La Tierra tiene sus límites, pero la tontería humana es infinita

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Reconstrucción del 1888 de un neandertal, a cargo de Hermann Schaafhausen

BarcelonaA falta de tener valores, nos conformamos con tener principios. De ahí esta obsesión colectiva que tenemos desde hace unos años por nuestros principios, es decir, por nuestros orígenes, tanto en el plano físico (la evolución humana) como en el espiritual (el origen del Universo). Cuando el interés por el origen de nuestra especie sale del ámbito científico y cae sobre las cuatro cosas que uno ha recogido a lo largo de la vida recibe el nombre de nostalgia. Esta sería una nostalgia íntima. Porque está también la nostalgia de las vivencias ajenas. Por esta última razón se explica la moda del neandertal en la cultura de masas, la cual tiene reconocidos divulgadores, como la prehistoriadora francesa Marylène Patou-Mathis (autora del diccionario Neandertal de A à Z, Allary Éditions, 2018, entre muchos más libros sobre el tema). A la vez, el neandertal ha sido objeto de sonadas exposiciones, como la celebrada en el Musée del Homme de París, también en 2018 (la pandemia ha puesto freno incluso a nuestra nostalgia).

Todos somos mestizos

Cada día sabemos más cosas de nuestros antepasados los homínidos, y de sus viejos parientes los hominoideos. No hace ni quince días que han salido a la vez dos noticias. Una anunciaba el descubrimiento de una nueva especie humana en China (Homo longi, hombre dragón, que vivió hace 146.000 años) y la otra comunicaba el hallazgo en Israel del homínido llamado Homo de Nesher Ramla (que tendría una antigüedad de 130.000 años, y que se ve que se cruzó con el Homo sapiens y los neandertales). Pero que todos somos mestizos desde el primer minuto no es ningún secreto. El paleoantropólogo francés Pascal Picq es uno de los principales divulgadores de estos estudios. En su libro Sapiens face à Sapiens. La splendide et tragique histoire de l'humanité (Ed. Flammarion, reeditado en la colección Champs este 2021), explica cómo las grandes potencias mundiales ahora quieren tener su parte de protagonismo en el origen de la humanidad. Antaño, emperadores y reyes se resignaban con su genealogía particular. Acaba de salir también una selección de las cartas entre Flaubert y Maupassant (Le Passeur, 2021), que se llama La terre a des limites, mais la bêtise humaine est infinie. Correspondance. La frase es de Flaubert y quizás explica nuestro progresivo afecto por los neandertales.

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