La solidez familiar del imperio Puig

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El acto de salida a bolsa.

La multinacional catalana de los perfumes y la moda, con marcas como Carolina Herrera, Jean Paul Gaultier, Rabanne o Nina Ricci –por citar sólo algunas–, ha realizado una sólida entrada en bolsa. Más de un siglo después de su fundación, este imperio empresarial da un nuevo salto adelante. En un entorno empresarial catalán en el que siempre cuestan la continuidad y la ambición, la relevancia de un caso de éxito como el de Puig es notoria.

El ecosistema empresarial catalán es de muchas pymes, a las que se les hace pesado pensar en grande. O de terceras generaciones que no siguen su negocio. Hay tanta iniciativa como cierto acomplejamiento de país pequeño. Falta, sin duda, la complicidad de un fuerte poder, tanto político como financiero. Hay tejido industrial, hay capacidad de innovación, pero el camino con demasiada frecuencia se interrumpe o no despega. No es, por supuesto, el caso de Puig. Fundado en 1914, el grupo llega ahora a los mercados con una capitalización superior a los 13.900 millones de euros, lo que le sitúa entre gigantes cotizados de origen catalán como Cellnex y el Banc Sabadell, aunque este último afronta en estos momentos el oferta de compra por parte del BBVA. Pronto sabremos si el Sabadell resiste o pasa a manos del banco español de origen vasco.

Puig, en cambio, tiene garantizado su camino ascendente controlado. Ha logrado dar el pase a la bolsa blindando la propiedad para la familia, que seguirá al frente de la compañía. Los Puig están legítimamente orgullosos del trabajo realizado por los antepasados, una trayectoria colectiva que les ha llevado muy arriba. La vocación es seguir así, progresando sin perder identidad. Miran lejos y ya piensan en la siguiente generación. La santísima continuidad. La determinación. Es ese espíritu, suma de empuje y de prudencia, el que ahora les lleva a entrar en bolsa sin dar ningún paso en falso, un bautizo en el parqué largamente estudiado y que se ha producido de forma plácida y satisfactoria. De hecho, es la salida más importante a bolsa en Europa desde principios de año y en España desde la de Aena en 2015. Y es el primer toque de campana para entrar en el mercado continuo que se celebra en la capital catalana desde el 2007, cuando tuvo lugar el de la firma de piscinas Fluidra. Puig es, finalmente, un solidísimo candidato para entrar en el Ibex35.

Estamos hablando de una multinacional que opera en más de 30 países y vende productos en más de 150. Puig entra en el mercado continuo por la puerta grande, situándose entre las veinte cotizadas más valiosas de la bolsa española. Lo hace además con una nueva imagen de marca: acaba de renovar su logotipo. Y lo hace desde Barcelona, ​​sin complejos. En el 2023 la multinacional catalana –que mantuvo su sede después del 1-O, en medio de la huida de otras muchas firmas– facturó más de 4.300 millones de euros y ganó 465, sus terceros resultados consecutivos de récord. El gigante anda con pasos firmes. Lo avalan los resultados, la historia, el linaje y un futuro lleno de posibilidades.

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