Libros

El momento de oro de la literatura infantil y juvenil (a pesar de las pantallas)

Hay más lectores y más producción que nunca, pero el sector todavía tiene que superar la sacudida de la adolescencia y encontrar un camino para convivir con el ocio digital

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Niños leyendo en la biblioteca de la escuela Casas del Hoyo de Barcelona

BarcelonaLos datos son esperanzadores: según el Barómetro de Hábitos de Lectura y Compra de Libros en España de 2020, los lectores frecuentes de entre 6 y 18 años crecieron el año pasado respecto a 2019. El 88,8% de los niños de entre 6 y 9 años leen por ocio (en 2019 eran un 86,8%) y los lectores frecuentes de entre 10 y 14 años se ensartan hasta el 79,8% (en 2019 eran un 77,1%). Incluso en la adolescencia, el eterno reto pendiente para la literatura, el escenario mejora: un 50,3% de los jóvenes de entre 15 y 18 años leen con frecuencia, mientras que en 2019 eran un 49,8%. Con este terreno fértil, la literatura infantil y juvenil vive un buen momento también en términos de sector. "Nunca habíamos estado tan bien como ahora, especialmente con el libro documental o de no-ficción. Con la llegada de nuevas metodologías pedagógicas a las escuelas, el libro de texto entró en crisis, y esto ha dejado al libro documental en una situación muy buena", explica Joan Portell, que es doctor en didáctica de la lengua y la literatura y se ha especializado en la investigación de los hábitos lectores en el seno de la familia, la escuela y la sociedad.

El momento dulce también se nota en las librerías –"Catalunya es un caso para estudiar: en Barcelona hay más librerías infantiles especializadas que en París", dice Portillo– y en las bibliotecas, donde "hay un plantel de bibliotecarias excepcional con estrategias punteras de promoción literaria, como los laboratorios de lectura", añade el investigador. En los últimos años han nacido nuevas editoriales y, en paralelo, sellos de libros para adultos han comenzado también su aventura infantil. "El sector está muy vivo, hasta el punto en el que hay demasiada producción, es un poco asfixiante. Desde el punto de vista de la autoría, esto te hace dudar de si tienes algo que ofrecer, frente a todo lo que hay", señala Alex Nogués, escritor de libros como La platja dels inútils y Parco (Akiara).

Este auge forma parte de una tendencia que va más allá de nuestro país. En el Reino Unido "la industria del libro infantil está en pleno apogeo", hasta el punto en el que "hay más demanda que nunca de cualquier tipo de libro", explica el británico Dylan Carter, que es mediador literario y promotor del fomento lector en Londres. Todos ellos participarán esta semana en el FLIC, el festival de literatura y artes infantil y juvenil que se celebra en el Museu del Disseny de Barcelona.

Las pantallas no son enemigos

Convertir la lectura en una prioridad entre el amplio catálogo de opciones de ocio es el gran reto para las familias y las escuelas. Con la popularización de los dispositivos digitales, esto se ha hecho algo más difícil, si bien los expertos no ven las pantallas como un enemigo a la hora de crear lectores. "Si leer a través de aparatos electrónicos hace que la lectura sea más accesible para todo el mundo, tendríamos que invertir para que los libros estén disponibles en todas las plataformas", dice Carter, que, aun así, defiende "la magia de la lectura en papel". La proliferación de ficciones en formatos muy diferentes ha hecho que "la lucha sea contra otras maneras de acceder a las historias", señala Nogués, que para incentivar la lectura propone una mezcla de géneros: "Se tendrían que buscar propuestas que lo engloben todo para que los niños accedan a los libros de manera natural, pero aprovechando otros recursos como las películas, las series y los videojuegos".

En el ámbito de la literatura infantil en Catalunya, Portillo identifica una sociedad "a dos velocidades", con "familias hipermotivadas a la hora de potenciar el libro en casa" y otras que no lo están tanto. "No hemos creado estrategias lo suficientemente fuertes para que las familias sin un entorno cultural rico puedan disponer de las mismas estrategias lectoras que las que sí lo tienen", apunta Portillo. Suplir este déficit, añade, tendría que ser trabajo de las escuelas: "Tendrían que poder aplicar una discriminación positiva para que el decalaje existente sea cuanto más bajo mejor. Un niño que en casa no tiene una biblioteca personal tiene un 15% menos de posibilidades de cursar estudios superiores".

La literatura juvenil todavía no ha superado la sacudida lectora de la adolescencia. De los 10 a los 15 años los lectores frecuentes pasan del 80% al 50% y los no lectores se duplican (del 12,7% crecen hasta el 27,9%). "Este descenso lector es más alto ahora porque las propuestas digitales están modificando los hábitos", explica la investigadora en literatura infantil y juvenil especializada en fomento y gusto lector, Rosa Tabernero. Desde su punto de vista, el gran reto de la era digital es marcar cuáles tienen que ser los modelos de lectura para la infancia y la adolescencia teniendo en cuenta que la lectura digital tiene un coste sobre los cerebros de los lectores, porque implica menos profundidad y menos concentración.

"Estamos viendo que realmente la lectura analógica está descendiendo hacia la lectura digital, pero, por otro lado, los adolescentes indican que vinculan el ocio a la lectura analógica", dice Tabernero. El último informe de la OCDE revela que los adolescentes con menos disponibilidad de aparatos electrónicos en casa –y, por lo tanto, que leen más en papel– tienen un mejor resultado de comprensión lectora. "La sociedad digital nos está proponiendo retos diferentes en lectura y está solicitando respuestas que necesitan más reflexión", subraya Tabernero.

¿Y las instituciones qué?

Frente a este panorama, los deberes para las instituciones son considerables. Los expertos coinciden en destacar que campañas esporádicas de promoción lectora tienen un impacto muy relativo y piden, en cambio, actuaciones profundas a largo plazo. Portillo es muy crítico con la campaña Fas sis anys, tria un llibre: "Es una subvención encubierta a las librerías y editoriales. No encontrará nuevos lectores porque una flor no hace el verano. Hace falta que los niños tengan un entorno escolar y familiar con una biblioteca muy dotada. Con un solo libro se desmerece la lectura y lleva a pensar que la cultura es una actividad gratuita".

Tabernero reclama más foco mediático a la literatura infantil –"Parece que no nos damos cuenta de que lo que los niños leen desde el principio pondrá las bases de la sociedad del día siguiente", dice– y más reflexión en las instituciones. "Hace falta huir de la anécdota y del activismo atractivo para intentar establecer planes en los que el concepto de evaluación quede muy claro. Es cuestión de contar con los expertos y revisar las propuestas después de los resultados", apunta la investigadora. En las familias, el consejo para tener criaturas lectoras no ha variado con los años: "No valen los discursos dobles, el modelo que dan es fundamental. No pueden estar incidiendo en el hecho de que se tiene que leer y estar con el móvil a todas horas. Es importante que prediquen con el ejemplo".

Tres perlas culturales para llenar el noviembre
  • FLIC (20 y 21 de noviembre) El festival de literatura y artes infantil y juvenil se instalará en el Museu del Disseny el 20 y 21 de noviembre con propuestas para hacer confluir el arte, el juego y la literatura. Habrá cuentos a dos metros, un 'Veo veo' con libros gemelos, espacios para construir las propias ficciones y la posibilidad de disfrazarse del personaje preferido. También se presentará el cómic 'Ilegal' de Eoin Colfer y Andrew Donkin, se harán charlas con editores y escritores y habrá más de 40 libros recomendados.
  • El Meu Primer Festival (hasta el 28 de noviembre) Más de un centenar de películas para niños y niñas de entre dos y 12 años llenan El Meu Primer Festival, que tiene lugar en Barcelona hasta el 28 de noviembre. Este año se proyectarán largometrajes como la película neerlandesa 'Buladó', sobre una niña que vive en Curazao con su padre, y la noruega 'La travesía', que explica la aventura de dos niños judíos y dos nazis durante la Segunda Guerra Mundial. También habrá actividades, talleres de 'stop-motion' y un homenaje al estudio de animación Cartoon Saloon.
  • El Petit (hasta el 28 de noviembre) El festival El Petit se extiende por más de 25 espacios en 12 ciudades catalanas con propuestas artísticas locales e internacionales. Entre las primeras destaca el espectáculo 'Terra' de Silver Drops Dansa, que se verá en Viladecans y en Montcada y Reixac, y '…I les idees volen' de Animal Religion en el Sant Andreu Teatre. De Noruega llegará 'BLÅfugl (Pájaro azul)', un montaje para bebés que se representará en el Mercat de les Flors.
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