Persil Power, el detergente fallido que rompía la ropa

La compañía Unilever lanzó este producto en 1994 pero fracasó porque no había realizado un exhaustivo testaje de su eficacia

2 min
Persil Power, el detergente fallido que rompía la ropa

Es de noche y, en la cocina, todo es oscuridad y silencio. Pero de repente las tazas empiezan a temblar y los pájaros que dormían en el alféizar de la ventana huyen asustados. “En todo el país la gente está descubriendo un nuevo poder”, explica una voz en off. La cámara enfoca uno de los armarios de debajo del fregadero. De las rendijas sale un potente rayo de luz. Cuando se abre, aparece una caja de detergente. "Es el poder del nuevo Persil Power", anuncia la voz. Así empezaba uno de los anuncios publicitarios que la gigantesca Unilever emitió en mayo de 1994 en las televisiones del Reino Unido. El grupo, propietario de marcas tan conocidas en España como Skip, Signal, Rexona y Dove, había lanzado al mercado inglés una versión mejorada de uno de sus detergentes insignia: el Persil. El producto tenía un acelerador patentado que, según la compañía, eliminaba todo tipo de manchas con gran rapidez. "Es el detergente más potente que hemos creado nunca", aseguraba el espot.

En los 90, en el Reino Unido había estallado una auténtica guerra de los detergentes. El sector movía cerca de 960 millones de libras esterlinas y las empresas querían embolsarse lo más posible. Principalmente, la tarta se le disputaban Unilever, con Persil, y Procter & Gamble (P&G), que comercializaba Ariel. Hacía poco la eterna rival de Unilever había sacado al mercado a Ariel Ultra, una nueva versión del detergente que incorporaba elementos catalizadores para limpiar la ropa más a fondo. Ante esto, Unilever se había puesto las pilas y había encargado a sus departamentos de investigación que se apresuraran a encontrar una nueva fórmula para volver a poner a Persil a la altura de Ariel. "Cuando una empresa ve amenazado su liderazgo, sabe que debe reaccionar rápidamente, porque una vez perdido puede ser muy difícil de recuperar", explica Neus Soler, profesora de marketing en la UOC.

El resultado fue un nuevo catalizador con base de manganeso que aumentaba el rendimiento del producto y que permitía lavar la ropa a baja temperatura. A principios de verano de 1994, el detergente estaba ya en todos los supermercados del país, acompañado de una gran campaña publicitaria en los medios de comunicación. "Las prisas, sin embargo, nunca son buenas consejeras", recuerda Neus Soler. La nueva fórmula de Persil fue un fracaso. Cuando los consumidores la probaron descubrieron que era tan potente que les destrozaba la ropa: después de varios lavados las prendas que no eran nuevas perdían el color y se rasgaban.

“Para llegar rápidamente al mercado, Unilever no había hecho un testaje para controlar la fiabilidad y la calidad de su producto”, recalca esta experta. P&G, la competencia, mojó pan. A través de un comunicado explicaron que ellos ya habían realizado pruebas con manganeso y que lo habían descartado porque destruía los tejidos. Las grandes superficies retiraron rápidamente el producto. El descalabro le costó a Unilever 250 millones de dólares, según cálculos de la BBC. En 1995 la compañía sustituyó al Persil Power por el Persil New Generation, que no incorporaba el polémico catalizador, pero que tenía unas propiedades similares.

stats