El peligro de que la ultraderecha gestione cómo se hace el debate sobre la inmigración

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Pedro Sánchez, en su visita a Mauritania

Es muy mala noticia que el curso político empiece con el debate sobre la inmigración como tema prioritario. Lo es, sobre todo, porque quien está muy interesado en que lo sea es la ultraderecha, la española y la catalana, pero también la ultraderecha internacional, que en este ámbito actúa coordinada, como pudo verse a principios de agosto con los disturbios que hubo en Gran Bretaña por una serie de fake news virales y los intentos de repetirlos en España y en otros países. Preocupa, también, porque se ha sumado con ganas el Partido Popular, el principal partido de la oposición en España, que ve cómo este tema le permite arañar votos a Vox y seguir minando el gobierno de Pedro Sánchez, que es el suyo principal y casi único objetivo. Para ello no tiene problemas en tergiversar la realidad. Así, cuando ayer algunos medios afines a la derecha hacían correr de forma errónea que en su visita a Mauritania, en el marco de la gira que estos días le está llevando también a Gambia y Senegal, Sánchez había prometido 250.000 empleos para inmigrantes, el líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, salió rápidamente a acusarle de promover "un efecto llamada".

Vamos a palmos. En Mauritania Sánchez no dijo en ningún momento que había trabajo para 250.000 trabajadores. Esta cifra se ha tomado de un informe del Banco de España –al que ciertamente se hizo referencia en la presentación previa de la gira–, en el que el organismo consideraba que se necesitarán 250.000 nuevos trabajadores anuales hasta el 2050 por sostener el sistema público de pensiones. Tal y como están las cosas esto es un hecho, y tanto en Cataluña como en España para asegurar no sólo las pensiones sino también el crecimiento económico y demográfico se necesitan trabajadores inmigrantes.

Ahora bien, la gira que está haciendo Sánchez no tiene el objetivo principal de atraer a inmigrantes, sino de conseguir más colaboración de las autoridades de estos países a la hora de impedir la salida desde las sus costas de las pateras que están llegando de forma continuada y masiva a Canarias. En este sentido, además de ayudas económicas, es necesario abrir la puerta, al menos sobre el papel, a la posibilidad de que una parte de esa gente que ahora se juega la vida en el Atlántico pueda entrar legalmente en España en un proceso de inmigración que, como señaló Sánchez, debería ser regular y ordenado. Por eso está ofreciendo ayuda de formación y convenios para la llegada temporal de trabajadores en función de la demanda puntual que puedan plantear los empresarios españoles. Es decir, facilitar que los empresarios interesados ​​puedan contratar en origen personal formado previamente para trabajar de forma temporal en España, en un sistema que funciona sobre todo en el entorno agrícola.

Empezar a pedir "deportaciones masivas", como está haciendo el PP, y negarse al reparto de los menores inmigrantes que ahora mismo están gestionando al límite de sus posibilidades Canarias y Ceuta es entrar en una deriva de xenofobia e insolidaridad que lo único que hace es dar alas en la extrema derecha. La inmigración es necesaria y es legítimo el debate de cómo gestionarlo, pero no puede permitirse que sea en el terreno racista de la ultraderecha, que ahora mismo se deleita por radicalizar aún más nuestras sociedades.

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