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Salud

Un estudio genético demuestra que la 'superavia catalana' tenía una microbiota propia de un niño

El estudio genético de Maria Branyas, que vivió hasta los 117 años en buen estado de salud, demuestra por primera vez que "la vejez no va necesariamente asociada a la enfermedad"

Fotografía distribuida por la familia de Maria Branyas, la superanciana que está considerada como la persona más vieja del mundo, y que ha cumplido este lunes 117 años en su residencia de Olot (Girona)
04/03/2025
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GeronaMaria Branyas, que murió hace ahora un año con 117 años en la residencia de Olot donde vivía desde hacía dos décadas, siendo entonces la persona más longeva del mundo, tuvo la fortuna de heredar un genoma privilegiado que, según los investigadores, hacía que sus células "se sintieran" y "se comportaran" como células más jóvenes, con una edad biológica de unos diecisiete años menos. Tenía además una microbiota propia de una criatura. Así se desprende del estudio liderado por Manel Esteller, jefe del Grupo de Epigenética del Instituto Josep Carreras, catedrático de genética de la Universidad de Barcelona y máxima autoridad mundial en epigenética y en estudio del envejecimiento y del cáncer. Han participado numerosos equipos de investigación de gran prestigio internacional, la gran mayoría catalanes, y es la investigación más exhaustiva y completa que se ha realizado nunca a una persona supercentenaria (las que viven más de 100 años). Los resultados, a los que ha accedido el ARA en primicia, son reveladores.

"Estudiome", decía al equipo de Esteller la supercentenaria Maria Branyas, convencida de que el análisis de sus genes y otros parámetros de su organismo, como los tejidos y la microbiota intestinal, podría aportar datos muy valiosos para los científicos para ayudar a explicar los mecanismos del envejecimiento, 7 años en buen estado de salud. Al final de su vida tan sólo sufrió sordera y dolor articular y su lucidez sufrió un bajón sólo en los últimos meses.

Manel Esteller, coordinador del estudio sobre Maria Branyas.

Células que "se sentían" más jóvenes

A través del estudio multiómico exhaustivo realizado en Maria Branyas (de sus paisajes genómico, transcriptómico, metabolómico, proteómico, microbiómico y epigenómico en diferentes tejidos), identificando y analizando variantes genéticas raras a través de la secuenciación completa del genoma. , o de su excepcional perfil lipídico en sangre, con niveles de colesterol bueno (HDL) muy elevados y de colesterol malo (LDL) muy bajos.

"Lo que hemos encontrado es uno de los metabolismos lipídicos más eficientes reportados hasta ahora, un rasgo que se ha relacionado con una longevidad prolongada y la ausencia de demencia", explica el coordinador del estudio, Manel Esteller. Además, Maria Branyas no tenía exceso de azúcar en sangre, lo que evitaba el riesgo de diabetes u obesidad. Los investigadores han observado también, en las muestras extraídas en vida de Maria Branyas, sobrerrepresentación en los genes de las funciones como el control de infecciones, la regulación autoinmune y posiblemente la vigilancia contra el cáncer, y en genes relacionados con la neuroprotección, contribuyentes de la preservación de la función cognitiva en edades extremas. Maria Branyas presentaba también bajas concentraciones de glicoproteínas A y B, lo que indica un perfil inflamatorio saludable que evita la presencia de enfermedades inflamatorias sistémicas.

Lo que ha dejado claro el estudio es que en el caso de Maria Branyas no hubo un único proceso biológico determinado por una sola variante genética rara asociada al envejecimiento saludable y la longevidad, sino "una combinación de variantes raras en múltiples genes y vías (sistema inmune, cardioprotección, aria longevidad".

Xavier Aldeguer, que ha investigado la microbiota de Maria Branyas.

Una microbiota más propia de un niño

Uno de los hallazgos más impactantes ha sido en la microbiota intestinal de Maria Branyas, que era "más propia de un niño que de una mujer de más de cien años", según explica Xavier Aldeguer, coordinador del área de investigación de digestivo y microbiota del Instituto de Investigación Biomédica de Girona (IDIBGI). Él y su equipo se encargaron del análisis de las muestras de heces de Maria Branyas, que Aldeguer fue a recoger personalmente a la residencia de Olot un meses antes de su muerte. "Hemos descubierto una gran cantidad de bifidobacterias y de una gran diversidad, lo que es indicativo de una microbiota sana", explica Aldeguer. El estudio apunta que esta característica va ligada a un control de la inflamación, la cognición y la salud ósea y muscular.

Aldeguer destaca, como se recoge también en el estudio, que en sus 20 años de vida en la residencia de Olot Maria Branyas siguió una dieta mediterránea que incluía tres yogures al día, y está convencido de que esto ayudó a mantener sana a su población de bacterias intestinales. El investigador del IDIBGI, que se muestra muy orgulloso de haber participado en este estudio "único" sobre una persona supercentenaria, cree que habría que analizar nuevos casos de personas longevas para comprobar si el perfil de la microbiota de Maria Branyas se repite. Si los estudios lo avalaran, se podrían "elaborar unos tipos de patrones prebióticos que se asociaran a la longevidad".

También Manel Esteller apunta que el estudio aporta un conocimiento muy valioso para la investigación de la longevidad, abriendo vías a la creación de fámacos para retrasar el deterioro causado por la edad o para favorecer la longevidad.

Sin embargo, para Esteller una de las grandes novedades que aporta el estudio es que por primera vez se puede afirmar que la edad no va siempre asociada a la enfermedad. Mediante la herramienta conocida como "relojes epigenéticos" (que calculan la edad biológica de un tejido o muestra), los investigadores han podido constatar que Maria Branyas "presentaba una edad biológica mucho más joven que su edad cronológica en los tres tejidos analizados" y aseguran que los datos sugieren que las "se sentían" o "se comportaban" como células más jóvenes, con una edad biológica propia de un centenario. "Este estudio refuerza la idea de que el envejecimiento y la enfermedad pueden, bajo determinadas condiciones, desvincularse, desafiando la percepción común que están inextricablemente ligados", explica Esteller.

Tanto Esteller como Aldeguer destacan el interés de haber podido estudiar a una persona supercentenaria con las características de Maria Branyas: con buena salud, lucidez mental y totalmente dispuesta a estudiarla. "Teníamos esa oportunidad en Catalunya y no podíamos dejarla pasar", coinciden los investigadores.

El estudio multiómico de la longevidad humana extrema

Un estudio multiómico en investigación médica es aquél que integra diferentes tipos de datos para obtener una visión global y detallada de un proceso biológico o una enfermedad combinando diversas disciplinas de la biología molecular. Este enfoque permite entender mejor las enfermedades y fenómenos como la longevidad extrema, ya que revela interacciones complejas entre los distintos niveles de regulación biológica

  • Relojes epigenéticos

  • Árbol genealógico

  • Cariotipo

  • Análisis telomérico

  • Variantes genéticas

  • Función de las mitocondrias

  • Hematopoyesis clonal

  • scRNA-seq IN PBMCs

  • Metabolómica del plasma

  • Proteómica plasmática

  • Microbioma fecal

  • Perfil de metilación del ADN

Dieta mediterránea, sin fumar ni beber

Branyas sufrió cóvido en el 2020, pero de forma asintomática y sin dolor. Nunca había fumado, ni bebía alcohol ni hacía ninguna dieta especial. Tuvo una vida social activa hasta el último momento y estaba convencida de que su genética le permitió vivir tantos años con buena salud. Sin embargo, su hija apuntaba que también ayudó su capacidad de adaptación a los contratiempos, como la muerte de los padres, del marido y de un hijo de 80 años, y de muchas personas de su círculo de amistades que iba perdiendo cuando se acercaban a los 80-90 años. A diferencia de lo que suele pensarse, su estancia en la residencia no aceleró su decadencia, sino que le fue bien para mantener el contacto con otras personas, una vida ordenada y una alimentación muy equilibrada, con tres yogures diarios.

En el estudio han participado, entre otros, el Instituto de Investigación contra la Leucemia Josep Carreras, el IDIBGI, el BarcelonaBeta Brain Research Center de la Fundación Pasqual Maragall, el High Content Genomics and Bioinformatics del Instituto de Investigación Germans Trias y Pujol, la Institución Catalán unidos y decenas de otros centros de investigación de todo el mundo.

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