Literatura

Rosario Villajos: "Es más probable que te viole tu abuelo que un desconocido"

Las presiones y vejaciones a las que una chica se tiene que enfrentar durante la adolescencia recorren 'La educación física', premio Biblioteca Breve

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L'escriptora Rosario Villajos, en Barcelona

Barcelona"Las mujeres de mi generación nos criamos con miedo, autoodio y un gran sentimiento de culpa", recuerda Rosario Villajos. Nacida en Córdoba en 1978, en La educación física explica la historia de una chica de 16 años que, a pesar de no compartir vivencias con la autora, habría podido ser ella. "Si te tocaban el culo era culpa tuya porque llevabas faldas –continúa–. Te decían que los chicos tenían la libido más alta, que no se podían refrenar... En aquella época me avergonzaban las chicas que gritaban en los conciertos de Alejandro Sanz. Ahora he cambiado de opinión: era su manera de mostrar el deseo sexual. También lo tenían, pero no por eso iban metiendo mano indiscriminadamente".

Una noche de verano, Catalina, protagonista de la novela con la que ganó el último premio Biblioteca Breve, se decide a hacer autostop para volver a casa e sus padres. Durante la espera, pasa revista a su vida: las trifulcas familiares, las diferencias con los amigos y la disconformidad con el propio cuerpo. "En aquella época, la mujer ideal se tenía que maquillar, casi no comía, llevaba wonderbra y hacía aeróbic mientras los hijos estaban en escuela –dice–. Al gimnasio solo iban los hombres. Si una cosa ha cambiado desde entonces es que ahora también las mujeres vamos al gimnasio. Pero el mundo no se transforma en función de las necesidades de las personas, sino del provecho económico que se pueda sacar de determinadas actividades. Modelar tu cuerpo es un maldito negocio".

Los peligros de hacer autostop

El discurso de Rosario Villajos, penetrante y justificadamente indignado, tiene un contrapunto muy interesante en la novela, escrita en un tono sobrio y sin el sentido del humor que abundaba en los libros anteriores de la autora, como Ramona (Mrs. Danvers, 2019) y La muela (Aristas Martínez, 2021). El lector accede a la intimidad y los pensamientos de Catalina en una tercera persona, matizada y compleja, muy cercana al personaje. La empatía por esta chica desorientada, fan de Nirvana y que calza un 42, crece a medida que avanza el libro, a un ritmo sostenido, dominado con mano firme.

En la década de los 90, una acción tan habitual en otros países como era hacer autostop, en España se convertía en un gran desafío: el 13 de noviembre del 1992, Miguel Ricart y Antonio Anglés habían secuestrado, violado, torturado y asesinado a tres adolescentes en Alcàsser. "Había desapariciones de jóvenes muy a menudo, ellas no fueron las únicas –hace memoria la autora de La educación física–. En los años 80 había habido la Movida, las mujeres habían llegado hasta lugares insólitos... Los medios de comunicación de la época presentaron el caso de Alcàsser de tal manera que representó un retroceso en los derechos de las mujeres".

Aun así, el peligro no se encontraba solo en el posible secuestro de un desconocido. En la novela, Catalina ha tenido una mala experiencia con el padre de una de sus mejores amigas, Silvia. Mientras ayudaba al hombre a instalar una alarma, hace una broma que divierte a la chica y, a continuación, se le echa encima. "Es más probable que te viole tu abuelo que un desconocido. No lo digo yo, sino las estadísticas", explica Rosario Villajos. En la novela, el propio padre de la chica le pide a Catalina que desconfíe de todos los hombres, menos de él y de su hermano. "Como, en general, no había una comunicación real con los padres, siempre tenías mucho miedo de decepcionarlos –dice–. Me crie con la presión de tener que ser mona, de entretenerme comprando ropa nueva y de preocuparme por estupideces".

Las grandes pasiones de Rosario Villajos fueron la literatura, el cine y el dibujo. Acabó estudiando bellas artes y más adelante pasó largas temporadas en Londres, Sevilla, París y Barcelona antes de instalarse en Madrid. Algunas de las reflexiones de la protagonista de La educación física encajan con los intereses académicos de la autora. "La historia del arte está llena de cuadros que te explican que las mujeres tenemos pocas opciones de escaparnos del abusador. Para huir de Apolo, Dafne se tiene que convertir en laurel. Cuando voy al Prado muchos de los cuadros me parecen pornográficos. De hecho, los tenían los reyes en sus habitaciones para masturbarse. Muchos de estos cuadros estaban bien pintados, sí, pero lo que transmiten es terrible".

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