Homenotes y danzas

Joan Corominas, el multiplicador de oficinas del Banc Sabadell

El banquero fue presidente de la entidad vallesana durante 23 años e impulsó su expansión

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Joan Corominas Villa 1924-2012

En estos últimos años, el Banco Sabadell ha sido a menudo noticia más por aspectos negativos que por los positivos. La caída a plomo de la cotización en bolsa (y, por tanto, la reducción del valor de la entidad a una fracción de lo que era), el viaje sin retorno aparente de la sede social de Cataluña al País Valenciano y la fusión frustrada con el BBVA son las noticias que vienen a la cabeza cuando se piensa en este banco de origen vallesano. Pero eso que el Sabadell esté de pegamento es relativamente reciente. Durante más de un siglo fue una entidad importante y modélica. Uno de sus protagonistas fue precisamente Joan Corominas, quien dirigió el destino de la firma durante una etapa clave de su historia.

La vocación inicial de Corominas no fue bancaria porque sus intereses iban más encaminados hacia las leyes. De hecho, se licenció en derecho y empezó a ejercer de abogado. Pero con sólo diecinueve años tuvo que asumir la gestión de la empresa textil familiar por la prematura muerte de su padre. M. Corominas SA era una de las firmas con más solera del país, porque había sido fundada nada menos que en 1820. La iniciativa profesional de Corominas le llevó a ser uno de los fundadores de la Mutua de Seguros de Sabadell (1952 ), a presidir la Cámara de Comercio (1964-1968) ya ocupar cargos de responsabilidad en la Caixa de Sabadell, en cuya creación también había participado la familia.

Decíamos que su vocación era más de abogado que de banquero, pero realmente la relación de Corominas con el Banc Sabadell empieza antes de venir al mundo. Su bisabuelo fue uno de los fundadores de la entidad, en 1881, además de ser su primer presidente. El empuje como accionista activista que mostraba en los años 60 fue reconocido con su entrada en el consejo de administración. Corominas accedió por recomendación de Joan Oliu Pich (padre del actual presidente), que era la mano derecha del director general del momento, Francesc Monràs Ustrell. Por cierto, Monràs tuvo una carrera meteórica en el banco porque de muy joven, cuando era un simple trabajador de base, protagonizó una escena propia de la película Margin Call al descubrir que los riesgos financieros asumidos por el banco eran muy superiores a lo que reflejaba la contabilidad oficial.

La trayectoria de Corominas en el consejo del banco comenzó en 1967 y pronto se produjo un entendimiento muy productivo para la entidad entre Oliu Pich y él mismo. Nueve años después habría dos cambios destacables en la cúpula: por un lado, Monràs dejó el cargo de primer ejecutivo y lo cedió a Oliu Pich; por otra, el consejo de administración escogió por unanimidad a Corominas como sustituto del hasta entonces recién traspasado presidente Joan Llonch. Empezaba una nueva etapa en el Sabadell, que sobre todo estaría marcada por un concepto que Corominas siempre había tenido en mente: expansión. Cuando entró en el consejo, el banco sólo disponía de una oficina, pero una nueva legislación les permitía abrir más, por lo que empujó para conseguir más aperturas.

La prueba que tuvo éxito en sus propósitos de crecimiento es que cuando llegó a la presidencia, en 1976, había 75 y cuando se jubiló, 23 años más tarde, ya eran 690. Su gestión no fue fácil, porque durante los primeros años tuvo que gestionar una crisis muy fuerte que afectó con especial intensidad a la banca estatal. Más de la mitad de las entidades existentes en ese momento salieron malparadas.

La creación de nuevas oficinas no se limitó al Estado, sino que los vallesanos llegaron a poner los pies en doce países. Esta circunstancia le valió a Corominas el premio a la internacionalización de la economía catalana que concedía la Generalitat (1996). Con todo ello, el banco pasó de ocupar el vigésimo puesto en el ranking estatal en consolidarse como el cuarto grupo de mayor volumen del sistema financiero español.

En 1999, alcanzado los 75 años, Corominas se jubiló y el cargo de presidente pasó, precisamente, a Josep Oliu Creus, el hijo de su antiguo aliado.

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