Que Rafa Nadal es uno de los mejores deportistas de la historia del deporte es incuestionable. Que es un machista después de escuchar sus declaraciones a Ana Pastor, también. Ese "por qué" con el que finalizaba la frase "¿La inversión? La misma. ¿Oportunidades? Las mismas. ¿Los mismos sueldos? No, ¿por qué?" es tan demoledor como definitorio. La serie de argumentos con los que intentaba argumentar su postura en contra de que las deportistas cobren lo mismo que ellos son el abecé del machista de manual: que generan menos, que parten de las mismas condiciones, qué significa ser feminista y que él tiene madre y hermana. Le faltó la mujer para cantar bingo.
La inconsciencia sobre sus privilegios en estos momentos, y con 37 años, ya no puede disculparse, maquillarse, matizarse ni aceptarse, por muy bien que haya golpeado la pelota. Es un machista y punto. De aquí también se puede salir si le pone interés. Aún está a tiempo, pero debe ser permeable al cambio, informarse, escuchar y aprender que el feminismo no es un extremo, sino la idea radical que sostiene que las mujeres somos personas. La frase no es mía, sino de Angela Davis. Y no le iría nada mal leerla, por cierto: es mujer y negra como quien dice ser su referente, Serena Williams.
Ya de paso que eche un vistazo a una noticia de este mismo viernes: la brecha salarial ha crecido por primera vez en cinco años. Las mujeres cobran de media 5.000 euros menos al año que los hombres, ya ese ritmo se tardará medio siglo en llegar a la igualdad salarial. No generamos tampoco en las empresas privadas, ni en las públicas, claro. Por si fuera poco, nos empeñamos en ser el 93% las que trabajamos a tiempo parcial para cuidar a familiares. Encima.
Si los patrocinadores comienzan a cerrarle el grifo por su pérdida de popularidad por las declaraciones machistas, que no se preocupe. Siempre le quedará Arabia Saudita, ese país que, a su juicio, se está abriendo al mundo mientras las mujeres no pueden reivindicar sus derechos porque es delito y la homosexualidad puede llegar a castigarse, incluso, con pena de muerte. Por último, un consejo: si por casualidad se cruza con Mohammed bin Salman, que tenga cuidado de expresar sus opiniones, no sea que difieran de las del príncipe heredero, que ordenó asesinar y descuartizar al periodista Jamal Khashoggi por ser crítico con el régimen. De nada, Rafa.