La peligrosa fatiga que puede dar la vuelta a la guerra en Ucrania

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El militar ucraniano de la 12ª Brigada de Fuerzas Especiales Azov, se esconde en un refugio cerca de Donetsk

La guerra de Ucrania ha entrado en ese punto peligroso en el que la opinión pública europea y estadounidense, que es la única a la que realmente preocupaba el conflicto, ya no le presta casi atención y algo tanto se le da lo que pase porque ya lo da todo por supuesto. Los efectos económicos ya se han asumido, el flujo de refugiados se ha calmado, las imágenes de bombardeos y muertes tienen ahora otro escenario más cruento en Gaza, y el estancamiento militar en el campo de batalla no hace pensar que pueda haber cambios significativos en los próximos meses. O años. Empieza a calar la idea, impulsada sin duda por grupos de presión, que debe pactarse antes de que exista la opción que acabe ganando Rusia.

Muchos analistas consideran que la guerra larga y estancada favorece más a Rusia. Primero porque tiene mucha más población y, por tanto, más "carne de cañón" que puede enviar a morir en la frente. Desde el inicio, Vladimir Putin, que ya ha anunciado que se vuelve a presentar a las presidenciales del próximo marzo, ha establecido un férreo control interno para evitar y tapar cualquier crítica a sus políticas belicistas. La oposición rusa está en prisión, escondida o en el exilio o es una comparsa del régimen, hasta el punto de que sus posibilidades en unas elecciones son una entelequia.

En Ucrania, en cambio, aunque no se sabe bien bien cuántos soldados han muerto en el frente y cuántos están movilizados ahora, se empieza a notar el cansancio de la guerra, tanto dentro del ejército como entre los políticos. Volodímir Zelenski empieza a perder su apoyo unánime que tenía y ya hay voces críticas sobre su liderazgo que reclaman elecciones. La inestabilidad interna en momentos de crisis como éste es un peligro añadido que no se puede minimizar.

El principal problema de Zelenski, sin embargo, le viene de fuera. Estados Unidos no está logrando desbloquear los últimos paquetes de ayudas a la guerra, y los republicanos, que esperan a Trump, bloquean lo que consideran un gasto excesivo. En la Unión Europea, más allá de los países claramente rusófonos como Eslovaquia o Hungría, existe una corriente de fondo que quiere poner fin enseguida al conflicto, y por eso presiona para que haya un acuerdo de mínimos. Es decir, que Ucrania acepte perder casi todos los territorios que ya ha conquistado Rusia a cambio de facilitarle la entrada en la Unión Europea y la OTAN, algo que tampoco está muy asegurado. Está claro que en un momento u otro tendrá que haber una negociación, pero Europa no puede permitirse que Ucrania deba hacerlo sola, mostrando públicamente su debilidad y aislamiento, y presionada por los que hasta ahora han sido sus aliados . Estratégicamente, la derrota sería no sólo ucraniana, sino también europea.

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