'The White Lotus': ¿es la sátira la nueva forma de seguir tolerando a los ricos?
Mike White recrea la Italia refinada y fascinante como una trampa ¿mortal? para turistas
- Mike White para HBOMax
- En emisión en HBOMax
Un artículo reciente en The Face diagnosticaba la tendencia a satirizar a los millonarios en el cine y la televisión contemporáneos, con títulos que van de la última ganadora de la Palma de Oro de Cannes, El triángulo de la tristeza, a la nueva The glass onion o The menu pasando, obviamente, por The White Lotus o incluso Succession. Y constataba cómo esta presunta burla de los privilegiados se estaba convirtiendo en un lugar común demasiado cómodo. Por un lado, una sátira forjada en Hollywood nunca atacará con suficiente ensañamiento el capitalismo. Por el otro, resulta más inquietante comprobar cómo este tipo de sátira funciona como un filtro que nos permite compartir y recrearnos en el estilo de vida de las élites económicas sin sentirnos culpables. Es la cuota necesaria para que los millonarios sigan en su lugar; y nosotros, en el nuestro: nos conformamos burlándonos de sus defectos desde el sofá desgastado de casa, mientras ellos siguen yendo de vacaciones a resorts de lujo.
La primera temporada de The White Lotus se escapaba en parte de esta tendencia en cuanto a que la ficción de Mike White disparaba contra las dinámicas de clase y abuso poscolonial en las que se integraban las formas de turismo de los protagonistas. El cambio de escenario en la segunda temporada, del Hawái dominado por Estados Unidos a la más independiente Italia, también ha propiciado un cambio en este aspecto. White ya no parece tan interesado en la naturaleza depredadora de los millonarios y, de hecho, la mayoría de personajes se presentan desde una óptica menos incisiva, más empática. En cuanto a los locals, como si hubieran aprendido la lección de los personajes de la primera entrega, los italianos trabajadores (o no) del hotel The White Lotus no se muestran tan serviles como sus homólogos del archipiélago polinesio. Más bien al contrario, hacen gala de cierto desinterés o incluso desarrollan nuevas formas excelentes de picaresca para aprovecharse de estos forasteros cargados de billetes.
Homenaje a Antonioni
Para hablar del territorio, White ha tomado como referentes una serie de películas italianas que muestran un país resistente a ser reducido a una postal acogedora y entrañable para el turista. Un país lejos de aquel escenario idealizado que justo espera encontrar la familia de hombres italoamericanos cuando buscan sus raíces sicilianas, como si protagonizaran una nueva versión de El padrino de Francis Ford Coppola. El creador de la serie incluso homenajea uno de los títulos fundacionales de la modernidad, La aventura de Michelangelo Antonioni, en el que un grupo de jóvenes ricos de Roma navega alrededor de Sicília para comprobar cómo una de las integrantes es tragada por el paisaje sin dejar más rastro ni explicaciones. En un episodio, White recrea plan a plan una escena posterior con Monica Vitti, cuando los hombres de Nono asedian a Harper (Aubrey Plaza).
La subtrama más jugosa con diferencia de esta temporada, la de la Tanya (Jennifer Coolidge), muestra la Italia refinada y decadente como una ratonera mortal, una idea cultivada también en títulos ambientados en Venecia, de Amenaza en la sombra al Placer de los extraños. White actualiza este concepto desde la cultura gay, con gran agudeza y un profundo sentido del humor negro. Tanya es observada por sus nuevos amigos homosexuales como una perfecta heroína de Puccini, una mujer herida de amor que los transportará a un éxtasis de felicidad con su muerte. Y por eso lo adoran hasta el final. El creador se reserva una resolución fantástica para Tanya, a la altura de un personaje a la vez conmovedor, patético y narcisista. Y digno, en este caso sí, de la mejor sátira.