Epic fails

Jawbone, la competidora de Fitbit que acabó tirando la toalla

La empresa sacó una pulsera fitness pero salió al mercado con retraso y con problemas de batería

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Jawbone, la competidora de Fitbit que acabó tirando la toalla

“La forma en que vestimos y los complementos que llevamos definen nuestra forma de ser”, dijo Hosain Rahman ante la atenta mirada del periodista Adam Lashinsky, de la revista Fortune. Era principios de enero del 2015 y, mientras hablaba, el cofundador y director ejecutivo de Jawbone lucía en la muñeca el nuevo invento de la compañía: la pulsera inteligente UP3. La empresa, especializada en el mundo de los wearables y de los dispositivos Bluetooth, tenía todas las esperanzas puestas en ese brazalete fitness de diseño elegante, minimalista y lujoso. La pulsera monitorizaba permanentemente el ritmo cardíaco y analizaba las etapas del sueño, con una batería que duraba 7 días.

Nacida a finales de los 90, Jawbone se había convertido en una de las marcas más relevantes del sector. De hecho, había sido de las primeras start-ups a abrirse camino. Esto le había permitido exhibir músculo durante muchos años, pero en el 2015 el panorama había cambiado. Por un lado, la empresa estaba valorada en 3.000 millones de dólares y empleaba a cerca de medio millar de personas; por otro, la competencia había empezado a comérsele la tarta. En 2007 Fitbit había irrumpido en las muñecas de medio planeta con unas pulseras muy similares a las de Jawbone ya precios inferiores. Para mayor inri, un problema en la fabricación había hecho que la nueva pulsera UP3 no hubiera podido llegar a tiempo a la campaña de Navidad. Sin embargo, el drama no acababa aquí: Apple había anunciado que en abril del 2015 pondría a la venta su esperado Apple Watch, con funcionalidades similares a las de Jawbone.

Ya hacía tiempo que la vida de éxito que los expertos habían augurado para la compañía se había desvanecido. "El proyecto había generado unas grandes expectativas iniciales", recuerda Xavier Amores, director del máster en dirección y gestión de empresas de la Universidad de Girona. En 2006, un primer inversor de capital riesgo se fijó en la compañía y vertió 800.000 dólares. En el 2007 un segundo fondo sumó 5 millones. En 2008 ya se intuía que les wearables serían productos con futuro. Sequoia Capital puso otros 30 millones ya lo largo del 2011 la compañía cerró tres rondas de inversión que sumaron 159 millones de dólares a la caja. Con ese dinero, Jawbone presentó la pulsera UP. Sin embargo, el producto llegó con retraso y cuando lo hizo tuvo que detenerse la venta por problemas con la batería y la sincronización del dispositivo.

Sin embargo, entre 2013 y abril de 2015 la compañía fue recaudando millones sin sudar. Aquella primavera, sin embargo, todo se torció. La empresa decidió demandar a la competidora Fitbit por haber contratado a empleados que conocían información confidencial de Jawbone. Ese año la consultora IDC también hizo públicas unas cifras demoledoras para Jawbone: tan sólo tenía un 2,8% del mercado, frente al 24,3% de Fitbit. "Era una cifra muy difícil de remontar", apunta el experto. A finales de año recortó personal, en el 2016 prescindió de la compañía que les ofrecía la atención al cliente y en julio del 2017 anunció el adiós definitivo.

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