"Me gusta" tu borrachera
Los expertos alertan de la banalización de las adicciones y los comportamientos de riesgo en las redes sociales
Una comida con amigos al aire libre con una mesa de delicias y una botella de vino. Un baño relajante en una bañera espumosa por donde se desliza una copa de cava. Tiempo de dolce far niente en el césped con una cerveza al lado. La parisina Louise Delage tiene más de 108.000 seguidores en Instagram y ninguno de ellos se dio cuenta del elemento alcohólico que incluía en cada una de sus 150 fotografías subidas a esta red social. La cuenta, sin embargo, resultó ser falsa. Louise Delage no era más que la creación de una agencia de publicidad para una campaña de la asociación francesa Addict Aide. Querían mostrar que, tras unas estampas bucólicas y glamorosas en las redes sociales, a menudo se esconde un ser adicto y vulnerable. Una adicción, simbolizada con una copa o una botella, que pasa inadvertida al círculo de seguidores digitales.
Aunque Delage resultó ser un personaje de ficción, podríamos decir que en la vida real hay muchas Louise Delage. Los expertos están preocupados por el alcohol que se cuela por las redes y también por como otras conductas adictivas y comportamientos de riesgo son exhibidos y encomiados en la esfera digital. "Normalizamos conductas que no son normales y, por tanto, banalizamos cosas que generan riesgo", lamenta Antoni Gual, psiquiatra, jefe de la unidad de conductas adictivas del Hospital Clínico. En Cataluña, según la Encuesta de Salud de 2015, elaborada por la Generalitat, un 23,7% de la población es fumadora diaria y un 65,7% consume alcohol -si bien sólo se considera consumo de riesgo el que hace un 3,8%-. Estas cifras se ven reflejadas en la vida real y en las redes sociales. De hecho, hace seis días murió una niña de 12 años en Madrid después de ingresar en el hospital en coma etílico.
Para Francisco Núñez, sociólogo, filósofo y director del máster de humanidades de la UOC, los usuarios hoy eligen con meticulosidad las fotografías que cuelgan en las redes sociales. Si van bañadas con alcohol, no es por azar. "Se quiere mostrar como distinción, como rebelión, difícilmente como un SOS para que alguien pueda percibir que necesitas ayuda", interpreta Núñez. Para David Dueñas, sociólogo e investigador de la URV, el alcohol, el tabaco, la vida sexual compleja o los comportamientos de riesgo forman parte del estereotipo de lo que significa ser joven. "Una persona que no tenga mucha vida social offline -explica Dueñas- la puede intentar construir online. Muchas veces, la manera de hacerlo es tomar la visión más estereotipada de lo que es la juventud". El sociólogo de la URV añade: "Como, online, todos queremos ser jóvenes para siempre, reforzamos aquellas conductas relacionadas con el estereotipo del joven". El alcohol y el tabaco están muy presentes.
Escondiendo la adicción
El psiquiatra Antoni Gual advierte que el modo de mostrar la relación con el alcohol de una persona adicta evoluciona, también en las redes sociales: "La gente hace exhibicionismo de las borracheras, pero, en cambio, esconde el alcoholismo". El doctor considera una paradoja que quien ya tiene una relación problemática con el alcohol, pero que aún es poco consciente, muestre las copas como un trofeo, mientras que quien "se está recuperando de una enfermedad, en vez de estar orgulloso, se avergüence". El exhibicionismo no es exclusivo del alcohol: también ocurre con otras adicciones o comportamientos inadecuados, como conductas sexuales de riesgo, conducciones imprudentes o logros peligrosos.
Así, además de fotografías de comportamientos adictivos en Facebook o Instagram, se encuentran vídeos de conductas peligrosas con millones de reproducciones en YouTube. Un ejemplo es el reto de la canela, que consiste en tragarse una cucharada de canela sin agua. El experimento se puso de moda y decenas de adolescentes tuvieron que ser atendidos en EEUU por los problemas de salud que se derivaban. Entre los más jóvenes se han extendido otros modos, como el hecho de grabarse autolesionándose o el llamado #A4Challenge de Instagram, que retaba las chicas a conseguir que su cuerpo (básicamente las caderas) no sobrepasara la anchura de una hoja DIN A-4. No sólo los más jóvenes se enganchan a conductas de riesgo; gente de todas las edades se graba conduciendo sin mirar o haciéndose selfies en lugares imposibles.
Tentados a beber más
La mayoría de fotos de Louise Delage conseguían más de un millar de "Me gusta". Esta aprobación que impregna las instantáneas refleja el aplauso social de la vida etílica y preocupa a los expertos. El doctor Gual explica que esta banalización en las redes perjudica el tratamiento de las adicciones: "Retrasa las peticiones de ayuda y la toma de medidas para evitar problemas. Y, en todas las adicciones, sabemos que cuanto antes se interviene, más bueno es el pronóstico". Los sociólogos aseguran que tener "Me gusta" y otras maneras de aclamar fotografías en las que aparece en estado de embriaguez provoca que el usuario que ha colgado las imágenes repita este tipo de conductas para sentirse más aceptado.
Y no sólo eso. Un estudio de la Universidad del Sur de California, con encuestas a más de 1.500 estudiantes, concluye que los adolescentes que ven sus amigos fumando y bebiendo en las redes sociales se sienten más tentados de iniciarse en el alcohol y la nicotina. Para David Dueñas, la presión de grupo que hay para que la gente beba en entornos offline también está presente en internet. "Nos creamos un grupo imaginario que nos presiona para que sigamos haciendo ciertas cosas. Y este grupo se manifiesta en «Me gusta»", sentencia el sociólogo.
Sin redes de ayuda
Los efectos de colgar fotografías regadas de alcohol, nubladas por el humo o impregnadas con la adrenalina del peligro son siempre negativos, según los expertos. Tanto quien las cuelga como quien las observa se ve incitado a repetirlas. En ningún caso, según los expertos, la exhibición de las adicciones en las redes sirve para activar un comportamiento de ayuda del entorno. "Internet y las redes sociales -añade Dueñas- acercan la percepción de amistad de personas que están lejos. Personas que no conoces de nada en la vida real difícilmente entrarán en aspectos de tu vida privada más allá de la contemplación". El doctor Gual duda de que lleguen "soportes útiles a los individuos" por estos canales y lamenta también que muchas aplicaciones "inciten al consumo y no a la moderación". "La ayuda sólo puede llegar de una red de relaciones afectivas", puntualiza Núñez, que añade que internet "está descorporeizado y hace difícil el flujo de emociones".
"Nuestra sociedad -continúa el doctor- comete el error de tratar como bienes de consumo cosas que no lo son". El jefe de la unidad de conductas adictivas del Hospital Clínico insta a prohibir la publicidad de productos que pueden generar adicción, subirles los impuestos y restringir el acceso para "reducir su impacto negativo". A pesar de la inconsciencia que a veces se tiene sobre la repercusión de las imágenes que se suben a internet, Núñez advierte que condicionan la identidad: las borracheras documentadas en Facebook pueden hacer perder oportunidades de trabajo mañana. "Son pequeños estigmas o tatuajes virtuales que costarán mucho de borrar -destaca Núñez- y que condicionarán nuestra identidad futura". El perfil de Louise Delage todavía se puede consultar, a pesar de que hace días que se destapó que lo creó una agencia de publicidad. El problema, sin embargo, serán los perfiles activos y las fotos pretéritas de los otros Louise Delage.