Putin, en campaña en Rusia... y en EEUU

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Tucker Carlson entrevista a Vladimir Putin.

El presidente ruso Vladimir Putin ha concedido la primera entrevista a un periodista occidental desde el inicio de la invasión en Ucrania. En concreto, en Tucker Carlson, uno de los grandes defensores de Donald Trump. (Carlson fue despedido de la Fox News por dar alas a las teorías del pucherazo y en España apoyó a Abascal en las protestas ultra en la sede del PSOE). Putin se siente hoy más fuerte que hace unos meses y, además, está en campaña en Rusia, donde en las elecciones de marzo las autoridades electorales acaban de sacarle de encima al último posible candidato independiente. De hecho, en su campaña interior carece de rivales.

Su prestigio se le juega fuera: lo único que le puede estropear una victoria incontestable es Ucrania, donde parece haberse reforzado tras el fiasco de la contraofensiva de Kiiv, cuyo ejército está notando el desgaste del de los meses y que no tiene asegurada la continuidad y vigor del apoyo militar occidental. Putin necesita en el corto plazo afianzar la imagen que está ganando en el campo de batalla. Por eso sale a hablar al mundo mostrando su determinación y seguridad, y de paso buscando desestabilizar al gran rival de siempre, Estados Unidos, donde un eventual regreso de Trump a la Casa Blanca le facilitaría las cosas tanto en Ucrania como en el escena global.

En este sentido, las dudas sobre la salud de Biden son, claro, una mano añadido para el mandatario ruso, que desde hace cuatro meses ha recibido otra providencial ayuda: el cambio de foco de la política y la opinión pública internacionales hacia el conflicto de Gaza. En cualquier caso, ahora mismo todo lo que sea retrasar o poner en cuestión la ayuda militar estadounidense a Ucrania es buena para él, y en eso tiene en el aislacionismo de Trump y en la debilidad de Biden dos fabulosos aliados. Es en este contexto que en la entrevista con Carlson el mandatario ruso ha insistido, dirigiéndose al público estadounidense: "Si desea la paz, deje de enviar armas", al tiempo que descartaba atacar "Polonia, Letonia o ningún otro país vecino".

Y mientras Putin juega a cara descubierta sus cartas propagandísticas de cara a Occidente, el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, también se vio obligado a mover ficha con la destitución del jefe de las fuerzas armadas, el general Valeri Zalujni. Es un gesto de cara a los aliados, que necesitan garantías de un cambio de rumbo en la guerra para convencer a las propias opiniones públicas de la necesidad de mantener la apuesta por Ucrania. Hay que tener presente que en Europa existe una ultraderecha, con aspiraciones crecientes para la cita en las urnas en la Eurocámara, que ha flirteado con Putin.

Así pues, lo que ocurra en las próximas elecciones europeas, pero sobre todo en las estadounidenses, será decisivo en el desarrollo de la guerra de Ucrania. Tanto Putin como Zelenski lo saben. Todos están en campaña, todos pendientes ante la incertidumbre de un Biden que no está claro que esté en condiciones de aguantar la carrera electoral y de un Trump sobre el que pesa una hipotética –aunque poco probable– decisión judicial que le impediría presentarse.

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