¿Con qué taza beben los políticos? Un objeto clásico por el show electoral

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'Dígalo con una taza'.

El primer ministro británico, Rishi Sunak, utiliza las tazas de té para potenciar determinados mensajes en público. Esta semana se ha hecho eco de ello la periodista Ellie Violet Bramley en el diario The Guardian. El día de San Jorge, Sunak colgó en Instagram una imagen suya con una taza con la cruz de San Jorge bien visible. El mismo día, yendo hacia Varsovia, atendió a la prensa con una taza en la mano en la que estaba impreso el número diez, haciendo referencia a su dirección de Downing Street. Meses antes, para viajar a la cumbre de la OTAN en Lituania, utilizó una taza con la bandera británica. Es una forma de exhibir el patriotismo más sutil que hacerlo con una bandera. En otras ocasiones, Sunak ha visitado fábricas del país, y parte del recorrido lo ha hecho con una taza en mano con el logotipo de la empresa, un gesto que subraya el apoyo a la industria del país. Hace pocos días, para anunciar la reducción del impuesto de la seguridad social, hizo un juego con una taza. Era de cristal y estaba llena de café. Sunak echó la leche y, cuando el color de la bebida se aclaró, la cifra de 900 libras de ahorro económico apareció rotulada en el cristal.

La taza es un objeto clásico de merchandising de las campañas electorales, y compromete menos que la propaganda en una camiseta. El periodista político y coleccionista de tazas Stephen Bush explica a The Guardian que Tony Blair fue el primer residente en Downing Street en comparecer ante los medios con una taza en la mano, no de porcelana fina con el platillo a conjunto, sino el mug de batalla con el asa grande. Salía a la calle con vaqueros y una taza de la Liga Nacional de Defensa Canina. Era una forma de exhibir modernidad y una nueva manera de hacer del laborismo británico. De hecho, cuando Tony Blair autorizó su aparición en un capítulo de Los Simpson, el muñeco del primer ministro recibía a Homer Simpson con una taza de té en las manos. El vínculo de la política británica con las tazas de té viene de lejos. Hay una anécdota histórica en la Cámara de los Comunes. Una diputada de la oposición, Lady Nancy Astor, la primera mujer en ocupar un escaño en 1919, interrumpió al primer ministro: “Señor Churchill, si usted fuera mi marido, le pondría veneno en la taza del té”. Y el primer ministro le respondió: “Si yo fuera su marido, me la tomaría con mucho gusto”.

El mismo día de San Jorge que Sunak sacó la taza con la bandera, al otro lado del mundo Javier Milei también utilizó la imagen de una taza con intenciones sibilinas. Como respuesta a las protestas multitudinarias en la calle, Milei publicó en Instagram la fotografía de un león (el animal que utiliza como alter ego) bebiendo de una taza que rezaba Lágrimas de zurdos. Una clara referencia al desprecio hacia los valores de la izquierda.

Cuando el año pasado Donald Trump tuvo que entregarse a la justicia en una cárcel de Georgia, la policía le hizo la fotografía de rigor para la ficha policía. La foto se imprimió en tazas y se pusieron a la venta. La argucia transformaba el mensaje de la corrupción en un acto de soporte y propaganda. En 2014 Barack Obama fue criticado por bajar del helicóptero oficial Marine One con una taza en la mano a la hora de saludar a los infantes de la marina. La informalidad de la taza se consideró un acto de desprecio al ejército que lo protegía. Durante unos meses, también hubo una taza de Pedro Sánchez que se hizo popular, cuando un tuit suyo del 2010, ocho años antes de ser presidente, se recuperó y se hizo viral. El tuit insulso se imprimió en tazas: See you tomorrow. Una frase que esta semana toma más sentido que nunca y que los responsables de merchandising del PSOE podrían aprovechar como parte del show electoral.

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