'EPIC FAILS'

El mareo de Sharp con el primer portátil 3D del mundo

Marc Amat Vilà
3 min
El mareo de Sharp con el primer portátil 3D del mundo “Sharp estrenó el producto demasiado pronto, sin tener en cuenta qué necesidades tenía el mercado, con un precio muy elevado, con una tecnología desconocida e inmadura y con una pobre oferta de contenidos por disfrutar”, afirma Susana Domingo, profesora de estrategia y emprendeduría de la Barcelona School of Management de la UPF.

Seguro que, sin darte cuenta, a lo largo de la vida has encontrado decenas de veces el logotipo de Sharp. Quizás lo has visto en alguna impresora o en alguna calculadora. Quizás en el antiguo fax de la oficina o en el proyector del aula de la universidad. O en el microondas, en el teléfono móvil o en la caja registradora de la tienda de debajo de casa. Desde 1912, los dispositivos de la marca japonesa han formado parte de la vida de muchas familias y empresas de todo el mundo. De hecho, después de 108 años de trayectoria, todavía es una de las principales empresas de electrónica. Tiene 53.000 empleados, beneficios brutos operativos de 416 millones de euros y un pie en los cinco continentes. Incluso el Manchester United llevó su logo a la camiseta durante 17 años. Pero su éxito también esconde fracasos.

Es el caso del Sharp RD3D, el primer ordenador portátil del mundo capaz de ofrecer imágenes en tres dimensiones (3D) sin necesidad de gafas ni ningún otro dispositivo. La chapuza fue de época. Hoy en día, revistas como Business Insider le siguen recordando como “uno de los mayores fracasos tecnológicos de las últimas décadas”. En 2003 la compañía nipona era ya todo un referente mundial de la electrónica. De hecho, pasaba por uno de sus mejores momentos. En los años 70 había conquistado el planeta con sus microondas a precios asequibles; en los 80 y 90 había triunfado con sus televisores y equipos de sonido y llevaba tan sólo tres años presentando el primer teléfono móvil del mundo con cámara fotográfica. Pero la empresa iba tan embalada que se pasó de frenada.

“El mercado no estaba preparado para acoger un ordenador como el Sharp RD3D -recuerda Susana Domingo, profesora de estrategia y emprendimiento de la Barcelona School of Management de la UPF-. Además, el dispositivo ofrecía una experiencia muy pobre”. Las reseñas de los periodistas techies de la época le dan la razón: todas mencionaban un montón de puntos débiles, como el precio (3.300 dólares, casi el doble que los ordenadores portátiles convencionales), el peso o el hecho de que no tuviera conexión wifi incorporada. “Si no tiene una necesidad específica que requiera utilizar imágenes 3D, ignore esta novedad”, advertía el portal especializado CNet en un artículo de la época. Para ver correctamente la imagen en 3D era necesario mirar la pantalla frontalmente, sin moverse ya 21 centímetros de distancia. Si no, el efecto se perdía. “Si se cansa, un botón convierte la pantalla en una normal”, recordaban, aliviados.

Sharp no lo nunca ha tenido fácil en el campo de los ordenadores portátiles. De hecho, a los pocos años de este fail, la compañía anunció que dejaría de fabricarlos. "Probablemente, el estrepitoso fracaso tecnológico tuvo algo que ver", deja entrever Business Insider. En 2009, la compañía admitió que veía muy difícil obtener beneficios en el sector de los portátiles y que concentraría los esfuerzos en el mundo incipiente de las tabletas, un negocio en el que tampoco tuvo éxito. Sin embargo, en 2016, Foxconn -la empresa encargada de producir los iPhone para Apple- compró Sharp por 3.065 millones de euros y adquirió parte de la división de portátiles de Toshiba, que había pasado de vender 17,7 millones de portátiles en 2011 a tan sólo 1,4. El pasado agosto Sharp compró por 31 millones el resto de acciones de Toshiba para intentar arraigar en el sector aprovechando el auge del teletrabajo.

La lección

"Sharp estrenó el producto demasiado pronto, sin tener en cuenta qué necesidades tenía el mercado, con un precio muy elevado, con una tecnología desconocida e inmadura y con una pobre oferta de contenidos para disfrutar", afirma Susana Domingo, profesora de estrategia y emprendimiento de la Barcelona School of Management de la UPF.

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