'Tiktokers' que tienes que conocer si tienes adolescentes en casa
Os ofrecemos una guía crítica con algunas de las cuentas más seguidas de la red: algunas son más recomendables y otras más peligrosas. Es una realidad que no podemos obviar
BarcelonaVamos al grano: TikTok es la red por excelencia de la generación Z, pero ¿cómo se tienen que relacionar con ella las familias? ¿Se tienen que mantener al margen "porque es su espacio"? ¿Tienen que entrar en este submundo? La recomendación que hacen los expertos es clara: sí, las familias tendrían que tener TikTok. “Así podrán hablar con criterio, e incluso se puede convertir en un nuevo espacio donde poder compartir cosas toda la familia”, asegura Mercè Gisbert, catedrática de tecnología educativa del departamento de pedagogía de la Universitat Rovira i Virgili.
En resumen, TikTok es una herramienta y la clave es aprender a utilizarla, adultos y adolescentes, juntos y por separado. “La tecnología nunca se crea pensando en la educación, sino con finalidades económicas, y los adolescentes siempre tendrán acceso a ella. Si esto lo tenemos claro, entenderemos que los esfuerzos los tenemos que dedicar a construir estrategias para usarla y a formarnos un criterio respecto a la red y los contenidos que nos aparecen, no a prohibir la herramienta en sí”, aclara la profesora.
Pero ¿cómo tejer estas estrategias y formarnos este criterio? Haciéndonos preguntas y promoviendo reflexiones conjuntas en casa.
Por ejemplo, en el terreno más logístico, podríamos cuestionarnos dónde tienen que estar los teléfonos mientras comemos o si queremos fijar momentos de uso autónomo de la tecnología, o incluso si hay que apagar el wifi de casa por la noche o si el móvil durante la noche lo tenemos que tener alejado de la habitación.
En cuanto a los contenidos de la red propiamente dichos, la idea sería la misma: promover el debate persiguiendo el objetivo de formarnos como personas con criterio. Así, nos podríamos plantear preguntas que afectan a toda la familia, como las siguientes. ¿Cómo son los roles femeninos y los masculinos que aparecen en la mayoría de vídeos? ¿Cuál es el estilo de vida de los tiktokers? ¿Buscan la sostenibilidad del planeta? ¿Qué cuerpos vemos y cómo se visten? ¿Qué dicen sobre temas como la guerra o la paz? ¿Detectamos brechas económicas entre ellos y ellas? “Es importante hacernos estas preguntas con ejemplos que podamos analizar y siempre buscando casos positivos y negativos”, dice la catedrática.
Y un último punto del que se habla poco y que, según Mercè Gisbert, es del todo pertinente abordar: la identidad digital que todos tenemos en la red. ¿Cómo somos nosotros en la red y cómo nos presentamos? ¿Quién nos ve? ¿Tenemos que limpiar nuestros perfiles de vez en cuando? "De nuevo, la idea es, en vez de satanitzar la tecnología, incorporarla naturalmente a la vida de la familia", cierra la experta.
Si os animáis a meteros en TikTok pero no sabéis por dónde empezar, a continuación os dejamos una pequeña cata de algunos tiktokers que triunfan ahora mismo entre los adolescentes y hacemos una lectura crítica de sus redes. No se trata de un listado de recomendaciones, sino de una guía con algunos perfiles muy seguidos –algunos mejores y otros más peligrosos– y que, por lo tanto, no podemos obviar.
“Os vengo a explicar una cosita: las mujeres tienen tetas. ¡Ah! ¿Os sorprende? [...] ¿No lo disteis en 4º de primaria?” Así empieza uno de los vídeos de la tiktoker Teresa López Cerdán, en el que la valenciana hace un alegato a favor de la libertad de las mujeres de hacer lo que quieran con su cuerpo y en contra de aquellos “neandertales” que las juzgan en función de su talla de pecho. Este es solo un ejemplo de lo que publica @teresalopezcerdan en TikTok, pero sirve para hacerse una idea de lo que envía diariamente a sus casi 750.000 seguidores (o quizás tendríamos que decir seguidoras). Su cuenta está llena de contenidos que exudan un discurso feminista potentísimo contra la gordofobia y por la diversidad de cuerpos. Además, hay constantes mensajes sobre la importancia de la salud mental y todo con grandes dosis de humor y cotidianidad. En definitiva, la cuenta de López Cerdán es un gran manual para ser adolescente (y no desfallecer en el intento) en 2022. Por suerte, cada vez son más los que –como ella– difunden mensajes sanos centrados en el amor propio. Solo un pero: hace poco hizo un unboxing (una especie de publicidad) de Shein, el nuevo gigante chino de la moda fast fashion, cuestionado por sus prácticas laborales y el impacto ambiental de su ciclo de fabricación de ropa.
Coreografías con una melena siempre superestupenda y un cuerpo que encaja al 100% con los cánones, vídeos hablando de maquillaje y moda y discursos claros mirando a cámara cuando la ocasión lo merece (ya sea para defender la lucha feminista, para denunciar el acoso que recibe y cómo esto afecta a la salud mental –“Sois muy crueles”–, o para responder a la polémica que se generó cuando dijo que los influencers no tienen “vacaciones”). Es Marina Rivera, una de las tiktokers más famosas del panorama español. @riverss_ ya supera los 6 millones de seguidores (a los que ofrece múltiples vídeos al día) y a la vez cursa un doble grado de derecho y economía en la universidad. De hecho, entre vídeos de skincare routine y de viajes que hace por el mundo, en su perfil también se la ve estudiando o preparándose para el primer día de curso en su habitación. Pero si esta madrileña es conocida por algo es porque, más allá de los vídeos graciosos, está implicada en la visibilización del colectivo LGTBIAQ+, habla abiertamente de su bisexualidad y, además, estuvo saliendo con un chico trans, Daniel Marrero, otro famoso tiktoker.
Con toda probabilidad, los adolescentes que tienes en casa saben quién es Naim Darrechi (y difícilmente por algo positivo). El mallorquín es de los tiktokers con más seguidores del Estado y es quien el año pasado explicó que eyacula dentro de sus parejas sin avisar y, cuando alguna de ellas le recrimina lo que ha hecho, él las engaña diciendo que es estéril: “Tú tranquila, que yo me he operado”. El gobierno mallorquín y el Instituto Balear de la Mujer presentaron una querella contra el chico. Pero la demanda no fue más allá: la juez la archivó aduciendo que el tiktoker, que entonces tenía 27 millones de seguidores, no pretendía agredir sino fanfarronear con sus declaraciones. Su cuenta de TikTok va en la misma línea. Es un escaparate de vídeos con un alto contenido machista: presume de guardarse imágenes íntimas que sus parejas le pasaron para que él viera solo una vez y sube vídeos con mujeres anónimas en las que a ellas no se les ve la cara (sí las uñas largas, la cintura o el culo). En cuanto a la nueva ley trans, instó a los hombres que lo siguen a cambiar legalmente de género para obtener más derechos.
La vida de la tiktoker catalana Mariona Casas es un buen ejemplo de cómo funciona el universo de TikTok y cómo ha impactado en la vida de muchos jóvenes anónimos. Ella empezó a colgar vídeos para matar el aburrimiento y cada vez tenía más éxito, hasta el punto de que se hizo conocida mientras hacía la carrera de enfermería y entonces le empezaron a salir trabajos en el mundo publicitario. Después de trabajar un tiempo como enfermera, ahora se dedica al mundo que para ella inicialmente era un hobbie y quiere formarse en interpretación. Con muchos matices, su recurrido en TikTok sirve para entender lo que han vivido tantos tiktokers a los que siguen los adolescentes hoy en día (cada uno, obviamente, con su personalidad). En este caso, la receta del éxito de Mariona Casas se basa en vídeos de humor cotidiano: sobre los tipos de amigas, sobre la llegada de la regla, sobre cómo decir “lo siento”, sobre ir de Erasmus, sobre el inicio de curso... En una de sus series de vídeos, elige un hecho aleatorio (como una discusión con la pareja o que su madre le diga que ha encontrado una cosa en su habitación) para activar todos sus yo y hacerlos conversar: el yo de la ansiedad, el de la lógica o el que piensa con el corazón.
En TikTok es habitual entrar con un alias y por eso hace tiempo que Perla es conocida como Afropoderossa. Su cuenta se dedica a combatir el racismo en las redes con humor e información, como la que comparte sobre el pasado como colonia española de Guinea Ecuatorial, donde vivió hasta los 12 años, cuando emigró a España. De hecho, a menudo los vídeos de Afropoderossa son respuestas a comentarios de otros tiktokers que dejan entrever su privilegio blanco, como es el caso de la influencer Carolina Moura y sus críticas sobre la elección de una actriz negra para la nueva película de La sirenita de Disney. Esta creadora de contenido aprovecha un altavoz de casi 400.000 seguidores (le eliminaron una cuenta y ha tenido que abrir otra) para denunciar el blackface (pintarse la cara de negro para simular ser una persona racializada) o la romantización de la pobreza en África.
Tiene casi cinco millones de seguidores y es la tiktoker por excelencia de la controversia y las fake news. Marina Yers (su nombre real es Maryna Pukhyr Danchyshak) nació en la ciudad ucraniana de Turka en 1999, pero emigró a un pueblo de Málaga de pequeña con su madre. La mayoría de sus vídeos hablan sobre su día a día, la música que produce o sobre consejos de moda y maquillaje. Pero la viralidad de Marina Yers ha aumentado sobre todo a base de hacer afirmaciones totalmente falsas como que el agua deshidrata (acabó rectificando cuando le encontraron un problema en los riñones y el médico le recomendó beber dos litros al día) o que la numerología es una ciencia. Uno de los casos más graves fue cuando aseguró que le encanta vomitar porque siente que se limpia por dentro, unas declaraciones muy peligrosas y que promueven los trastornos alimentarios. Yers, de hecho, también ha sufrido problemas de salud mental: el año pasado explicó que había tenido brotes psicóticos. La tiktoker también se ha destapado como negacionista del covid-19 y ha renegado del uso de la mascarilla durante la pandemia.
Si no fuera por TikTok, la divertidísima Nadine Romero, que trabaja como monitora de comedor en una escuela los mediodías y de profesora de baile por las tardes, no tendría una sección en el programa Loft de iCat cada dos martes, donde comenta algunos de los vídeos que ella misma consume en la red social. Además de enseñar las coreografías que crea, también es una habitual de los story times (explicar una anécdota o una historia curiosa a los seguidores) y de los hauls (enseñar los pedidos de ropa que ha comprado por internet, una práctica criticada porque hace gala del hiperconsumismo). En su caso, aquí vuelve a aparecer a menudo el nuevo monstruo del fast fashion: la marca de moda baratísima Shein. Aún así, Romero –que principalmente utiliza el catalán como lengua vehicular de su contenido– también hace explícito muy a menudo su discurso antigordofobia y reivindica que los bailes de TikTok no solo son cosa de cuerpos normativos. En ella han encontrado una referente muchísimas jóvenes que todavía lo pasan mal en su día a día por la presión que ejercen los cánones estéticos que impone el sistema: por ejemplo, cuando se tienen que poner el biquini o el bañador para ir a la playa.
Para triunfar en TikTok no es necesario hablar, y este es el caso de Marcel Paris (y muchos otros). La cuenta de este adolescente catalán, que ya tiene más de 626.000 seguidores, va de coreografías sencillas en chándal y morritos, de filtros (el de pecas parece uno de sus preferidos) y de unas cuantas frases profundas. Cuando no baila (un día podemos analizar la diferencia entre las coreografías de ellas y las de ellos), los mensajes que transmite tiran sobre todo de autosuperación (“Céntrate en ti y en tus metas”) y del amor (“Se trata de enamorarla día a día, no de enamorarla y ya está”), a pesar de que en algunos casos el concepto de amor que reproduce es claramente tóxico. Uno de los ejemplos más evidentes es el de un vídeo que colgó haciendo un test que detecta si tienes actitudes propias de un nivel de celos tóxico. En cuanto a los comentarios que recibe, la mayoría son alabanzas directas y exacerbadas a su físico, a pesar de que es cierto que también los hay que le hacen preguntas sobre lo que va publicando, como cuando un día se tocó la entrepierna antes de empezar el baile. “¿Qué tocas?”, le preguntaron. “¿Qué miras?”, respondió él. Por cierto, Marcel Paris también es muy del Barça, “en las buenas y en las malas”, decía estos días.
Alba Moreno lleva unas uñas infinitas, unas pestañas postizas y unos pendientes de aro que podríamos ver en cualquier look de la icónica Bad Gyal. Su dominio en las redes, sin embargo, no son las canciones, sino la física. Mientras todavía estudia el grado en esta materia, dedica su tiempo libre a responder a través de vídeos de TikTok a preguntas como “¿qué partes tiene un agujero negro?” o “¿cómo funcionan las mareas?”. Lo cierto es que, más allá de vídeos de bailes, cocina o decoración de interiores, esta red social también genera contenido alrededor de dudas cotidianas que tenemos todos pero que solo la fascinación adolescente se atreve a formular. Uno de los últimos vídeos de Moreno, por ejemplo, aborda el trasfondo físico que hay detrás de una práctica muy extendida entre adolescentes: broncearse. La divulgación científica de @fisicamr llega hoy a cerca de 120.000 seguidores, que a menudo la felicitan por haberles hecho entender conceptos que no llegan a asimilar en el aula. Por cierto, las uñas de diva también le sirven para explicar con un pequeño imán cómo funcionan las leyes de la gravedad y la electromagnética.
“Si otra persona me explicara esto me aburriría, pero a ti te escucharía cada día”. En TikTok también se puede asistir a pequeñas clases magistrales sobre literatura y arte, en las que los profesores no suben a una tarima sino que llevan brillantitos en los ojos. Los vídeos de Patricia Fernández en TikTok hablan de personalidades como la escritora Emilia Pardo Bazán, la pintora Frida Kahlo o la poeta Safo de Lesbos, que en sus explicaciones se convierte en “una motomami de la Antigua Grecia”. Esta creadora de contenido ha conseguido generar interés sobre la vida de Pablo Neruda (con perspectiva de género incluida sobre su relación con las mujeres) mientras usa comparaciones con el rapero argentino Duki y utiliza los salsejos amorosos de Virginia Woolf para introducir sus obras a sus más de 100.000 seguidores en la red social.
Nacido en 2000 en Girona, Long Li Xue empezó con los vídeos en YouTube y ahora tiene casi 150.000 seguidores en TikTok y cerca de 32.000 en Instagram. En estos espacios habla de sus viajes, de su colección de zapatillas y de sus restaurantes preferidos (su familia regenta uno) y defiende el uso del catalán en internet. Más allá de aparecer en las pantallas de los móviles de muchos adolescentes catalanes, también ha colaborado con el programa Adolescents iCat y presentando el directo en Twitch del concurso de talentos de TV3 Eufòria. Su caso es paradigmático de las voces jóvenes que han dado el salto de las redes sociales a los programas de la Corporació Catalana de Mitjan Audiovisuals para atraer al público joven de habla catalana. Después de que varias chicas hicieran público que las había incomodado con mensajes e indirectas (algunas de ellas menores), publicó un comunicado pidiendo disculpas: “Por si mis actitudes pasadas han molestado u ofendido a alguien”, decía. En este mea culpa tibio, remarcaba que “todos somos personas” y “hemos cometido errores” y aseguraba que su salud mental había quedado muy perjudicada por estas acusaciones. Desde hace algunos meses, Li Xue ha rebajado su presencia en algunas de las redes que antes usaba diariamente, como TikTok.