entonces. “Imagínense poder colocar en el bolsillo del pantalón unas mil canciones”, suelta el visionario del gigante tecnológico ante un auditorio expectante. Hace una pausa, toma aire y, con elegancia, exhibe por primera vez el esperado iPod, el innovador dispositivo MP3 de la empresa de Cupertino. Entonces nadie lo sabía, pero el iPod acabaría convirtiéndose en un éxito rotundo de ventas: cinco años después ya se habrían vendido 100 millones en todo el mundo y, al cabo de quince años, la cifra rondaría ya los 400.

En casa de Microsoft, la eterna rival, lo miraban con nerviosismo. “El iPod acabará muriendo asesinado por los smartphones del futuro”, espetaba Bill Gates en el 2005, en una entrevista al reputado Frankfurter Allgemeine Zeitung. Sin embargo, y tan sólo un año más tarde de hacer estas declaraciones, el fundador de Microsoft anunciaba el lanzamiento de Zune, un reproductor de música muy parecido al iPod. El gesto sorprendía. De hecho, parte de la prensa especializada lo leyó directamente como un intento desesperado de Gates por rebajar la elevadísima cuota de mercado que Apple había logrado con sus dispositivos, y que ya subía por encima del 50%.

Así, el 14 de noviembre de 2006 Microsoft puso a la venta en Estados Unidos el Zune, a un precio de 249 dólares. Era un reproductor multimedia digital de 30 gigabytes, con una pequeña pantalla de vídeo de tres pulgadas, que podía sintonizar emisoras de radio FM y que iba conectado a un servicio de música muy similar a iTunes. De hecho, para Microsoft, el nombre de Zune no significaba sólo la creación de una nueva familia de dispositivos -que llegaría a tener cuatro generaciones- sino también el diseño de un nuevo sistema operativo para hacerlos funcionar y de un nuevo marketplace. El mercado los recibió con mucha frialdad e incluso haciendo befas, por el color marrón de los dispositivos. "El marrón será el nuevo negro", defendían los creativos de la compañía. Pero las redes relacionaron enseguida el color con el de las heces. El Zune aterrizó en el mercado con mal pie.

En 2010 el negocio continuaba sin sonreírlos. El 77% de los reproductores musicales portátiles vendidos en Estados Unidos eran iPods, mientras que los Zune no aparecían ni en el Top 5. En el 2011 Microsoft tiró la toalla y enterró para siempre el proyecto. Pero, ¿por qué falló? Un año más tarde, Robbie Bach, presidente de la división de entretenimiento y dispositivos de Microsoft, dio algunas claves en un encuentro de emprendedores de Seattle. “Era un producto que iba demasiado a remolque de Apple: la gente no tenía ganas de comprarlo -admitía-. Asimismo, nuestra campaña de marketing fue muy confusa: optamos por hacer anuncios muy trabajados artísticamente pero que sólo acapararon la atención de un perfil muy concreto de amantes de la música”, aseguraba el directivo de Microsoft.

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La lección

“El Zune llegó tarde: llevaba cinco años dominando el mercado el iPod y, además, no aportaba ningún gran valor diferencial -asegura Xavier Amores, director del MBA de la UdG-. Microsoft no supo convencer a los clientes de Apple, que no vieron en el Zune ni nuevas funciones ni tampoco un dispositivo de mayor calidad”.