Oriente Próximo

Jaled al Asad: así era el arqueólogo de Palmira ejecutado

Un gestor del patrimonio histórico que durante más de 50 años ha estado al frente de la investigación, conservación y museización de la ciudad

Jaled al Asad, la memoria viva de Palmira
Miquel Molist
31/01/2025
3 min
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Catedrático de prehistoria en la UABAyer me levanté con la noticia del asesinato de Khaled el Asad, arqueólogo sirio de 82 años que había desarrollado toda su actividad profesional en la ciudad romana de Palmira. Un investigador, un gestor del patrimonio histórico que durante más de 50 años ha estado al frente de la investigación, la conservación y la musealización de la ciudad de Palmira, uno de los restos de época romana mejor conservados de Oriente Próximo y declarados Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1980.

Tuve la suerte de conocerlo en 1978, en septiembre, en mi primer viaje a Palmira. Entonces ya era el director general de antigüedades de la región de Palmira y era la persona que acogía a los pocos equipos internacionales que íbamos a colaborar.

Así nos recibió como miembros de un equipo internacional de arqueólogos que investigábamos a las primeras sociedades agrícolas en esta región de estepa desértica. Nos enseñó la ciudad y nos alojó en la exquisita casa de las excavaciones arqueológicas en el interior del templo de Bel. Al cabo de unos días fuimos hacia la zona donde trabajábamos en las excavaciones prehistóricas, en el oasis de El Kwom, más de 200 km al este de la ciudad. Estos encuentros con Khaled al Assad se repitieron durante más de diez años, hasta principios de los 90, cuando por razones profesionales abandonamos la actividad de investigación en esta región y empezamos a trabajar en el valle del Éufrates, en la propia Siria.

Un diamante para pulir

Su entrañable hospitalidad me llevó a compartir algunos ratos con su extensa y noble familia de origen beduino. Pero sobre todo con él tuvimos la oportunidad de percibir la progresiva evolución de la investigación y, especialmente, de la protección, adecuación y musealización de la ciudad antigua de Palmira. Pudimos captar la evolución de un yacimiento arqueológico que era un "diamante para pulir" hasta ser un lugar patrimonial visitable que constituiría una parada obligatoria para todos los viajeros y turistas en las décadas posteriores. En aquellos años las principales misiones que trabajaban eran el equipo del profesor Michael Gawlikowski (Instituto de Arqueología de Varsovia) y, en temas más epigráficos, el abad Jean Sarcke. Todos colaborábamos estrechamente con Khaled al Assad, y con los conservadores y el propio equipo del museo de Palmira, que también efectuaba su propia excavación, al tiempo que ejercía de coordinador general tanto de los temas de investigación como de la museización. Probablemente una de las líneas de trabajo en las que Al Assad marcó más tendencia fue la progresiva restauración y museización de los restos romanos. Además, también modernizó el museo y los numerosos lugares visitables que progresivamente se abrieron a los visitantes: el templo de Bel, las tumbas, el castillo...

Esta apuesta clara por la difusión y la divulgación histórica, que potenció Al Assad, hizo que en las actividades tradicionales de la ciudad moderna (el cultivo de dátiles, la huerta del oasis...) se incorporara el turismo: de unos 10.000 visitantes en los años 70 hasta a varios cientos de miles en el 2010.

La guerra ha sido en los últimos años una desgracia radical para la población de Palmira y de toda Siria. La situación relativamente alejada de las regiones más occidentales hizo que la ciudad de Tadmor [Palmira] quedara relativamente al margen de los primeros años de conflicto, y que sólo sufriera algunos pillajes y desperfectos por tiros. Ha sido en mayo de 2015, con la llegada del Estado Islámico, cuando Palmira se ha situado directamente en el centro del conflicto. Pudimos establecer contacto con la familia de Khaled al Assad y de arqueólogos de la zona, en aquellos momentos, y sufrían por la integridad del patrimonio. Seguramente poco se podían esperar un desenlace tan cruel y una utilización tan tergiversada del patrimonio histórico por el que habían luchado buenos hombres como el señor Jaled al Asad. Descanse en paz.

Miquel Molist es el director de la misión arqueológica de Tell Halula

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