Lia Piano: "No abandonamos nunca las casas de nuestra niñez"

La escritora italiana Lia Piano
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BarcelonaLa niñez puede ser un lugar maravilloso donde está "prohibido prohibir", la puerta de entrada de casa siempre queda abierta y cualquier día 50 gallinas pueden invadir el comedor. La escritora Lia Piano (Génova, 1972) creció en una familia anárquica y alocada que, después de rodar por el mundo, desplegó las raíces en una casa familiar genovesa donde reinaba la libertad. En Planimetría de una familia feliz (Empúries / Seix Barral), Piano parte de esas vivencias para dar cuerda a la imaginación y construir la historia de Nana, sus dos hermanos –Gioele, tartamudo y fascinado por la química, y Marco, que siempre corre desnudo por casa–, un padre silencioso y una madre que nunca encuentra las gafas. Hija del célebre arquitecto italiano Renzo Piano, Lia Piano debuta en la literatura con una novela que contagia la felicidad salvaje de los días sin preocupaciones ni obligaciones.

¿Qué retrato ha querido hacer de la niñez?

— La idea no era escribir la historia de una infancia, sino escribir una historia desde una perspectiva infantil. La infancia no es el tema, es la mirada a través de la que se explica a esta familia. La cuestión del punto de vista es fundamental en esta novela. Explico la historia de una familia excéntrica que emprende un esfuerzo desesperado: convertirse en normal. Será un fracaso completo. Para relatarla he escogido como narradora a una niña de seis años, que todavía no tiene los medios críticos y emocionales para entender qué pasa en su familia. Se trata de una familia explicada desde un metro de altura. Y a una altura de un metro la realidad es completamente diferente.

¿Tenemos la niñez idealizada?

— Idealizada o satanizada, según cada caso. Nunca miramos con calma nuestro pasado. Y es una suerte, porque en caso contrario no escribiríamos novelas.

Al inicio del libro dice que "las imágenes son todas de verdad, pero los hechos y personajes son fruto de la imaginación".

— Cuando escribía necesitaba estar anclada a la realidad, tener algunos puntos de referencia. Así que decidí que la casa real de mi niñez sería el único personaje que realmente existía de la novela. Y he jurado obediencia a su planimetría. Por este motivo todas las imágenes de la novela son reales. Solo tenía que recuperarlas, profundizando en mi memoria.

El padre es el personaje más silencioso de la novela. Siempre que aparece está montando o desmontando cosas. ¿Qué similitudes tiene con su padre real, el arquitecto Renzo Piano?

— La novela también es un homenaje a la libertad y al gozo de vivir que experimenté durante mi niñez. Pero también es una broma, una burla a mi familia real. El personaje del padre pasa el tiempo construyendo un velero en el sótano. Cuando lo tiene acabado, se dará cuenta de que es demasiado grande para que pase por la puerta. Y se verá obligado a derrocar parte de la casa.

¿Cómo fue crecer en un entorno marcado por la libertad y la anarquía?

— ¡Es muy satisfactorio! Pero también tenemos que considerar que la libertad tiene un precio. En las novelas y en la vida real.

Es una familia extraordinaria y a la vez perseguida por el deseo de ser normal.

— Es una doble pulsión que recorre toda la novela: por un lado, el deseo de ser como todo el mundo y, por el otro, la conciencia de que este es un objetivo inabarcable. Yo tomo partido a favor de la diversidad. El deseo de "normalizarse" marcará el final de esta familia.

Para la protagonista, la manera de ser normal es la religión. ¿Cómo la vivió usted?

— La novela está ambientada en una ciudad italiana de provincias a mediados de los años setenta. Es autobiográfica: cuando llegué a Italia nunca había visto un crucifijo y nunca había puesto los pies en una iglesia. El primer día de escuela, la primera lección fue la historia del padrenuestro. Creía que aprender las palabras de la oración significaba ser aceptada, pero tampoco lo conseguí nunca.

La casa familiar no solo es un personaje básico para el relato sino que casi toma vida a través de la familia que la habita. ¿Qué relación tiene con su casa de niñez?

— La casa de nuestra niñez es como nuestro cuerpo, pero es más grande. Después de nuestra piel, esta es la primera experiencia mediante la que establecemos un interior y un exterior. El hogar es el lugar donde, desde su interior, empezamos a definirnos. De hecho, creo que no abandonamos nunca las casas de nuestra niñez.

Han definido la novela como "una autobiografía mágica". ¿Está de acuerdo?

— Esta definición proviene de Maurizio Maggiani, un gran escritor que tuvo la generosidad de leer mi novela. Le debo una definición reveladora. En el libro hay verdades, falsedades y verosimilitud. Es imposible, incluso para mí, separar estos tres planos.

Es una historia que, por encima de todo, transmite felicidad. ¿Por qué era importante contagiar este sentimiento?

— Porque la ligereza es un estado de ánimo que se tiene que cultivar. Es muy diferente de la superficialidad, a pesar de que a menudo se confunden. La ironía tiene un poder subversivo. Incluso puede cambiar el mundo, sin que nadie se haga daño.

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